Adiós al sueño de llegar a las semifinales de la Copa Federación, hola a la realidad de luchar por la permanencia en el Grupo Mundial el próximo mes de abril. En Ostrava, y pese a afrontar con empate al domingo decisivo, España no pudo derrotar a la República Checa, un equipo casi invencible que ha ganado cinco de los seis últimos años el título (2011, 2012, 2014, 2015 y 2016) y que estiró su imbatibilidad en casa, donde no cae desde 2009 (ante Estados Unidos). Las victorias de Karolina Pliskova (6-2 y 6-2 a Garbiñe Muguruza) y de Barbora Strycova (6-4 y 6-4 a Lara Arruabarrena) sentenciaron la eliminatoria (3-2, después de que María José Martínez y Sara Sorribes ganaran el dobles intrascendente), impulsaron a las checas para pelear por una nueva final y obligaron a La Armada a pelear en unos meses por evitar el descenso.
En el partido clave de la serie, el que enfrentó a Pliskova con Muguruza (las dos líderes), la checa deshizo a la campeona de un grande en menos de una hora. Con muchos problemas al saque (concedió 12 bolas de rotura y perdió cinco veces su servicio) y desdibujada por todos los errores no forzados que cometió (23), Garbiñe no encontró la forma de meterle mano a su oponente, que no es la número tres del mundo por casualidad, ni mucho menos.
“Ha sido un encuentro muy difícil y han fallado varias cosas por mi parte”, se arrancó Muguruza, que hasta este domingo no había perdido un partido individual en la competición (7-0). “He jugado contra una de las mejores jugadoras del momento. No he estado a mi mejor nivel y eso ha hecho la diferencia”, prosiguió la número siete del mundo, que compitió con un vendaje en su pierna derecha. “Pliskova ha sabido aprovecharlo jugando realmente bien”.
El bloqueo de Muguruza se tradujo en falta de puntería, pero también en una intensidad bajísima que la checa recibió frotándose las manos. Apostándolo todo a su juego directo y protegida por uno de los mejores saques del mundo (71% de puntos ganados con primer servicio y 79% con segundo), Pliskova zarandeó la apatía de Garbiñe hasta que se hizo con la victoria en un santiamén, sin dejar que la española entrase a la pelea en ningún momento.
Con la serie muy cuesta arriba, Arruabarrena intentó buscar el empate contra Strycova en un cruce lleno de trampas. La checa, que se las sabe todas como ya demostró el sábado contra Muguruza, enfangó el partido con sus pelotas con aristas, unos disparos imprevisibles que desmontaron a Arruabarrena, y mira que la española le puso agallas y garra al encuentro para forzar el quinto punto.
A la número 70, que desde la incorporación de Alejo Mancisidor a su equipo técnico ha puesto la mirada en llevar la iniciativa en lugar de dejarla en manos de sus rivales, le faltó dar ese paso al frente para romper el juego de la checa, porque con el ímpetu no le alcanzó, aunque estuvo bien cerca de conseguirlo durante muchos tramos del encuentro.
“Lo que más me echo en cara es no haber usado las piernas para atacar”, reflexionó Arruabarrena tras el partido. “Ha sido bastante igualado. He competido bien, he luchado mucho, pero no he hecho lo que llevo entrenando estos meses, que es el tema de la agresividad”, insistió la española. “La tensión ha influido bastante. Es una competición en la que todas tenemos presión. Me ha faltado soltarme un poco”, siguió. “Estoy contenta por haber competido bien y luchado, pero los dos partidos no han dependido de mí”.
Así, y con su victoria en el cuarto punto, Strycova cerró la serie y lanzó a las checas hacia las semifinales, donde intentarán seguir construyendo la historia de un equipo invencible que ha convertido la victoria en una rutina. España, mientras tanto, bajará al barro para no perder la plaza en el Grupo Mundial que tanto le ha costado recuperar.
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