Antes de que el rival golpee la pelota desde el otro lado de la red en el punto definitivo, se pronuncian las mismas palabras mágicas: Ready. Yes. Play. La miniconversación educada y tradicional suena más tensa de lo normal esta vez, ya no hay marcha atrás. Luego, tras la señal, llega el golpeo de la pelota de espuma y el esperado sonido de las cinco pequeñas bolas de plomo que habitan en su interior. Y a devolverla.
El II Torneo Nacional Blind Tennis, disputado este sábado 11 de marzo en la Federación Madrileña de Tenis, reunió a los mejores tenistas ciegos y con discapacidad visual del país, a algunos medios de comunicación, entre ellos EL ESPAÑOL, y a un grupito de curiosos. Poco a poco la afición se propagará por todos los rincones porque el espectáculo es uno de los más estremecedores que se pueden presenciar.
Divididos en tres categorías –B1 para ciegos totales, B2 para campo visual menor de 5 grados y B3 para campo visual entre 5 y 20 grados [B2 y B3 no llevan antifaz]–, los partidos se juegan en recintos cerrados y con puntuación igual que en el tenis tradicional, pero las diferencias son más que evidentes. Los instantes previos al comienzo de cada punto, por ejemplo, se dedican a la ubicación del tenista en el campo de juego. Los voluntarios suelen echarles una mano para que se orienten. Algunos lo hacen por sí mismos. Las líneas del campo tienen un ligero relieve que se nota al tacto de la zapatilla, aunque no hay quien duda en ponerse de cuclillas, acariciar esas líneas con la mano e incluso medir en pasos la distancia a la red.
De Singapur a Gijón
Francisco Verdú es uno de los fundadores de Sound Tennis, la fundación que desarolla el Blind Tennis en España. Su compañero Fernando Ortega y él son además los seleccionadores nacionales. “La academia la fundamos hace más de cuatro años. Nos encontramos con este deporte en Singapur, en un clínic de tenis tradicional, y nos enamoramos. Estuvimos en Japón, en Inglaterra y algún otro país para ir captando la esencia de la metodología de trabajo y fuimos creando una unidad pedagógica propia. Estuvimos más de un año trabajando fuera de pista".
Ahora la fundación Sound Tennis gestiona cinco academias: la primera fue la de Valencia y luego llegaron Madrid –en colaboración con la Fundación Emilio Sánchez Vicario–, Barcelona, Málaga y Gijón.
Juan Viedma (Michael) ha sido el subcampeón de la categoría B1. Perdió la visión en 2008 y lleva jugando al Blind Tennis desde 2013. Analiza para EL ESPAÑOL la dificultad para codificar el sonido de la pelota y la respuesta adecuada. “Hay que tener mucha velocidad de reacción. La primera vez es horrible, estás como intentando matar moscas, no oyes la pelota de ninguna forma”, asegura, aún sudando tras uno de los partidos. “Tienes que hacerte con las medidas, la pelota toma trayectorias diferentes, en diagonal, en paralelo, hay distintas velocidades. Todas esas cosas las tienes que ir metiendo en la cabeza y esa coordinación, esos tiempos, al final te facilitan dar a la pelota. Todo es cuestión de entrenamiento".
Discernir el 'paf' del 'pom'
Josep Margui, que se cruzó con Michael en el cuadro –y lo sufrió– lleva jugando también desde que Sound Tennis arrancó en Valencia en 2013. Su ceguera es de nacimiento: “Desde la incubadora.” Con él nos adentramos un poco más en este mundo desconocido: “Antes de que la pelota dé el primer bote, solo con el sonido del golpeo, saque él o saque yo, ya sé si el saque es bueno. Por el sonido sabes si le das muy abajo o en el centro, que es lo fundamental. O con la caña".
Michael cuenta también alguno de los secretos que no se aprecian desde fuera de la pista. “Cuando el rival golpea ya notas si la pelota va fuerte o va bombeada. Si oyes paf es que va muy rápido y te vas hacia atrás. Cuando oyes pom te vas hacia adelante a esperarla. Hay diferentes tonos y te puedes imaginar cómo puede ir".
Lo que estos tenistas no escuchan es el movimiento de la pelota en el aire. Es decir, no la escuchan, por ejemplo, camino de la raqueta en el saque del rival, y eso es inquietante. “Estás esperando a que caiga el misil. Es mucha tesión”, dice Margui, amplificando más aún la dificultad. “Sabes que la bola está ahí cuando la tienes prácticamente encima. No es como con los jugadores que ven y que pueden seguir la trayectoria de la bola, o cómo sale de la raqueta, van viendo el vuelo de la pelota. Nosotros tenemos esa incertidumbre".
Tras este comentario, nos acercamos con Josep Margui a la pista, le reclaman para el siguiente partido. Le acompañamos hasta uno de los voluntarios que le ayuda a ubicarse en los márgenes reglamentarios. Según cuentan desde la organización, es común que los jugadores de tenis tradicional que prueban el Blind Tennis reconozcan estar ante un abismo. A Margui parece no asustarle tal despeñadero: “Llevo veinticinco años de práctica”, bromea.
“Tienes que estar mucho más concentrado, estar hiperconectado, eso desgasta”, puntualiza Michael, el subcampeón de B1, por si fuera poco ya el esfuerzo mental que requiere un partido de tenis tradicional. “Esa atención tan grande también la tenemos que entrenar bastante porque te desgasta mucho a nivel psicológico. Tienes que aguantar mucho tiempo de partido con concentración máxima. Eso al final te hace fallar, hay que tener mucha cabeza".
Michael está tan metido en los partidos que se le ha podido ver incluso reclamando al juez unos saques que no han entrado. Él sabía que estaba sacando bien y donde siempre, y le estaban señalando una doble falta tras otra.
Aprendiendo por repetición
Otro de los grandes jugadores del torneo, Alejandro Zacarés, campeón de la categoría B1 aprovechando una potencia y una técnica de saque descomunales, preguntaba a su equipo después de un servicio dónde había botado exactamente la bola. “¿Ha ido al ángulo, verdad?”, les decía. Necesitaba la confirmación para intentar repetir esa misma fórmula una y otra vez.
Todo aquel que presencia un partido de tenis para personas ciegas y con discapacidad visual se pregunta cuándo podremos disfrutar de este deporte en unos Juegos Paralímpicos. “La Federación Internacional regula el Blind Tennis a nivel mundial”, resume Verdú, “y para ser deporte paralímpico ya cumplimos algunos requisitos: que se juegue en más de treinta países y en más de tres continentes –se juega en los cinco–. Estamos llevando la misma línea que el tenis en silla, y el tenis en silla lo consiguió".
De momento, próxima estación: Torneo Internacional de Blind Tennis en Alfaz del Pi (Alicante) en mayo, donde nos representará una selección española que ha salido de este campeonato nacional.
Todo está presto y dispuesto para el auge de un deporte que te hiela. Hay cinco pequeñas bolas de acero a punto de desatar un big bang de tenis. Hay un tenista listo para servir al ángulo y otro preparado para devolverla tras uno, dos o incluso tres botes, tanto si suena paf como si suena pom.
Y lo mejor de todo es que antes de que el rival golpee la pelota desde el otro lado de la red en el punto definitivo, ellos no saben nada. Es el último misterio. Solo se agarran al sonido del silencio del 'match ball'.