“¡Que venga el médico!”. En mitad de su partido de octavos de final del torneo de Miami, Garbiñe Muguruza le pidió a la juez de silla que entrase un doctor para atenderla. Desorientada, con la cabeza cerca de estallarle y luchando contra una bola de hierro anclada en el estómago, la española decidió retirarse después de que le tomasen la temperatura y la tensión sobre la pista. Así, Caroline Wozniacki llegó a cuartos (7-6 y abandono de su contraria) y Muguruza se marchó a España con un enfado de mil demonios, después de un golpe de calor (30 grados y 60% de humedad marcaban los termómetros el lunes a mediodía en Miami) que provocó su dolorosa rendición. [Narración y estadísticas]
“Esta mañana estaba bien, pero luego he empezado a sentirme mal al inicio del partido”, explicó la número seis del mundo. “Poco a poco estaba peor, muy mareada y con dolor de estómago. Me costaba correr”, añadió la española. “Sabía que aunque viniese la fisioterapeuta no iba a cambiar nada. Me han dicho que seguramente era un golpe de calor por los síntomas que tenía. Me ha pasado ya algunas veces, creo que está relacionado con el calor, con la tensión… Tengo que ver qué puedo hacer para que no me ocurra de nuevo”.
Con 5-4, Muguruza sacó para ganar la primera manga ante Wozniacki. Llegados a ese punto del encuentro, las dos rivales habían consumido casi una hora en larguísimos peloteos, con la española mandando y la danesa defendiéndose, lo normal en un cruce entre dos contrarias tan distintas. Bajo unas condiciones bien exigentes, con el sol absorbiendo energías del cuerpo de las jugadoras, Garbiñe fue perdiendo brío hasta prácticamente apagarse, grogui como estaba en el momento de decir adiós.
“Estaba jugando bien, pero me encontraba muy mal”, aseguró la campeona de un grande. “No me sentía bien y tenía una rival muy dura”, continuó. “No tenía miedo, pero he empezado a marearme y yo nunca me mareo. No me he asustado porque alguna vez había estado así. Luego, me he metido en agua fría, con hielo, para intentar bajar la temperatura. Me han dicho que no tenía fiebre, pero me tocaba la frente y me notaba muy caliente. Ahora estoy mejor, pero me duele mucho la cabeza. Aunque no tengo fiebre y es raro”, siguió Muguruza, que habló sin fuerzas con los periodistas, arrastrando las palabras. “Hay que intentar saberlo llevar lo mejor posible, dentro de las circunstancias”.
Así, y tras superar dos partidos muy complicados en su inicio en Miami (remontando a la estadounidense McHale y a Shuai Zhang), Muguruza se marchó de la peor forma posible: sin poder intentar agarrarse a la garra de nuevo como consecuencia de algo que se escapó por completo de su control.
“Me da mucha rabia tener que abandonar”, se lamentó Garbiñe, que en la sangre lleva el gen competitivo. “Es un torneo que me hace mucha ilusión y he sufrido mucho para ganar las dos primeras rondas y estar en esta posición", siguió la española, que en 2017 ya suma tres retiradas (antes de hoy hizo lo mismo en Brisbane y Dubái, por problemas en el aductor y en el talón de Aquiles). El día que tenía una rival que había sido número uno, que tenía un partido bonito para jugar, me veo obligada a retirarme sin poder dar lo mejor de mí. Me molesta, y me molesta mucho”.