Garbiñe Muguruza ya no pierde partidos apretados. Para llegar a los octavos de final del torneo de Miami, la española resistió 4-6, 6-2 y 6-2 a la china Zhang y por séptima vez este año se llevó la victoria en un encuentro decidido en el set decisivo (solo ha perdido uno, precisamente contra su misma rival del sábado, hace unas semanas en Doha). La estadística no es cualquier cosa y habla de una evolución poderosa: Muguruza, la jugadora de golpes imponentes y cabeza blandita, está decidida a cambiar su mentalidad para que no se le escapen más triunfos por esa grieta de su juego.
"Hoy se ha visto un poco lo que intento hacer, lo que llevo tiempo trabajando. No doy por perdida ninguna pelota y en consecuencia ningún partido, aunque mi rival juegue muy bien", explicó la número seis del mundo, que reaccionó formidablemente tras ceder la primera manga con una doble falta y volvió a remontar el partido, como en su debut contra la estadounidense McHale, donde superó un 0-6, 2-3 y saque de su rival. "He tenido el ejemplo más claro de todos en el primer partido aquí: estaba un set y break abajo contra una contraria que estaba peleándolo todo y estuve ahí todo el tiempo".
La irrupción de Muguruza en la élite llegó acompañada de la alegría de la juventud, que también tiene mucho de inconsciencia. En sus primeras temporadas en el circuito, la española demostró que pensar a lo grande es lo suyo, que las pistas centrales le encantan y las rivales complicadas le motivan, en lugar de tener el efecto contrario. Demostró, también, que los comienzos de torneos (ante jugadoras sin tantos galones y alejada de los focos del final) se le atragantan, que a la mínima curva perdía el control, que necesitaba endurecer su cabeza, hacerse fuerte mentalmente, renovarse por dentro para no perder partidos que podía ganar perfectamente con un poco de lucha.
"Y ahora me conozco mejor a mí misma", argumentó Garbiñe, que a los 23 años ha dejado atrás ese período de adaptación acelerada. "Al principio, cuando era más joven, hacía un poco lo que sentía. Ahora sé que cuando hago una cosa concreta va a ocurrir algo determinado. Predigo más lo que va a pasar porque ya he estado antes en esa situación", continuó la campeona de un grande. "También he tenido una influencia muy grande por parte de mi equipo, me han ayudado mucho. Mi entrenador ha sido clave, sobre todo en esos partidos que se deciden en dos puntos", continuó. "Mi objetivo es no desperdiciar ningún partido, salir de cada torneo sintiendo que no podía haber hecho más. Eso es lo que me ha afectado siempre mucho y por eso quiero cambiarlo".