La caída llegó acompañada de un grito de dolor que cortó el aire. Garbiñe Muguruza está jugando las semifinales del torneo de Linz de 2016 contra la suiza Golubic y de pronto se va al suelo tras perder el equilibrio después de un mal apoyo. Inmediatamente saltan todas las alarmas. Aunque el tercer set está empatado (4-4), la española se retira entre lágrimas y con el tobillo izquierdo hinchado como un globo antes de explotar. Días después, diagnosticada con un esguince en la articulación, la campeona de un grande participa en la Copa de Maestras de Singapur con sus pensamientos gobernados por la preocupación de hacerse más daño.
Este martes, tras retirarse en su estreno en el torneo de Dubái (1-4 y abandono contra la ucraniana Bondarenko) como consecuencia de un dolor agudo en el tendón de Aquiles izquierdo, Muguruza no se acuerda de los tobillos, pero sí de la cantidad de problemas que ha tenido en los cinco eventos que han compuesto su calendario hasta ahora (Brisbane, Abierto de Australia, la Copa Federación, Doha y Dubái) y se echa las manos a la cabeza.
“He arrastrado todos los dolores de la Copa Federación, del viaje, de otras cosas… y no se me ha pasado”, reconoce Garbiñe a EL ESPAÑOL tras el encuentro. “Es un dolor muy intenso que hace que todo el rato me duela al moverme. No quiero jugar un partido con tanto dolor, la verdad”, prosigue la española, que desde el inicio de 2017 ha competido encadenada a su físico. “En Brisbane tenía un dolor agudo en el aductor derecho y ese partido con Cornet no lo habría podido terminar, pero tampoco quería arriesgarme a hacerme más daño teniendo un Grand Slam a la vuelta de la esquina. En Melbourne pensé que si debía hacerme daño mejor que fuese en un grande. En la Copa Federación estuve bien y Doha fue un torneo con condiciones muy difíciles”.
En 2013, en plena ascensión, Muguruza decide parar tras Wimbledon y pasar por el quirófano para evitar que la osteocondritis de astrágalo que sufre en el tobillo derecho se agrave. Durante meses se entrena en la pista sentada sobre una silla, sin ponerse en pie. En 2016, tras la Copa de Maestras de Singapur, la española se somete a otro tratamiento para limpiar la zona en esa articulación. En 2017, y tras trabajar a conciencia en la pretemporada, perder peso y hacer una dieta libre de muchos alimentos, los tobillos ya no persiguen a Muguruza, aunque ahora tenga lesiones en otras parte de su cuerpo.
“Lógicamente, si tienes problemas en los tobillos mientras menos pasada de peso estés mejor te irá, pero no ha sido por eso, lo he hecho por decisión personal”, reconoce la número siete mundial sobre su dieta. “Estaba convencida de que me iba a encontrar mejor. He dejado de comer ciertas cosas. Lácteos, harinas, azúcar, refrescos… he dejado de comer más porquerías”, añade. “No es que deje de comer, lo hago menos y en momentos más adecuados. Antes era una chica normal. Si íbamos a tomarnos una pizza, nos la tomábamos. Ahora lo miro todo al milímetro”, confiesa sobre ese cambio en su alimentación.
“El tobillo es una articulación que soporta mucha carga”, explica a este periódico la fisioterapeuta Blanca Bernal, que durante años trabajó para la WTA y luego se hizo cargo de varias jugadoras profesionales. “Por eso, cualquier exceso de peso son kilos de más y cada kilo de más en un mal apoyo supone un riesgo mayor de que la articulación sufra daños”, prosigue. “Lógicamente, perder peso le ha ayudado, pero los tobillos de Garbiñe han sido su punto débil por un tema casi congénito, no tiene relación con su gran envergadura”, sigue. “En su caso, era una lesión parecida a la de Nadal. Un tema óseo que no tiene tanto que ver ni con su envergadura ni con su forma de entrenar”, cierra la fisioterapeuta.
Así, y tras caer en Dubái con otra lesión que no había tenido nunca (tendón de Aquiles), la pregunta es obvia. ¿Ha ayudado la estricta dieta a sus tobillos, pero también ha abierto la puerta a nuevos problemas en su cuerpo?
“No creo que tenga nada que ver”, asegura la española. “Me encuentro muy bien físicamente. He trabajado para ganar más músculo y sentirme mejor. Son lesiones raras, no creo que sea por el cambio de alimentación”, insiste. “He quitado unas cosas para añadir otras. No tengo menos energía ni me siento más débil. Me siento más ágil. Seguramente he reducido el nivel de grasa y aumentado la musculatura. No hay que darle más vueltas”.
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