Nunca un aguacero fue recibido con tanta ilusión. Garbiñe Muguruza llegó a la tercera del torneo de Miami después de remontar un encuentro que tenía perdido, fuera de control. La española, que el jueves por la noche caía 0-6, 2-3 y saque de la estadounidense McHale, encontró la inesperada ayuda de la lluvia para marcharse al hotel tras la suspensión del duelo y reanudar la pelea el viernes a mediodía. Así, y salvando un punto de partido (en el tie-break del segundo set), Muguruza remontó 0-6, 7-6 y 6-4 a su rival y se citó con la china Zhang (4-6, 6-4 y 7-5 a Sara Errani) por una plaza en octavos.
"Estoy muy contenta", aseguró la número seis mundial. "Con la experiencia te vas dando cuenta de que no das un encuentro por perdido hasta el último momento. Este partido antes no lo hubiese ganado, pero ahora tengo otra mentalidad", prosiguió la campeona de un grande, que ha mantenido la garra como una constante en 2017. "Jugar este viernes me ha ayudado un poco a cambiar de página, a ver qué estaba haciendo mal. Lo he aprovechado, aunque ha sido por los pelos igualmente. He encontrado la manera. Este jueves, cometí más errores no forzados, fui mucho a por mis golpes. Este viernes hemos hecho lo que podíamos con el viento, pero he conseguido salir adelante", cerró la española, que pese a jugar mal sobrevivió a un estreno peliagudo.
"¡No me vuelvas a decir que cierre la puta boca!", le dijo Sam Sumyk, su entrenador, cuando bajó a la pista en el arranque de la manga decisiva, que Garbiñe empezó con el pie torcido (0-2) y corrigió para terminar celebrando el triunfo. "Lo siento, lo siento", respondió Muguruza, con la cabeza agachada y haciendo esfuerzos por controlar la respiración, tanta tensión había en el partido (recibió una amonestación de la juez de silla justo antes de chocar verbalmente con su técnico), tanto sudor había gastado para empatar el enfrentamiento, con tantas esperanzas llegó a Miami después de jugar a buen nivel en Indian Wells la semana pasada.
Antes de la remontada, sin embargo, una paliza fulminante. En menos de una hora, McHale arrasaba 6-0, 3-2 y saque para 4-2, rozando la victoria. Sin hacer nada extraordinario, con sus golpes combados y su solidez habitual, la estadounidense sacó de quicio a Muguruza, que por momentos pareció estar jugando con una pelota de hierro, incapaz de controlar sus tiros, descompuesta en mil errores que no le costaron el partido de milagro (acabó con 57 por 25 ganadores, un balance que cualquier otro día habría terminado con una derrota).
La suspensión por lluvia le dio a Garbiñe la oportunidad de cambiar las cosas, de tomar aire, de calmarse en la soledad de la noche. Al día siguiente, cuando ambas reanudaron el encuentro, la española siguió jugando mal, pero compitió de forma sobresaliente. Dos veces sacó McHale por la victoria (5-4 y 6-5) y dos veces apareció Muguruza para negarle la ocasión. La española, que en el desempate del segundo set superó un punto de partido e igualó el cruce, le dio la vuelta a un 0-2 en el tercer parcial y cerrando el puño avanzó a la tercera ronda con un mensaje esperanzador: la jugadora de golpes destructivos también sabe sufrir de lo lindo.
A los octavos que buscará Muguruza este sábado también intentará llegar Lara Arruabarrena. La número 72 del mundo salió adelante ante Irina-Camelia Begu en un partido empinado (perdía 3-6 y 2-4) que terminó haciendo suyo por 6-3, 4-6 y 6-3 para jugar contra Madison Keys, que venció 6-1 y 6-2 a la suiza Golubic.
"Lo positivo es que he estado ahí todo el tiempo, aunque el partido se me ha puesto muy cuesta arriba", celebró Arruabarrena, que por primera vez esta temporada logró dos victorias consecutivas. "He seguido creyendo en la victoria, incluso en los peores momentos. He competido bastante bien mis dos partidos aquí, me van a servir mucho. Y lo he hecho sin haber jugando muy bien en cuanto a sensaciones, pero he sido luchadora y competitiva. Me quedo con eso", cerró la tolosarra, a la que desde el pasado mes de diciembre entrena Alejo Mancisidor, el técnico que esculpió a Muguruza.
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