El jueves por la mañana, David Ferrer (Xàbia, España; 1982) llega puntual a la cita con este periódico en el jardín de jugadores del torneo de Miami. El alicantino, que debutará este sábado en el segundo Masters 1000 de la temporada contra Diego Schwartzman (6-4, 3-6 y 7-6 al ruso Khachanov), pasa un momento complicado, fuera de los 30 primeros (32) y con tres victorias y cinco derrotas en el arranque de 2017.
Ferrer, que llegó a estar entre los tres mejores del mundo (2013) y tuvo años espectaculares hasta hace bien poco (cinco títulos en 2015), está decidido a buscar soluciones, a reinventarse si hace falta para alargar un poco más su carrera y seguir dando guerra. Sin renunciar, sin embargo, a una premisa imprescindible: no perder la felicidad por el camino.
¿Cómo está David Ferrer?
Personalmente, David Ferrer está muy bien, contento y feliz. Profesionalmente, y como no me vienen los resultados que quiero, es un momento más complicado. Cuando estás acostumbrado a ganar muchos partidos y no consigues hacerlo aparece la desconfianza. Cuesta asumirlo. Estoy intentando aceptar lo que me está ocurriendo, invertir la situación, marcarme objetivos a corto plazo. En esto estoy.
¿Qué le pasa?
Al margen de la desconfianza, físicamente no estoy con la misma chispa que antes. Quizás, querer entrenar como en el pasado me ha hecho desgastarme más. A lo mejor es el momento de intentar cambiar algunos detalles. Me hace falta entrenar menos a esta edad. No es porque no quiera, que me encanta entrenar, el problema es que no puedo hacerlo. Hay que buscar más calidad que cantidad si quiero ser competitivo y estar unos años más.
Intento cambiar cosas. Siempre, incluso en mis mejores momentos, he tratado de evolucionar. Acomodarse es un error tremendo. Por eso creo que he podido conseguir las cosas que tengo en mi carrera. Ojalá hubiera cambiado ciertas cosas antes, pero a toro pasado es mucho más fácil decirlo. Ahora también las cambio, siempre sin volverme loco porque no puedo renunciar a mi esencia. A día de hoy se juega mucho más rápido y hay que aceptar más los fallos.
¿Usted sigue disfrutando?
Cuesta disfrutar cuando pierdes. La gente dice: ‘lo tienes todo hecho, entra a la pista y disfruta’. No es tan fácil. Si pierdes nunca vas a disfrutar y eso no lo voy a aceptar jamás. Mientras más arriba estás, más presión tienes de ganar. Lo que desgasta es competir cada día, la presión diaria, pero perder desgasta más que ganar, se lo puedo asegurar yo. A pesar de eso, todavía tienes nervios, presión… aunque no tenga el objetivo de ser top-10 me duele perder, pero quiero encontrar la forma para llevarlo lo mejor posible.
Estoy intentando aceptar lo que me está ocurriendo, invertir la situación
¿Tanto le duelen las derrotas?
A nadie le gusta perder. Yo he sido un jugador muy sólido, que ha estado entre los mejores durante muchos años sin tener baches. Es más difícil todavía. Es ley de vida, pero cuesta aceptarlo. Cuando pierdo me duele. Y siempre me va a doler, hasta el día en el que me retire. El día que no me duela perder dejará de tener sentido seguir jugando.
Va a cumplir 35 años en algo más de una semana y está lejos de sus mejores días, ¿el pensamiento de dejarlo no le asalta?
Sí que puede aparecer por momentos, sobre todo cuando pierdes y llegas al vestuario. Por eso intento marcarme pequeños objetivos. El día que sienta que realmente… ahora acabamos de empezar la temporada e intento no pensar mucho en ello. Obviamente, cuando tienes un ranking con el que no te sientes cómodo, cuando estás incómodo contigo mismo, hay que decidir cosas. A día de hoy no quiero decidir nada precipitadamente ni pensar en ello, aunque hay ciertos momentos en los que se te pasa por la cabeza.
¿Le gusta que le hablen en esos momentos posteriores a una derrota en el vestuario?
Prefiero estar solo. Cuando pierde necesito un día para mí, para estar tranquillo. Lo que me digan no me va a ayudar porque estoy enfadado conmigo mismo por haber perdido y tengo esa angustia interior, que la llevo como soy yo. Necesito un día para hablar tranquilamente con mi entorno y digerir lo que ha ocurrido. Eso sí, mi entorno es fundamental. Mi entrenador, mi mujer, mi hermano… son fundamentales en mi carrera. Me hacen estar bien personalmente y eso me ayuda a estar un poco mejor profesionalmente.
¿Le da miedo la retirada? Hay jugadores que no saben qué hacer tras estar toda la vida compitiendo por el mundo.
En absoluto, se lo digo de verdad. No me da miedo cambiar a otro rol, interpretar un papel distinto. Forma parte de la vida, de vivir otra etapa. Mi vida no se acaba con el tenis, tengo más cosas que hacer y que aprender. Estar más tiempo en mi casa, con mi familia y con mi gente. Es algo que me hace ilusión. Quieras o no, el hecho de tener la oportunidad de decidir hace que esté tranquilo conmigo mismo. Por suerte, el tenis me ha dado todo eso.
¿Y si mañana se fuese sin ganar nada más?
Pues estaría mucho más que satisfecho. El día que dejé de jugar me iré muy tranquilo. Lo he dado todo, he intentado ser mejor cada día. Incluso pienso que en algunos momentos de mi carrera podría haber sido mejor tenista. En ciertos momentos de mi carrera tendría que haber pensado más en lo mejor para mí y no en algunas personas que tenía a mi alrededor. Aunque me hubiese sabido mal por ellos, hablo de una cuestión de quererse más a uno mismo puntualmente.
Pienso que en algunos momentos de mi carrera podría haber sido mejor tenista
¿Ha pensado que hará después?
Me gusta este mundo y no le tengo ningún rencor al tenis, al revés. No creo que me quite de en medio. Es cierto que voy a estar más tiempo en mi casa porque llevo desde los 12 años viajando. Tenemos la academia de mi hermano, la opción de jugar algunas veces el circuito Senior, probar como comentarista… lo que sienta. Lo que tengo claro es que pasaré más tiempo con mi gente porque no he podido hacerlo nunca.
A principios de año, en Brisbane, usted dijo que ahora disfrutaba de cosas como jugar en una pista central. Llama la atención, sobre todo para alguien que llegó a estar entre los tres mejores del mundo no hace mucho.
Sé que no voy a volver a ser número tres del mundo. Lo pienso, y veo que he tenido mucha suerte en el pasado, que estoy agradecido por todo lo que me ha ocurrido. Pero ahora miro el presente e intento buscar la solución para superar esta situación profesional. Me marco un objetivo en consecuencia con mi momento actual, no me marco objetivos irreales. No he sido una persona idealista, al revés. Mi objetivo es ser más competitivo y ser 25 del mundo, visto que estoy fuera de los 30. Igual cuando acabe la temporada estoy fuera de los 50 y el objetivo es ser 40, o igual es el momento de pensar si me llena o no me llena.
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