La tenista Errani, dos meses de sanción por dopaje y unos tortellini salvavidas
La italiana evita un castigo mayor tras alegar que consumió Letrozol involuntariamente como consecuencia de un accidente alimentario.
7 agosto, 2017 21:45Noticias relacionadas
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¿Es posible dar positivo por dopaje y salvarse gracias a un plato de tortellini? Sí, es posible. La Federación Internacional de Tenis (ITF) anunció este lunes que Sara Errani no superó un control el pasado 16 de febrero después de que un laboratorio de Montreal encontrase en una muestra de orina restos de Letrozol, un estimulante hormonal y metabólico que se emplea habitualmente en tratamientos contra el cáncer de mama y que está dentro de la lista de sustancias prohibidas por la Agencia Mundial Antidopaje (WADA). La italiana, que según el reglamento se enfrentaba a una suspensión de hasta cuatro años, ha visto reducido el castigo a dos meses (el mínimo aplicable) y a la retirada de todos los puntos y premios que había conseguido desde la fecha del positivo hasta el 7 de junio. ¿Por qué?
Errani, ex número cinco mundial, finalista de Roland Garros 2012 y campeona de los cuatro grandes en dobles junto a Roberta Vinci, compareció ante un tribunal independiente el pasado 19 de julio en Londres para pelear por su inocencia, tras aceptar la notificación del fallo el 18 de abril. Allí, los miembros del jurado escucharon a la italiana defenderse utilizando la vía más previsible, aunque también la más enrevesada: Errani aseguró que no había tomado Letrozol intencionadamente, que la explicación más razonable debía ser una intoxicación alimentaria y que posiblemente se produjo al ingerir por accidente Femara, medicamento que su madre lleva utilizando desde 2012 para tratarse un cáncer que le diagnosticaron en 2005, y del que ha sufrido un par de recaídas.
Bajo esa base construida por la jugadora, y usando un traductor para mejorar la precisión de la declaración, su progenitora aseguró ante el tribunal que habitualmente guarda la medicación sobre la encimera de la cocina y que desde allí cayó alguna pastilla de la caja a los tortellini que preparó para comer el pasado mes de febrero, durante los días que su hija pasó en casa, coincidiendo con la fecha en la que le realizaron el control fuera de la competición. Tan segura estuvo la familia de lo sucedido, tan clara tuvieron la manera en la que había ocurrido el accidente, que los padres de la tenista llegaron a realizar un experimento delante de la acusación para demostrar que una pastilla de Femara es imposible de detectar si se mezcla con una comida como los tortellini.
Así, con esos argumentos expuestos por la defensa, el tribunal terminó considerando que no hubo intencionalidad, amparó su decisión de sancionar a Errani con la pena más baja en dos puntos clave (“no hay evidencias de que el Letrozole mejore el rendimiento de un tenista de élite y nunca ha sido identificada con respecto a los jugadores de tenis” y “la cantidad de Letrozole detectada es inconsistente con una intención de hacer trampas”) y acabó de inclinarse hacia los dos meses de sanción después de que la italiana diese negativo en su siguiente control, realizado el 7 de junio, y el de la jugadora no tenía las trazas que sí estaban en el su de madre, consecuencia del consumo prologando de Letrozol.
“No he tomado en mi vida ninguna sustancia prohibida”, dijo luego Errani a través de un comunicado difundido en sus redes sociales, en italiano e inglés. “Estoy muy enfadada, pero al mismo tiempo en paz conmigo misma”, reconoció. “Soy absolutamente consciente de no haber hecho nada malo, de no haber cometido ninguna negligencia con el programa antidopaje”.