Nadal asalta París como nunca: sano y descansado
El español aterriza en la parte final de la temporada tras hacer un parón que le permita aspirar a todo en la gira europea de pista cubierta.
30 octubre, 2019 01:57“¡Nenucazo!”. Una de las pocas derechas que Rafael Nadal falla en su entrenamiento del martes con Egor Gerasimov provoca que el español se grite esa palabra, que utiliza habitualmente cuando toma una mala decisión jugando al parchís. Salvo eso, algún error aislado, el campeón de 19 grandes puede recriminarse muy poquito al volver al vestuario porque durante una hora y media le pega a la pelota con tanta violencia, con tanta precisión, que Adrian Mannarino, su primer rival en el Masters 1000 de París-Bercy, tiene motivos para estar preocupado: Nadal llega a la gira europea de pista cubierta con muchas ganas y sin dudas que despejar.
“Las esperanza son altas”, confiesa Carlos Moyà, uno de los entrenadores del mallorquín. “Llega en buena forma, habiendo jugado bien durante todo el año, y con un balance muy positivo. Creemos que está preparado y adaptado para este tipo de condiciones, pero vamos día a día, respetando a los rivales y sabiendo que no es fácil”, añade el técnico. “No hay una solución mágica que nos permita llegar bien a final del año, pero entendemos que esta temporada ha ido dosificándose bastante. Las lesiones le han respetado. Sí, tenemos un poco el tema de la mano, pero a priori llega bien”.
Desde su épica victoria en el Abierto de los Estados Unidos, Nadal ha jugado un par de partidos en la Laver Cup, obligado a retirarse de la jornada decisiva como consecuencia de una lesión en su muñeca izquierda, ha renunciando al Masters 1000 de Shanghái, se ha ido de luna de miel a Bahamas y se ha casado con María Francisca Perelló, su pareja de toda la vida, en la prodigiosa Sa Fortalesa de Palma de Mallorca. Que el tenista invirtiese el orden natural de esas dos celebraciones (antes el viaje que la boda), y que decidiese antes no competir en China, se debe a una única razón: Nadal quería estar listo para pelear por todo en los últimos torneos del año, que históricamente se le han atragantado (nunca ha ganado París, tampoco la Copa de Maestros), y para la final de la Copa Davis, que se celebrará en Madrid (del 18 al 24 de noviembre) estrenando el formato impulsado por el futbolista Gerard Piqué.
“El calendario después del US Open lo hicimos así por la boda”, cuenta Moyà. “Hacía tiempo que teníamos pensado no jugar en China, pero la lesión en la mano tampoco ayudó a que pudiéramos cambiar de idea”, prosigue el ex número uno mundial. “Fue lo que habíamos planeado. Es verdad que hay muchas variables para poder decidirlo meses antes, pero había varias cosas que nos hicieron no ir a China, como que ganase en Nueva York”, añade. “Y optamos por eso, pese a que estaba en juego el número uno”.
Pase lo que pase en París, Nadal tiene garantizado recuperar la cima de la clasificación el próximo lunes, cuando Novak Djokovic pierda todos los puntos de la Copa de Maestros del año anterior (1000). Si el español ganase en Bercy, además, se garantizaría automáticamente acabar 2019 en la cima del ranking, pero eso es algo en lo que no piensa ni un segundo.
"Duermo igual de bien siendo número uno que dos”, asegura Nadal. “Por supuesto, prefiero ser número uno, pero estoy muy contento con la temporada que he hecho. Estoy feliz de estar aquí. París es la ciudad más importante en mi carrera como tenista. Creo que he dado los pasos correctos para estar listo el día mi debut. A partir de ahí, veremos”.
Lo primero es lo primero: este miércoles, Nadal contra Mannarino.