Carlos Alcaraz ganó ante Tsitsipas, número tres del mundo, en la tercera ronda del US Open (6-3 / 4-6 / 7-6 / 0-6 / 7-6). El tenista murciano, nacido en 2003, comenzó ganando y desplegó todas sus armas sobre la pista hasta poner en pie a la grada norteamericana. Pese a perder la segunda manga, se rehizo ante Tsitsipas y forzó el tie-break ante el griego. Alcaraz culminó tras un 'rosco' y se llevó el pase a octavos. Un partido para la historia para el tenis español.
El primer set comenzó muy de cara para el español, que con golpes duros desde el fondo y resistiendo los peloteos del heleno, consiguió dominar en los primeros tanteos. Rápidamente Alcaraz se puso con un 2-0 tras un gran break. Saltaba la sorpresa en la pista central del US Open, que paulatinamente se enamoraría del talento del joven de 18 años.
Alcaraz no tenía freno y se catapultó hasta el 4-0. Bien en el saque, buenas defensas y subiendo a la red si la situación lo requería. El despliegue de calidad del murciano no tenía límites. Y ni el primer juego de Tsitsipas, que llegó con el 4-1, bastó para minimizar su buen momento. El griego intentó presionar con el 4-3 aprovechando varios errores no forzados, pero se quedó a medias ante un Alcaraz que a base de derechas cerró el 6-3 inicial.
Tsitsipas no encontraba su juego y Alcaraz cumplía en todas las zonas de la pista. El murciano era todo un muro imposible de sortear. Sin embargo, la segunda manga sería para el tercer mejor jugador del ranking ATP. El griego recuperó el break del 3-1 y se situó con 3-3 en un momento clave. Además, rompió el saque de Alcaraz y se fue hasta el 3-5 que ya parecía definitivo para el set (4-6).
El tercer set fue el de la confirmación. Lo de Alcaraz no era suerte, sino simplemente talento y valía. El español se impuso al golpe mental de perder el segundo set y aguantó hasta un break en contra para el 2-3. No era suficiente para acabar con los ánimos de victoria delelelelel español. Cuando todo parecía perdido con el 2-5, Alcaraz resurgió aliándose con la grada estadounidense. Remontó un 40-15, se puso con 6-6 y con un juego soberbio conquistó el tie-break para el 7-6.
La batalla en la pista era total. Y el triunfo en el tercer set resultó clave. Tsitsipas se retiró, como suele ser habitual, a vestuarios. Pitada de la grada incluida, el griego se cambió de ropa para combatir el sudor. Una pérdida de tiempo que cambió el rumbo del partido ligeramente. A su vuelta, Alcaraz no era el mismo. Tsitsipas se desató, el español decidió reducir esfuerzos y, a la vista de que tenía el set perdido, se concentró en la última manga. Porque el cuarto set no tuvo demasiada historia más que un 0-6 para Tsitsipas.
Un desenlace idóneo
Lo mejor, sin embargo, estaba por llegar. Alcaraz subió a la red, sacó derechazos desde el fondo, se atrevió con las dejadas, armó varias cruzadas a un Tsitsipas que intentaba matar voleando y estuvo cerca de llevarse su victoria con un globo para enmarcar, aunque tuvo que esperar.
Tras ese rosco en el cuarto set, Tsitsipas recuperó su mejor juego. Alcaraz tenía que resistir y el sufrimiento, ahora sí, era máximo. Su 3-3 puso en pie a la grada. Nadie fallaba, nadie regalaba. Y, con esas, 5-5 y más de cuatro horas de partido. Era la hora de la verdad, de la historia, de la emoción. Por justicia, Alcaraz tenía que ganar. Por juego, también. Y lo hizo. Forzó el tie-break jugando con la presión. Fue ahí, en tierras movedizas, cuando dio un zarpazo al partido. Tsitsipas no pudo hacer nada. Tampoco salvar las tres bolas de partido. Y Alcaraz, emocionado, sonriente, consciente de firmar una noche para el recuerdo, se metió en octavos del US Open con 18 años.
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