Daniil Medvedev (Moscú, Rusia; 1996) es el gran aspirante a ser número uno del munto en la clasificación ATP. Solo Novak Djokovic le supera en la actualidad en cuanto a puntos. La tarea no es sencilla, pero a la vista de los resultados y de su juventud apunta a situarse como el gran sucesor en el trono del tenis mundial. Medvedev lo tiene todo: juega bien y no se achanta ante las situaciones más complicadas. Una actitud que es justamente la que está caracterizando el inicio de su carrera en el estrellato.
El tenista ruso, como muchos otros nombres de la nueva generación del tenis, podría haber optado por ganarse a la grada. Un descubrimiento sobre la pista acostumbra a recibir el apoyo de los aficionados. Sin embargo, los problemas de Medvedev para controlar sus enfados le han llevado a más de un conflicto con los espectadores presentes. Las polémicas se suceden y el Open de Australia ha sido el último escenario en el que dejar ver su otra cara.
Medvedev logró imponerse a un representante local como Kyrgios. Un triunfo de valor que fue acompañado de varias pitadas. Al menos es lo que quiso denunciar el ruso al término del partido ya con el pase a la tercera ronda cerrado. El número dos del mundo convirtió la entrevista posterior en una oportunidad para buscarse un nuevo enemigo: el aficionado ausraliano.
"Cuando te abuchean entre el primer y el segundo servicio, todo lo que puedes hacer es mantener la calma", indicó en declaraciones a Eurosport cuando ya había cosechado la victoria. "No todos me han abucheado, pero creo que quienes lo han hecho tienen un bajo coeficiente intelectual", espetó antes de marcharse a los vestuarios del Rod Laver Arena.
Las declaraciones del ruso, como eran de esperar, han dado la vuelta al mundo y han hecho recordar algunos de sus altercados previos. Y es que Medvedev, que actualmente cuenta con 13 títulos en su carrera, ha firmado prácticamente un conflicto con el público por temporada. Desde antes de empezar a ganar grandes títulos, Medvedev empezó a dar que hablar.
Corría el año 2017 y el ruso apenas tenía 21 años. Wimbledon, un escenario histórico en el circuito ATP, le vería perder los nervios. El neerlandés Ruben Bemelmans frenó en seco su participación y se llevó la victoria. Según el ruso, la jueza de silla no fue lo suficientemente neutral como para dibujar un partido igualado. Su decisión fue, al término del encuentro, lanzar monedas a la colegiada. La imagen, surrealista, fue corregida por el propio Medvedev en sala de prensa.
El primer error ya estaba cometido, pero faltarían varios por sumarse a la cadena de polémicas. En 2018, año en el que ganó tres títulos (Tokio, Sidney y Winston-Salem), fue en Miami donde volvió a salirse del camino de la pulcritud. El duelo era ante Tsitsipas y el griego, presuntamente, le llamó "ruso de mierda". Las cámaras no lo captaron, todo lo contrario que su respuesta: "Es un niño pequeño que no sabe pelear". La tensión entre dos jugadores reconocidos del circuito, y que además hoy en día pelean por suceder a los Djokovic y Nadal, era lo suficientemente importante.
El US Open como 'infierno'
Medvedev ya se había ganado la imagen de problemático. Un cara a cara con una juez de silla y otro con un jugador rival bastaron. Pero él, lejos de corregirse, continuó. Sería en 2019 cuando tuvo su momento más tenso con el público (hasta la actualidad). Fue en el US Open y con Feliciano López de testigo.
El tenista ruso primero humilló a un recogepelotas. Este le dio la toalla para secarse el sudor y Medvedev, tras cogerla, la tiró al suelo y miró al chico con cara de enfado. Los abucheos del público empezaron a establecerse de banda sonora del partido. El tenista recibió un warning y la crispación creció en la pista. Se enzarzó con el juez de silla y hasta realizó una dimisulada peineta al público. El tiempo le daría la revancha con su título de 2021.
Ese año justo se produjo otra y con presencia española. La pista de Wimbledon defendió a un Carlos Alcaraz que daba sus primeros pasos en un Grand Slam con 17 años. Medvedev no se tomó bien esa diversidad de apoyo y, aunque con menor enfado que en 2017, volvió a mostrar con su gesto su desacuerdo. Y también en 2021, con Madrid como entorno, el ruso se las vio con un público que no aceptó su futbolera manera de celebrar los puntos.
A su favor están trofeos como el Masters 1.000 de Shangai (2019), el de Cincinnati (2019), las ATP Finals (2020), el Masters 1.000 de París (2020), el US OPen (2021) o el Masters 1.000 de Canadá (2021). En su contra, una actitud con la grada puede acabar poniéndole más complicadas las cosas en su disputa por la élite.
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