Tan pronto como vuelve loco a su público (para bien) responde con una peineta. Así es Nick Kyrgios (Australia, 1995), el tenista más transgresor del circuito que esta semana puede levantar el primer Grand Slam de su carrera. Sería en dobles, eso sí, pero lo que lo hace más especial es que sería en su casa, en el Abierto de Australia. Las gradas de un torneo de tanto calado se habían visto pocas veces así.
Kyrgios es una figura que provoca reacciones extremas. Suelen ser más para mal, pero en su país es casi un héroe sin haber ganado realmente ningún torneo importante. Lo máximo han sido tres títulos ATP 500 (Tokio -2016-, Acapulco y Washington -2019-). Ganar el Abierto de Australia junto a su compatriota Thanasi Kokkinakis, con el que también comparte raíces griegas, sería el mayor de sus logros.
Desde el comienzo de la pandemia, lo que se ha visto de Kyrgios ha sido más bien flojo. Acabó 2021 encadenando cinco derrotas consecutivas y en el cuadro individual de la presente edición del Abierto de Australia solo pudo disfrutar de una victoria hasta que se topó con el número dos del mundo, Daniil Medvedev. En dobles le ha ido bien distinto plantándose en la final tras ganar en dieciseisavos a los primeros cabezas de serie y arrollando en semis a la pareja del español Granollers y el argentino Zeballos.
Lo de la madrugada del sábado, en una final con pleno de australianos (formando Ebden y Purcell la otra pareja), puede ser apoteósico. Más aún si ganan Kyrgios y Kokkinakis, que no se están dejando nada en sus celebraciones tras cada victoria en el torneo. "He jugado muchos individuales con ambientes increíbles pero nada supera esto", decía Kyrgios este jueves. A lo que añadía su compañero: "Es todo por el ambiente, no importa el tenis. Traemos un carisma diferente y simplemente nos lo pasamos bien, somos impredecibles".
Será una final nunca antes vista, pero no todas las reacciones que está generando Kyrgios son igual de favorables que las de su gente. De hecho, las actitudes del australiano han molestado a más de uno hasta el punto de que Michael Venus, uno de sus rivales en cuartos, dijo que era "un imbécil absoluto".
Su crítica vino por las repentinas reacciones de Kyrgios, que distan de lo deportivo y que en su partido contra el neozelandés y su pareja Tim Puetz le llevó a dar un fuerte pelotazo a un niño. En Australia se aplaudió que, luego de esto, Kyrgios le diera su raqueta al aficionado, pero para Venus no es de elogio: "Es todo por el ambiente, no importa el tenis. Traemos un carisma diferente y simplemente nos lo pasamos bien, somos impredecibles".
La burbuja que han montado Kyrgios y Kokkinakis con el público molesta a los rivales ("Era más un circo que un partido de tenis", dijo Venus sobre esto), aunque Nick también ha protagonizado algún momento tenso con los aficionados. En las semis, tras perder él un saque, culpó a la grada de distraerle y le regaló una peineta para luego hacer añicos su raqueta sobre la pista de la Rod Laver Arena. Así de impredecible es Kyrgios.
Más personajes en el tenis
El protagonista de esta historia defiende que haya más tenistas así, como él, y que se les de su espacio: "Creo que el tenis ha hecho un trabajo realmente pobre al aceptar personalidades en el pasado. Creo que realmente solo han comercializado a tres jugadores durante la última década y ahora los ha alcanzado, por lo que han tratado de impulsar a algunos de los muchachos de Next Gen, que creo que algunos de ellos son realmente emocionantes. Al igual que los dos jóvenes canadienses (Auger Aliassime y Shapovalov), creo que realmente puedo hacer cosas especiales en este deporte", señalaba uno de estos días.
Y añadía: "Miras el partido mío contra Medvedev, no podrías tener dos tipos de personalidades tan opuestas frente a frente, pero la calidad real del tenis todavía fue de un nivel bastante bueno, y fue divertido. Fue como, al final del día fui a estrechar su mano y decirle: eres demasiado bueno. Pero el partido fue divertido de ver y creo que el tenis solo necesita impulsar eso, creo, mucho. De lo contrario...".
Kyrgios se vuelve a confirmar como la antítesis del tenis clásico, de la deportivad de los Rafa Nadal o Roger Federer. A él le van otras cosas, como los gritos, los golpes a las raquetas, las quejas y demás gestos airados. Para bien o para mal, Kyrgios se confirma como un tenista que da espectáculo y ahora puede alzar su primer Grand Slam.
[Más información: Nick Kyrgios, "un imbécil absoluto": un rival se despacha a gusto por su última polémica]