El Cultural

Luis Antonio de Villena

"Soy pagano y epicúreo, perdedor en la intimidad y muy ligth"

28 marzo, 1999 01:00

A vueltas con el fracaso, Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) es "un perdedor en su intimidad" cuya mayor derrota fue "no haber sabido amar cuando me lo han pedido". Pagano y epicúreo, acaba de obtener el premio La Sonrisa Vertical con "El mal mundo" (Tusquets)

Pregunta: ¿Vivimos un mal mundo? ¿Por qué?
Respuesta: Vivimos en un mal mundo. Pero El mal mundo de mi libro es mejor. Es el mundo del placer. Lo que la gente de orden llamó (y llama) la mala vida, en la que tantos seres humanos son felices.
P: En uno de los relatos de su libro, un honrado padre de familia recuerda con añoranza un amor homosexual de juventud. ¿Los amores perdidos son siempre los mejores?
R: Los amores pasados se mitifican. Sobre todo los que ocurrieron en la adolescencia. Y más aún si nada tuvieron que ver -como en La bendita pureza- con lo que vendrá después.
P: ¿Y los imposibles?
R: Los amores imposibles, para un escritor -o un pintor- son fuente de arte. Véanse Dante, Petrarca y todos cuantos los hemos seguido.
P: ¿Cuáles son los suyos?
R: Mis amores imposibles -casi todos- son la realización vital y amorosa de la belleza absoluta. Estoy entre el Espíritu Santo y Brad Pitt.
P: ¿Qué añora del Villena adolescente?
R: Nada. Era una España lúgubre y espantosa. Siento no haber sido adolescente en Londres o en París.
P: Escribió una "Biografía del fracaso." Creo que era Leautaud quien decía que siempre eran mejores las historias de perdedores que las de ganadores, al menos más bellas...
R: Los perdedores tienen el encanto -trágico- de quienes saben que la perfección es imposible. Y de que el triunfo de andar por casa es de pacotilla.
P: ¿Qué es el fracaso?
R: Fracaso -diría yo- es querer lo mejor y saber que no lo tendremos. Aspirar al sol y darse cuenta de que llevamos alas de cera.
P: ¿Qué hace cuando le dominan los demonios de la noche?
R: La noche para mí no tiene demonios. Soy generalmente moderado. Epicuro recomendaba la economía de los placeres. Yo soy pagano y epicúreo. Para mí la noche tiene -si los tiene- ángeles.
P: A pesar de todos los premios, del aplauso de la crítica, ¿en qué es Luis Antonio de Villena un perdedor?
R: Luis Antonio de Villena es un perdedor en su intimidad. Y además se siente cercano a los perdedores. El éxito aparente puede ocultar muchos fracasos. Aunque sin duda hay fracasos mucho peores. Infinitamente más dolorosos.
P: ¿Su derrota más hermosa?
R: Las verdaderas derrotas no son hermosas. Son trágicas y luego melancólicas. Mi mayor derrota es, posiblemente, no haber sabido amar cuando me lo han pedido.
P: También es autor de un "Libro de perversiones." ¿Cuál es su favorita?
R: La teoría de mi libro es que, llevadas con cautela y aquiescencia de la pareja -del otro- no hay "perversiones". Sólo variedades eróticas. Pequeñas extravagancias. Yo, además, soy muy "light".
P: Su último libro de poemas, Celebración del libertino, obtuvo en 1998 el "Ciudad de Melilla". Parece que se ha aficionado a los premios...
R: No me he aficionado. Los premios dan dinero y ayudan a promocionar. Nada más.
P: El pasado año publicó una biografía novelada sobre Luis II de Baviera. ¿La tragedia y el fracaso de los más bellos ideales son inevitables?
R: Nuestro mundo es menguado y alicorto. Los ideales excelsos siempre caen. Sólo triunfa -o cree triunfar- el que se habitúa a la mediocridad. La vida es cada vez más mediocre. Desalentadoramente mediocre.
P: Acaba de regresar de la Semana de las Letras de Munich. ¿Satisfecho? ¿Para qué sirven estos encuentros?
R: La Semana de las Letras de Munich ha estado bien -me parece- porque los alemanes son muy escrupulosos. Horst Weich, mi traductor -y guía en Munich- ha sido estupendo. Sirven para dar a conocer (poco a poco) lo que no se conoce. Para estimular la curiosidad.
P: Explicaba usted hace unas semanas en estas páginas que tenía la sensación de que si no se aceptaba una de estas invitaciones, luego uno podía ser castigado. ¿Ha hecho méritos para que le vuelvan a invitar?
R: Yo he rechazado varias invitaciones del Instituto Cervantes porque no me gusta viajar solo. Si me han creído o no, me da igual.
P: ¿Es el escritor homosexual-cuota de cada encuentro?
R: No creo en la "literatura homosexual". Ni en la "literatura femenina" ni en la "literatura de los negros". Creo en la buena literatura, hecha por quien sea. La homosexualidad, el feminismo o la negritud son temas, no una literatura.
P: Es uno de los autores más prolíficos. ¿No teme agotar al público?
R: No. Los lectores no leen todos los libros. Eligen. Conmigo y con otros autores que publican menos. Además uno escribe porque necesita escribir, no para crear mercado, por Dios. Y hay quien escribe más que yo.
P: ¿Y a la crítica?
R: Los críticos propenden a enfadarse con el escritor que escribe mucho. No sé por qué. Será porque creen en el mercado más que en la literatura. Blanca Berasátegui me regaña si publico más de un libro por año. Pero yo no escribo por el mercado -insisto- sino por vocación. ¡Qué le vamos a hacer! Como decía González Ruano, es en lo único que coinciden el escritor y la monjita.
P: ¿Cómo le trata, con compadreo, admiración, condescendencia?
R: El gremio literario como tal no me interesa. Lo evito. Trato sólo a amigos.
P: Usted, que también se dedica a la crítica, y ve la guerra desde los dos frentes, ¿qué valora más en un libro? ¿Y si es de un amigo?
R: Escribo de libros que me gustan. O que, a priori, me puedan gustar.
P: ¿Se imagina dentro de veinte años?
R: Mayor. Lúcido. Clemente.
P: Todos opinamos de todo. ¿Es España un país de impostores?
R: Es un país poco culto. Está bien opinar de todo. Pero si hay un fondo cultural que avale la opinión.
P: Y usted, ¿cuál es su mayor impostura?
R: No soy impostor. Me exhibo, quizás, demasiado.
P: ¿Qué opina de las sectas poéticas?
R: Hay poetas buenos, poetas malos y poetas rencorosos. Estos sufren mucho y lo ensucian todo. Pero -pobres- carecen de importancia.
P: ¿Qué sacrificaría por una noche de amor?
R: Por una sola, a estas alturas, poco. Por un gran amor, ya veríamos...