Image: Manuel Hidalgo

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El Cultural

Manuel Hidalgo

"Las chicas que a uno le gustan mejoran a la luz de la pantalla de cine"

26 abril, 2000 02:00

"Su nombre y su rostro vinieron con la tormenta..." Es verano y el protagonista de Días de agosto (Plaza & Janés), la última novela de Manuel Hidalgo, comienza a recordar un amor imposible. Sin nostalgia, pero con melancolía, pues "nunca volveremos a ser jóvenes, nunca seremos del todo felices, moriremos", dice Hidalgo

Pregunta: ¿Qué es más doloroso, la nostalgia del amor o la certeza de haber renunciado a lo que pudimos ser?
Respuesta: El amor, no hay duda, nos hace y nos deshace. También su ausencia. Personalmente, tengo por norma no llorar por la leche derramada.
B>P:R: El pasado es responsable del presente, pero no único. También es un salteador de caminos que nos acecha con los peores propósitos.
P:R: Estupendamente, que hubiera dicho Luis Escobar. Me interesaba lograr que el pasado contagiara emocionalmente el presente para ex-
presar la sutileza con la que el ayer pesa sobre el hoy.
P: Por una vez el protagonista evoca los años en la Universidad y no aparecen ni los grises ni la lucha antifranquista: ¿no le apetecía trazar un fresco heroico de esos años?
R: ¿Heroico, dice? Ni se me pasó por la cabeza.
P: Al final, son las circunstancias y no los personajes quienes deciden los acontecimientos: ¿siempre nos dominan, nos engañamos si creemos dominarlos?
R: Las circunstancias no siempre nos dominan, estaría bueno. Pero , desde luego, la capacidad de autoengaño del ser humano no encuentra límites, ni en el sentido del ridículo.
P: Inevitablemente, el cine juega un papel esencial. ¿Qué tiene que ver Ma nuit chez Maud con el enamoramiento de Sofía?
R: Es una pequeña clave que avisa, tal vez sin necesidad, del carácter de cuento moral, a lo Rohmer, que tiene la novela. Es una de mis películas favoritas.
P: ¿Y Ojos negros en la relación con Elena?
R: El protagonista lleva a Elena a ver una película maravillosa para que ella disfrute y ese placer se lo deba. Las chicas que a uno le gustan mejoran mucho con la luz que viene de la pantalla.
P: Las mujeres toman la iniciativa a la hora de declarar su amor o de interrumpir los escarceos: ¿el hombre-macho está en retirada?
R: Está en retirada, a regañadientes, en los sectores más cultos e ilustrados de la sociedad, pero aún va a dar mucha guerra y cabe temer la patada del muerto.
P: Más: ¿es esta novela una declaración de principios de un hombre sensible pero no sensiblero?
R: Es el principio de una declaración: el hombre debe abrirse mucho a sus sentimientos y a los ajenos.
P: ¿Los deseos insatisfechos resultan más importantes o significativos que los satisfechos?
R: Los deseos insatisfechos mueven el mundo. Los deseos satisfechos lo paralizan. Como en la naturaleza de los deseos está la búsqueda de su satisfacción, en todo lo que está en movimiento hay un afán final de quietud.
P: La otra parte de la historia, la del relato del veraneo en Los Espinos, consigue ir calando en el lector, como el paisaje, sus gentes...
R: El verano es muy importante en esta novela. La luz del verano, el paisaje del verano, el ritmo del verano, el "tempo" interno del verano, la naturaleza, los amigos, los planes, la potencia evocativa del verano.
P: ¿La vida en los pueblos conserva el encanto que describe en su novela?
R: Hay pueblos que nunca han tenido ningún encanto, todo hay que decirlo, pero el pueblo de mi novela lo tiene. Los Espinos es una recreación de Burguete, un bellísimo pueblo de la montaña navarra.
P: Al menos dos amigos del protagonista escriben un libro: ¿somos un país de escritores sin lectores?
R: No sé qué decir a esto. Cada lector tiene aquí el escritor que se merece, pero no todos los escritores tienen los lectores que merecen. Particularmente, yo no me quejo.
P: ¿Tenemos tanto que contar?
R: Todo el mundo tiene mucho que contar. Por eso es sorprendente que algunos tengan tan poco que contar.
P: Uno de los elementos esenciales del relato es la relación de Violeta con su padre. ¿Las relaciones filiales están cambiando?
R: Los padres se comportan cada vez más como madres y las madres, cada vez más, como los padres de antes. No es general, pero es un fenómeno extendido y, hasta ahora, inédito.
P: ¿Cree que el colaborar habitualmente en la Prensa le beneficia o perjudica respecto al lector?
R: Depende. Puedes ganar lectores con tu firma en la Prensa y perder otros por las inquinas de la vorágine político-mediática. Es un asco esto último.
P: ¿Y respecto a la crítica?
R: Hay críticos que prefieren que un escritor haya sido antes inspector de Hacienda a que haya sido periodista. La verdad es que algunos periodistas que escriben son acreedores a esa preferencia.
P: Dentro de unas semanas estrena El portero, filme basado en un relato suyo y del que es guionista: ¿en qué se parecen y diferencian?
R: Eso que lo diga la crítica. Bastante he hecho yo con escribirlas. Lo que sí le puedo decir es que se parecen y se diferencian.
P: ¿Cine y literatura son buenos compañeros de aventuras?
R: Para mí son estupendos, no sabría hacer nada sin ellos. Ahora bien, son como niños, íntimos amigos que a veces se pelean.
P: ¿Qué le falta y que le sobra al cine español?
R: ¿No me dijo que las respuestas fueran breves?
P: ¿Y a la literatura española actual?
R: Usted no escarmienta.
P: ¿Qué está preparando?
R: Dos libros más y una película. Me estoy preparando para ver lo que hay detrás de una puerta cerrada que he comenzado a abrir.