Image: Josdé Luis García Martín

Image: Josdé Luis García Martín

El Cultural

Josdé Luis García Martín

"no aspiro a ser maestro de improperios ni de nada; los sermones me aburren"

3 mayo, 2000 02:00

El crítico y poeta José Luis García Martín acaba de publicar Biblioteca circulante, donde reúne reseñas que demuestran, dice, "que no sólo hay novedad en las novedades". Y dice más. Que gracias a sus diarios ya no tiene amigos. Sólo "los mejores ex amigos del mundo"

Pregunta: Si no hay libros nuevos para ojos que han leído mucho, ¿en qué radica la novedad de Biblioteca circulante (Llibros del Pexe)?
Respuesta: En Biblioteca... trato de demostrar lo contrario: que no sólo hay novedad en las novedades, sino que también autores que creíamos muy sabidos, como Azorín, están llenos de sorpresas.
P: Uno de sus personajes afirma que "algunos confunden la crítica con una mezcla de chismografía y bibliografía"? ¿Ud. cómo las distingue?
R: Yo no las distingo.
P: ¿Podría compararse a Celine en su descripción de "criatura colérica y herida que aspira a ser un maestro del improperio"?
R: El que aspira a compararse con Celine es Sánchez-Ostiz, no yo. Yo no aspiro a ser maestro del improperio ni de nada; los sermones contra la inmoralidad de la sociedad, la comida basura y lo poco que lee la gente me aburren mucho.
P: Sus diarios son temidos: ¿sus amigos le deben el haber descubierto el valor de silencio?
R: Yo ya no tengo amigos; sólo ex amigos. Han ido caducando todos. Los últimos que han ingresado en el selecto club de mis ex amigos (puedo presumir de tener los mejores ex amigos del mundo) son Felipe Benítez Reyes y Abelardo Linares.
P: ¿G. M. es un crítico que escribe poesía, un poeta, un diarista....?
R: García Martín es un lector que escribe. Cuando era más joven me fastidiaba que no se me tuviera en cuenta como poeta y sí como crítico. Ahora la verdad es que me divierte más ir de crítico por la vida que de poeta. Me divierten más los papeles de malo que los de cándida virgen por encima del bien y del mal que suelen representar los poetas. Aunque para malo-malo, Valente. Como poeta se le podrá poner algún reparo, pero sus declaraciones son veneno puro, una delicia.
P: ¿Aunque es más que un poeta, es sobre todo un poeta?
R: Las opiniones sobre mi poesía, he escrito en algún sitio, están divididas: unos opinan que soy un mal poeta y otros que no soy poeta; yo no sé a qué carta quedarme.
P: Como antólogo, ¿es su mayor desafío seleccionar a quienes no sean amigos suyos?
R: Mi mayor desafío, como el de todo antólogo (salvo Luis Antonio de Villena o Basilio Rodríguez), es seleccionar los mejores poemas de los mejores poetas dentro del ámbito que abarca la antología.
P: ¿"El crítico es un escritor frustrado, un profesor que no se entera de nada, un resentido, un parásito"?
R: El crítico puede ser cualquiera de esas cosas (o todas a la vez), lo mismo que el poeta, el novelista, el político, el periodista... Y puede ser también Menéndez y Pelayo, Leopoldo Alas, JRJ, Azorín, Gimferrer.
P: ¿Y usted?
R: Hay opiniones para todos los gustos, pero debo reconocer que son más los que me colocarían en el primer grupo (escritor frustrado, resentido, etc) que en el segundo.
P: "¿Leer está bien y es muy recomendable, salvo que te dediques a la literatura?", como dice Zaid?
R: Yo no sé si leer está bien o está mal; yo leo porque me gusta y escribo para gente a la que le gusta leer, bastante más numerosa de lo que se imaginan esos políticos y profesores catastrofistas que se pasan el día lamentando que los jóvenes ya no leen. La lectura es como el sexo: a quien no le gusta es que lo ha probado poco o ha tenido mala suerte con las primeras experiencias (nefastas cuando están a cargo de los profesores de literatura).
P: ¿La poesía de la experiencia sigue gozando de tan buena salud?
R: Hace tiempo que he dejado de saber qué es eso de la poesía de la experiencia. Al parecer es la que escriben unos poetas que andan de discoteca en discoteca y a los que Valente y Carnero recomiendan ir a la escuela. Son poetas rarísimos, me gustaría encontrarme con alguno. Según nos recordaba hace unas semanas Siles en este mismo suplemento, ni siquiera saben que la palabra "agua" no moja. Me gustaría mucho que alguien me presentara a alguno de esos raros especímenes.
P: Le acusan de tener una camarilla de jóvenes poetas a los que promociona. ¿Es imparcial al juzgarles?
R: Me acusan de cosas peores, señorita. Hasta de pasarme la vida rodeado de efebos. ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!
P: Recuperó la poesía de Victor Botas: ¿qué puesto cree que ocupará en nuestra literatura?
R: Víctor Botas me parece uno de los poetas más divertidos y hondos de este tiempo. Fui leyendo sus poemas a medida que los escribía, siempre con admiración y asombro. No sé qué puesto ocupa en el escalafón literario; sé que escribió algunas de esas pocas palabras verdaderas "que no ha de destruir el raro tiempo/ que en Babilonia destruyó los hombres".
P: También ha recuperado títulos de Clarín: ¿La regenta lo oculta todo? ¿Qué queda aún por descubrir?
R: He editado su último libro, Siglo pasado, que no había vuelto a reeditarse desde hacía casi cien años. Hay muchos clarines en Clarín: el narrador excepcional, el crítico punzante, el estudioso ponderado, el analista político, el filósofo... Su centenario servirá para poner las cosas en su sitio.
P: Dirige una de las revistas literarias más prestigiosas, "Clarín": ¿qué les falta y que les sobra hoy?
R: Lo que les falta a unas revistas, lo encontramos en otras; lo que les sobra, uno lo pasa por alto (y es una suerte no tener que leerlo todo). Hay revistas para hojear y otras para
leer detenidamente. Yo disfruto con todas. Hasta con "Qué leer", que cuenta con la más analfabeta sección dedicada a la poesía que es posible imaginar.
P: ¿Realmente se siente amenazado al salir de casa?
P: A mí la única persona que me ha amenazado públicamente, y en este suplemento, ha sido Pérez-Reverte. Pero ya me imagino que su navaja era solo una desafortunada navaja metafórica, y que además me confundiría con cualquier otro crítico, ya que yo me ocupo de poesía y en su gloria ni entro ni salgo. Me ocurre a menudo. Son los inconvenientes de tener un nombre propio que casi es sólo un nombre común.