El Cultural

Miguel Sánchez-Ostiz

"Hoy nadie le hace ascos a la difamación, al insulto y a las calumnias impunes"

17 mayo, 2000 02:00

Se gasta Miguel Sánchez-Ostiz perfil de carlista de antaño, de lobo estepario o robinsón. Libre y furioso, sin cuadrilla en un mundo que tiene "más de corte de los milagros que de guiñol", acaba de publicar una novela, La flecha del tiempo (Anagrama) y un ensayo sobre Baroja.

Pregunta: El protagonista de La flecha del miedo intenta huir de Umbría. ¿Llega muy lejos?
Respuesta: El protagonista no huye de Umbría, se marcha, que es muy distinto, y se va a Pamplona (que yo sepa). Yo no sé si eso es ir lejos, o ir cerca o ir a parte alguna.
P: ¿De qué o de quién le gustaría huir a usted?
R: De las situaciones poco claras, de las patrañas, de la desidia, de mis propias pifias, de la gentuza que te quita tu trabajo, en fin, de todas esas amenidades que te persiguen como buscapies.
P: Tengo entendido que esta novela forma parte de un plan más ambicioso....
R: No, el nuevo ciclo novelesco que estoy escribiendo, compuesto por cinco novelas, es algo muy distinto. Las ficciones autobiográficas terminan aquí.
P: Hace años decidió irse a vivir al valle del Batzán. ¿Todavía no se ha cansado del paraíso?
R: Mire, en el Batzán yo he encontrado un paisaje que me gusta y una gente sencilla y sin pretensiones con la que me encuentro muy a gusto y una vida cotidiana que me satisface. ¿A qué marcharse?
P: ¿Dónde le gustaría estar ahora a ese vagamundo llamado Sánchez-Ostiz?
R: En Tierra de Fuego, aunque mirándolo bien mirado tampoco estaría nada mal la tierra del Dolpo, en el Tíber (famosos)... acabaré como siempre, cerrando los ojos.
P: Su novela tiene 600 páginas. ¿No teme abrumar a un personal cada vez más acostumbrado a lo fácil?
R: Cuando escribía corto, era demasiado corto, ahora es demasiado largo, vaya por Dios. Hay algunos que no damos una. Así que lo mejor es trabajar como a uno le pete.
P: Es un autor mimado por la crítica. ¿Qué le falta y qué le sobra para conquistar al gran público?
R: ¿Mimado por la crítica? No puedo quejarme, pero hay títulos míos de los que algún suplemento literario que yo me sé no ha publicado ni una sola línea. Se ve que no soy de la cuadrilla. Hay que tener cuadrilla y secuaces, de lo contrario vas dado.
P: Pocos parecen apreciar el sarcasmo de casi todos sus libros...
R: Más que sarcasmo, hay bastante humor estrepitoso, pero parece que dicen que a lo mejor todo es queja quejumbrosa, sermón frailuno, jeremiada, insultos gratuitos... Yo, a lo mío.
P: ¿Por qué dicen que su obra despide cierto aroma "un pelín paranoide"?
R: A frases escritas con evidente mala intención no contesto. También podría decir yo de su autor que tiene mal aliento y no lo hago.
P: Su novela anterior, la sensacional No existe tal lugar, hablaba de la aventura para huir de lo cotidiano, de escapar de ese ir "de ningún sitio a ninguna parte". ¿Lo logró?
R: Ni huidas ni escapadas ni aventuras. La fenomenal chocarrería de mi vida es una forma de sobrellevar la mortecina realidad de los poetas.
P: Obtuvo con ella el premio de la Crítica: ¿le ha servido para algo?
R: Ese premio no sirve más que si te lo jalean. A mí me lo patearon de manera abusiva e injusta al día siguiente de que me lo concedieran y lo silenciaron todo lo que pudieron. No me sirvió absolutamente para nada.
P: Acaba de publicar Derrotero de Pío Baroja (Alberdania). ¿Importa mucho a qué edad lo lee uno por primera vez ?
R: Por supuesto, la edad de la rebelión y el disgusto, la edad de las frustraciones, del sentimiento de pérdida y desarraigo. Lo vio muy bien Ortega.
P: ¿Cómo y en qué le ha influido, como escritor y como hombre?
R: Es una influencia bastante más que difusa, que se me ha aplicado un poco a tontas y a locas, me temo.
P: ¿Como él se siente un robinsón de por vida, que se afirma y crece en la derrota?
R: Robinson, Robinson... Ya será algo menos. Pero fue mi padre quien de verdad me enseñó a afirmarme y a crecer en la derrota.
P: Como en tiempos de Baroja, ¿es la sociedad literaria un guiñol burlesco?
R: Más que un guiñol burlesco es una corte de los milagros en donde parece que nadie le hace ascos a la difamación, al insulto y a las calumnias rebuscadas e impunes. Y ni se te ocurra defenderte. Te dan matarile.
P: ¿Y quién sería entonces nuestro diablo cojuelo?
R: Alguien que no temiera perder el favor de nadie, al de la cuadrilla de turno me refiero. Alguien que de verdad no tuviera nada que perder y pudiera decir lo que todos ven y la mayoría calla.
P: ¿El príncipe encantado?
R: Más que príncipe encantado habría, me temo, bofetadas para meterse en la sombra de la higuera a echar una siesta casi eterna: un mogollón lleno de cuescos y ronquidos.
P: ¿La bruja del bosque?
R: Vamos a dejar a la bruja tranquila no vayamos a tropezar con ella.
P: ¿Espera que cambie algo el panorama cultural español con el nuevo Gobierno?
R: Ni lo sé ni me importa. Lo que sí sé es que con este u otro gobierno seguiré siendo silenciado y excluido por el Instituto Cervantes, el Centro de las Letras Españolas, el Ministerio del ramo, y por todos sus mamporreros.
P: ¿A quién escogería como director de una película sobre lo que pasa hoy en nuestra cultura y por qué? ¿Fellini quizá? ¿Hitchcok...?
R: No se me ocurre ningún director, debería ser alguien que tuviera un sentido muy agudo del asco moral y de lo grotesco. Fellini se quedaría corto, me temo.