Image: Mario Muchnik

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El Cultural

Mario Muchnik

“Los ejecutivos papanatas han usurpado el poder literario”

13 septiembre, 2000 02:00

Mario Muchnik, por Gusi Bejer

Hace un año el editor Mario Muchnik sacudió las conciencias literarias con Lo peor no son los autores. Ahora, con Banco de pruebas, sigue largando. Por ejemplo, que la independencia se roba. Que Sábato se ha echado a perder por falta de modestia y banalidad. Y que sí, que lo peor son... los editores.

Pregunta: Ya sabemos que lo peor no son los autores, pero ¿quiénes lo son y por qué?
Respuesta: Lo peor son los editores, que publican demasiado y demasiados libros malos.
P: ¿Banco de pruebas son los restos de Lo peor... o fue aquel un ensayo general de estas memorias?
R: Banco de pruebas son mis memorias de mis cuatro vocaciones: la física, la foto, la música y los libros, cincuenta años de trabajo. Lo suficiente como para poder decir que me he ganado la vida con el sudor de mi frente.
P: ¿Qué episodios matiza ahora?
R: No soy amigo de los matices. Cuento, en blanco y negro, otras cosas, a pedido del público.
P: ¿Cómo reaccionaron los personajes peor parados de Lo peor..."?
R: Nadie reaccionó mal. O no se dieron por aludidos o comprendieron que en mi libro no había hiel.
P: ¿Sin el éxito de Lo peor existiría este Banco de pruebas?
R: Indudablemente sí, pero quizás en una única copia manuscrita, en un cajón.
P: Divide el libro en vocaciones. ¿Ya sabe al fin qué quiere ser de mayor?
R: Lo digo en el último capítulo: si las condiciones fueran hoy las de "entonces" (1966) sería editor. De lo contrario, quizás fontanero.
P: ¿Era su relación con Anaya una cuenta esencial que saldar?
R: Fue un amor a primera vista, un febril encuentro sexual que dio bellos hijos. Pero mi cónyuge no aceptó educarlos en buenas escuelas...
P: ¿Por qué lo suyo con los grandes grupos (Planeta, Anaya) comienza con un idilio y acaba en divorcio sin acuerdo?
R: Porque tengo temperamento de amante, de Don Juan, de marido, de padre, pero no de vasallo.
P: ¿Cómo logró inmunizarse contra el miedo que aquejaba a sus colegas en esos sellos?
R: No lo intenté. Durante el idilio la presidencia alentó mi falta de miedo. "Eres de los que saben mojarse" me susurró al oído. Cuando me mojé les cayó muy mal.
P: ¿La independencia se paga?
R: La independencia se roba, así como la libertad se toma, no se pide.
P: ¿Y usted jamás se equivocó? ¿Cuándo y en qué?
R: Me equivoqué en mi juicio sobre mis socios o superiores jerárquicos: nunca habría debido poner mi confianza sino en mí mismo. Es la historia de mi vida. En cambio, nunca me equivoqué seriamente con mis colaboradores.
P: Asegura que hoy no se haría editoR: ¿por qué?
R: La edición se ha vuelto una feria de vanidades y un modo torpe de enriquecerse. Es así en todas partes. En Francia salen en estos días 400 nuevas novelas, simplemente porque es época de premios. La mayoría son breves y de lectura fácil, es decir, malas. Muchas serán rápidamente traducidas para solaz del público español...
P: ¿Cuáles son (en tres líneas) los principales cambios sufridos por la edición en los últimos treinta años?
R: La usurpación del poder literario por los ejecutivos papanatas; la aberración del gusto debida a la televisión; la (positiva) entrada de las nuevas tecnologías, que quizás sean la salvación del pequeño editor, del pequeño librero y del pequeño lector.
P: ¿Ha logrado publicar muchos libros que "muerdan y pequen"? ¿Cuáles?
R: "Muchos" es un término relativo. Tampoco hace falta editar muchos libros que piquen y muerdan: en una vida con uno basta. Por ejemplo, Auto de fe de Elias Canetti.
P: Su mayor fracaso fue...
R: Son cuentas que no llevo. Y todo depende de a qué se llama fracaso: ¿pocos ejemplares vendidos o escasa repercusión cultural?
P: ¿Qué libro o autores se arrepiente de haber publicado?
R: Ninguno.
P: ¿A cuál de sus autores se siente más agradecido y por qué?
R: A Julio Cortázar y a Italo Calvino, que cuando me quedé en la calle despedido por Planeta me dieron sendos libros a cambio de anticipos casi simbólicos.
P: ¿Qué fue para usted, como autor y amigo, Rafael Alberti (en una línea)?
R: Rafael me dedicó un cuadro suyo poniendo "Del tío Rafael". Rafael fue uno más de mi familia.
P: Kenizé Mourad.
R: Una lección personal de honestidad y modestia por parte de una consumada escritora intuitiva.
P: Elias Canetti.
R: Una lección personal de rigor y pureza por parte del (entonces) último representante de la generación de Kafka, Musil y Kraus.
P: Julio Cortázar.
R: Una lección personal de sencillez y caballerosidad por parte de un gran cronopio que nunca perteneció a ningún "boom".
P: Ernesto Sábato.
R: Una ya lejana lección personal de sano escepticismo y de coraje político, echada a perder por una lamentable falta de modestia y una dolorosa caída en la banalidad retórica.
P: Germán Sánchez Ruipérez.
R: Una colaboración con un gran profesional frustrada por adláteres celosos.
P: Víctor Freixanes.
R: Una complicidad frustrada por su sed de poder.
P: Jacobo Muchnik.
R: El padre de todas las batallas.
P: ¿Qué fue lo mejor que su padre le enseñó como editor?
R: La honradez.
P: Sábato le concedió a su padre un diploma al "editor esquizofrénico" ¿Quiénes deberían enviarle uno a usted?
R: No lo aceptaría: no tengo dónde ponerlo.
P: ¿Cómo, tras tantos avatares, un editor logra tener una casa con viñedos en Italia?
R: No son viñedos sino olivos. Es el fruto de toda una vida. En el banco no tengo un duro.
P: ¿Qué consejos daría hoy a un joven editor?
R: Muchos, y están en Banco de pruebas, página 296. En todo caso, que edite poco, sin preconcepto mercantil y que cuide su independencia. Sobre todo, que se busque buenos distribuidores.
P: ¿Y ahora qué?
R: Después de haber contestado estas preguntas, a verificar pruebas: el tiempo corre.