Ray Loriga
"Es bueno mantenerse en el borde del asiento de tu propia vida"
13 diciembre, 2000 01:00Dice estar harto de hablar y escribir de sus héroes, de que se le relacione con alguna generación de letra perdida en el alfabeto. Ahora que ha sustituido la cazadora de cuero por la levita de cachemir, Loriga prefiere hablar de la paternidad, de la búsqueda de la tranquilidad y, por supuesto, de su última novela, Trífero (Destino), una obra protagonizada por un embaucador y en la que parodia la charada pseudocientífica.
Respuesta: Hacia la siguiente novela.
P: ¿En este camino literario se ha encontrado con muchos obstáculos?
R: Cuantos más obstáculos saltas, más encuentras. Los hay literarios y extraliterarios, los unos son justos y necesarios y los otros no.
P: ¿Y en el camino de la vida?
R: No puedo quejarme.
P: Trífero, el protagonista de la novela, es un inadaptado de su propia vida. A Ray Loriga ,¿a qué parte de la realidad vivida todavía le cuesta adaptarse?
R: Creo que es bueno mantenerse en el borde del asiento de tu propia vida. No conviene descuidarse.
P: ¿A qué aspectos de la escritura y de la vida de escritor todavía no se ha adaptado usted?
R: A la oficina siniestra. Todo eso que no tiene nada que ver con este oficio y que al parecer interesa tanto.
P: ¿Cuáles son las mayores trampas de la escritura?
R: La autocomplacencia.
P: ¿Y del mundo que venera la imagen del escritor?
R: Creerte más importante que lo que escribes.
P: ¿En cuáles de éstas ha caído usted?
R: He caído en alguna y he salido. Caeré en otras y espero seguir saliendo.
P: ¿Cuál es el principal interrogante que a usted le ha planteado la escritura?
R: Por qué, para qué y cómo.
P: ¿Y ha encontrado las respuestas?
R: Un asomo de respuesta, al menos.
P: ¿Qué encuentra usted en la tranquilidad que la haga tan deseable?
R: La tranquilidad se parece mucho a la felicidad.
P: ¿Y es mayor fuente de inspiración que el conflicto?
R: Perseguir la tranquilidad genera conflicto.
P: Trífero tiene una cara para sí mismo y otra para los demás. ¿En qué distan la cara que tiene Loriga de sí mismo de la que ofrece a los demás?
R: La que los demás ven depende sobre todo de su propia percepción. Es inútil preocuparse.
P: ¿Se pueda dar en la literatura casos parecidos al del libro, el del éxito del embaucador?
R: Se dan a menudo.
P: Trífero es una parodia de la charada pseudocientífica. ¿Se ve con fuerzas de escribir una parodia de la charada pseudoliteraria?
R: No gracias. Hay mucha buena literatura, ¿por qué fijarse en la mala?
P: Dice haber encontrado por fin su propio lugar. ¿Qué lo impedía antes?
R: Antes también tenía mi lugar. Ahora estoy en otro distinto.
P: ¿Qué cualidades del personajes de Trífero desearía tener?
R: Me gustaría ser un equilibrista tan elegante.
P: Imagine el Ray Loriga soñado por sí mismo, el perseguido por usted. ¿Cómo es?
R: Deseo ser buen escritor, buen marido y buen padre, aunque ahora que lo digo parece una meta complicada.
P: ¿A Ray Loriga qué le hace dudar de sí mismo, como a veces le sucede al protagonista?
R: Todo me hace dudar, dudar es muy saludable.
P: Como escritor, ¿qué le debe a Thomas Mann?
R: Al parecer, parte de un personaje.
P: ¿A Baroja?
R: Baroja te recuerda que estás escribiendo demasiado.
P: ¿A Cervantes?
R: Trífero y Jerusalem tienen algo del Quijote y Sancho dados la vuelta. El Caballero escéptico y el escudero enajenado.
P: ¿A Evelyn Waugh?
R: Espero haberme acercado a su extraordinario balance entre humor y tristeza.
P: ¿Volvería a repetir la experiencia de dirigir una película?
R: Sí, de hecho espero hacerlo pronto.
P: Haber sido conocido como "cronista de una generación", ¿le ha dado más disgustos que alegrías?
R: No he sido cronista de una generación. Si en algo se parecen mis novelas es en que siempre hablan de uno, nunca de muchos.
P: Dice haber intentado, con esta nueva novela, acabar con su cliché, enterrarse. ¿Cuál sería su epitafio para este entierro deseado?
R: Mañana más.
P: ¿Cuál cree que es su sitio en la literatura?
R: La literatura no tiene sitios, ni puestos, ni listas. Intentas escribir un libro mejor que el anterior. Eso es todo. No se compite contra los demás sino contra uno mismo. Parecerse a los escritores que uno admira es trabajo más que suficiente.