Image: Raúl Guerra Garrido

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El Cultural

Raúl Guerra Garrido

"El miedo se combate recordando a los amigos asesinados por el fascismo terrorista"

14 febrero, 2001 01:00

Raúl Guerra Garrido, miembro del Foro de Ermua, es uno de los muchos "Salman Rushdie que casi debemos movernos en la clandestinidad". Han quemado su farmacia y vive amenazado. Autor de una treintena de novelas, acaba de reeditar Lectura insólita de El Capital, premio Nadal en 1976, que narra el secuestro de un industrial al que sus verdugos etarras intentan adoctrinar. Sin éxito.. También él, Guerra Garrido, sigue igual. Sin miedo.

Pregunta: ¿Por qué recupera, 25 años después, Lectura insólita...?
Respuesta: Las reediciones no dependen del autor sino de la editorial, quizá también de los lectores. En cualquier caso es una recuperación que me alegra, que hace aflorar a la superficie una novela que nunca dejó de fluir frenéticamente.
P: ¿Qué hubiera cambiado de haber reescrito la novela?
R: No debe reescribirse lo ya publicado. La novela es hija del tiempo social en que fue escrita y del tiempo personal del autor, no he corregido ni las erratas, creo que así gana como testimonio sin perder en lo que como literatura valga.
P: ¿El tiempo le ha dado la razón? ¿Por qué?
R: Porque, como reza la solapa, "explica, adelantándose en el tiempo, la zozobra de una sociedad atenazada por el miedo..." El piropo que la editorial Destino incluye no sé si es cierto, pero lo agradezco.
P: ¿En qué se la ha quitado?
R: En el incremento de la barbarie, la quiebra del nacionalismo democrático y la socialización del miedo. Supuse que se frenaría esta locura antes de alcanzar las proporciones que ahora tiene.
P: El protagonista es un industrial secuestrado por ETA que, para combatir el tedio y el miedo, lee El Capital. ¿Cree que ahora repetiría?
R: No. El Capital se lo dan a leer los secuestradores con una intención sadodidáctica, hoy le darían algo de Sabino Arana porque en ETA ya no quedan marxistas ni izquierdistas.
P: ¿Leería revistas del corazón?
R: Quizá. Los secuestradores seguro que sí, no creo que sean capaces de leer otra cosa.
P: Los amigos y familiares de Lizárraga reconstruyen su vida: ¿dan una imagen fiel?
R: Confío en que sí, es una imagen lo suficientemente contradictoria como para captar todas las facetas de su compleja personalidad.
P: ¿Cuál darían de usted como hombre, como vasco y como escritor sus amigos y familiares ?
R: No lo sé, me quieren y eso es más que suficiente.
P: Es miembro destacado del Foro de Ermua. ¿Cómo se combate el miedo?
R: De mala manera. Apretando los dientes y recordando a los amigos asesinados por el fascismo terrorista.
P: ¿Y la indiferencia?
R: A estas alturas, con todo lo que ha caído, la indiferencia es un eufemismo. El indiferente ya no es un neutral sino un cómplice.
P: ¿Es posible reescribir el pasado impunemente?
R: Sí, si se hace en clave nacionalista. De todas formas creo que éste es el único país del mundo en donde el pasado se vuelve cada día más impredecible.
P: ¿Y el presente?
R: Como el pasado.
P: ¿Cuál es el precio que ha pagado por su libertad?
R: La libertad de moverme a mi antojo. Somos muchos los Salman Rushdie que hemos de movernos casi en la clandestinidad.
P: En el libro, los secuestradores son jóvenes imberbes... ¿presagio de la kale borroka?
R: Los aspirantes a la magnum de 9 mm parabelum son ahora mucho más jóvenes, fruto de una férrea formación del espíritu nacional.
P: Fraga decía, en tiempos de Franco, que la calle era suya. ¿De quién son hoy las calles del País Vasco?
R: De los encapuchados.
P: ¿Qué pueden hacer los ciudadanos?
R: Votar, si les dan la oportunidad de hacerlo, y retirarles el saludo a los abstencionistas cómplices.
P: ¿Y los escritores?
R: A algunos ya sólo nos falta salir a la calle y hacer el pino. Del resto prefiero no hablar.
P: ¿Hay demasiados intelectuales que callan por miedo?
R: Sí, y también hay demasiados que sólo torean de salón.
P: Fue uno de los escritores más famosos de la Transición. ¿El tiempo ha sido justo con usted?
R: No me puedo quejar, me mantengo en una relativa buena forma física.
P: ¿La crítica?
R: Para ser independiente, no pertenecer a ninguna capilla y vivir fuera de Madrid no me puedo quejar: sólo una mayoría me ningunea.
P: ¿Y los lectores?
R: Son de una fidelidad insobornable y conmovedora. Son mi baluarte en la jungla literaria. Y, contra pronóstico, cada vez más y más jóvenes. Al menos los que me visitan en la web (www.guerragarrido.com).
P: Ahora que lo menciona, plantea a los lectores de su página web el dilema de Mefistófeles, que concede a un escritor una sola obra pero maestra o una fallida pero que permite escribir otra fallida que a su vez... ¿Usted que elegiría y por qué?
R: La segunda opción, porque lo sublime de la escritura radica en el hecho de escribir con independencia del resultado. No entendería mi vida sin escribir y prefiero morir en el intento de la obra maestra que morirme pero ágrafo.
P: ¿Cuál es su precio?
R: No lo sé, pero no aceptaría ninguno que impidiera mirarme a la cara cuando me afeito o mirar directamente a los ojos de mis hijos.
P: ¿A qué estaría dispuesto a renunciar para lograr un best seller?
R: Por favor, tiénteme con algo más apetecible.
P: ¿Y para recuperar a esos editores preocupados por la literatura?
R: Casi, casi, hasta hacerme socio de uno de ellos.
P: ¿Cree que el mercado le permitirá reeditar su novela dentro de otros 25 años?
R: Dentro de 25 años nada me será permitido ni prohibido. Confío en que reediten por puro placer, pero tampoco me preocupa.
P: ¿Y los lectores?
R: Reitero, confío en que quieran darse el gusto.