Lorenzo Silva, por Gusi Bejer
Amor, violencia y muerte son los ejes de un relato emocionante. Su autor, creador de una pareja de guardias civiles, Bevilacqua y Chamorro, que ganaron el Nadal y han llegado a las pantallas con El alquimista impaciente, asegura que “no considera un ideal ganar premios”, y que sólo se presenta “porque en ese momento creo que es lo mejor para los libros”. El Planeta puede esperar.
Pregunta: Ha ganado el premio Nadal, el Destino infantil, ahora el Primavera... ¿La vida es premio?
Respuesta: Ni mucho menos. Yo trato de poner los premios literarios al servicio de los libros y no al revés.
P: No es la primera vez que escribe sobre la guerra de áfrica (
El nombre de los nuestros, Del Rif a Yebala): ¿cuándo nace esa fascinación?
R: En la adolescencia, leyendo, y cuando comencé a conocer las peripecias de mi abuelo en áfrica.
P: ¿Qué tiene que ver esta novela con
El nombre...?
R: Mucho y poco. Mucho porque empieza cuando acaba
El nombre..., tras el desastre de Annual. Poco, porque ésta era una historia colectiva, y
Carta blanca tiene un protagonista individual.
P: Sí, pero ¿por qué la guerra de áfrica? ¿ese conflicto tiene algo que enseñarnos?
R: Sí, es parte de otro más general que no sólo no ha terminado sino que pasa por una de sus peores etapas: el conflicto entre el Occidente digamos cristiano, liberal y democrático, y el Islam extremista.
P: La novela acaba en la guerra civil... ¿las dos Españas son historia?
R: No, qué va, todos los días se observa como hay quien no tiene cicatrizadas las heridas, quizá porque no hemos aprendido a respetar los muertos “de los otros”.
P: Uno de los episodios clave del libro es el ataque brutal a una familia ára-
be por parte de unos legionarios, no muy distinto a lo que hemos leído de soldados de la OTAN en Kosovo... ¿No aprendemos?
R: No, al menos no la lección definitiva: que no podemos permitir que los hombres traspasen la raya de la humanidad, porque si se pierde la consideración por el otro, cualquier barbaridad es posible. Animalizarse es muy sencillo.
P: Como el 11-M, o lo de los americanos quemados vivos en Iraq y colgados...
R: Desde luego. Por eso el desafío de los gobiernos es impedir que se traspase esa raya de humanidad.
P: Sí, pero muchos líderes avivan las diferencias...
R: Por desgracia, y lo hacen invocando razones históricas y agravios -reales o no- para propiciar más odio.
P: Uno de los jurados, Antonio Soler, explica que su libro trata de un hombre digno en tiempos indignos. ¿Se conserva la dignidad en medio del caos ?
R: Se puede, porque por encima y por debajo de todo algo nos llama a ser mejores, a no olvidar el mal que hemos hecho y a repararlo.
P: ¿Y por qué parece tan fácil perder esa dignidad?
R: Es fácil cuando se va en manada y uno se deja dominar por sentimientos irracionales como el odio y el miedo. Miedo al enemigo y miedo a separarse del grupo.
P: ¿Como escritor, ha sentido la tentación de perderla?
R: No. He tenido que hacer sacrificios, he renunciado a pequeños principios, pero jamás a mi dignidad.
P: Incluye a Franco como personaje secundario...
R: Es una pequeña higiene personal como narrador, porque intento contar la historia de un puñado de personajes excluidos de la historia, de la que ni siquiera son comparsas.
P: “El que dice que nunca ha temido, no dice la verdad”. ¿Es posible vivir sin miedo?
R: No, sólo carecen de miedo quienes no tienen conciencia. Lo que no se puede es vivir atenazado por él.
P: ¿A qué le tiene usted más miedo como escritor?
R: A dejar de sentir el impulso de arriesgarme con nuevas historias.
P: ¿Como lector?
R: A perder la curiosidad. Aún me interesa descubrir libros y autores, no creo que lo mejor sea releer.
P: ¿Y a qué crítico (o tipo de crítica) teme más?
R: A ninguno, porque un escritor no se juega su destino por una crítica. Puedo sentir incomodidad o fastidio por una crítica que se encarniza con la persona, pero no miedo.
P: Sin embargo, en su página web incluye críticas buenas (como todos) y malas... ¿por sinceridad o masoquismo?
R: Por honestidad: ver todos los puntos de vista me da una imagen más ecuánime.
P: Si los muertos llaman a los muertos, ¿puede acabar bien lo de Iraq?
R: Sí, sigo creyendo en la fuerza de la razón, más poderosa que la sinrazón.
P: ¿Qué se aprende de una atrocidad como el 11-M?
R: Que la mayor fuerza de seguridad es la justicia. Que no hay policía ni guerra preventiva que valga.
P: El protagonista nace con el siglo XX, quizá el más cruel. ¿El XXI será mejor?
R: Sólo han cambiado los dígitos, pero el siglo XXI va a tardar en llegar.
P: ¿Qué dirán sus guardias civiles, Chamorro y Bevilacqua, cuando lean el libro?
R: Afortunada o desafortunadamente, están familiarizados con la crueldad y entrenados para la compasión, así que sentirán compasión por alguno de los personajes. Espero que por todos.
P: Es guionista y ha llevado al cine
El alquimista impaciente. ¿se imagina
Carta blanca en la gran pantalla?
R: No me molestaría, podría ser una buena película.
P: Está a punto de comenzar la promoción del libro, pero ¿tiene ya en mente el siguiente?
R: Sí, aunque sé que me esperan meses en los que no voy a poder escribir demasiado, estoy enredado con las nuevas andanzas de Chamorro y Bevilacqua. Ya iba siendo hora.