Image: Ventura Pons

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El Cultural

Ventura Pons

“Soy la persona más puñeteramente cartesiana que conozco”

15 julio, 2004 02:00

Ventura Pons, por Gusi Bejer

Trabajando al ritmo de una película al año, Ventura Pons (Barcelona, 1945) suele buscar en las letras catalanas el material con el que alimentar sus películas (Amic/Amat, Caricias, Actrices...). Ya ha celebrado sus bodas de plata con el cine, demostrando que lo suyo es más que un matrimonio de conveniencia con el teatro, de donde procede. Desde su productora Els Films de la Rambla, ahora rueda entre Barcelona y Argentina su próxima comedia, Amor idiota, con Cayetana Guillén-Cuervo y Santi Millán.

Pregunta: Amor idiota... un buen título, pero ¿cuándo no es idiota el amor?
Respuesta: El título tiene garra. El amor es un misterio imprevisible...
P: ¿Qué historias de amor en la pantalla le han enamorado?
R: Me atraen más las de desamor. Será por llevar la contraria... Pero bueno, en general las agridulces tipo Annie Hall.
P: Sus últimas películas hablan de los distintos rostros del amor. En los tiempos que corren, ¿no le apetece hablar de otras cosas?
R: Lo que me pone es hablar de la gente, de sus problemas y sus luchas para superarlos.
P: ¿Y tienen algo que ver con sus problemas y luchas personales?
R: En todas mis películas procuro hablar de lo que conozco. Soy de los directores que se retratan en cada una de las historias que cuentan.
P: En Amor idiota cuenta la historia de una obsesión: ¿cuál es la suya?
R: El cine. ¿No se nota?
P: Esta vez, además de Barcelona, también ha rodado en Buenos Aires. ¿Necesitaba cambiar de aires?
R: Buenos Aires me enamora, pero en la película no es una excusa. Lo necesitaba dramáticamente para la narración.
P: ¿Cree que se le ha contagiado algo la buena salud del cine argentino?
R: Ojalá, cuentan historias tan buenas...
P: El protagonista del filme actúa de un modo caótico, excesivo y descontrolado. ¿Algo que ver con usted?
R: Para nada, soy la persona más puñeteramente cartesiana que conozco.
P: ¿Qué tiene Cayetana Guillén-Cuervo para que le ofreciera el papel protagonista?
R: Que es una actriz como la copa de un pino lleno de piñas repletas de piñoncitos sabrosísimos.
P: Menudo piropo... Y eso que es la primera vez que trabajan juntos. ¿Repetirá?
R: Si tengo el personaje y a ella le gusta, claro que sí.
P: Lleva un ritmo constante de una comedia al año. ¿Sigue mirándose en el espejo de Woody Allen?
R: Es uno de los grandes, pero no el único.
P: ¿Le molesta que todavía le comparen con él?
R: Para nada... La comparación con el maestro es un clásico de los periodistas vaya donde vaya.
P: ¿De dónde saca las ideas y las fuerzas para producir tanto?
R: Las ideas normalmente las busco en la capacidad fabuladora de la literatura catalana contemporánea, que es enorme. La fuerza en el animal que llevo dentro.
P: ¿Y el dinero? Porque a usted no parece afectarle la crisis...
R: Donde todos: en las teles, en las salas, en el mercado internacional, en las ayudas... No hay nada por inventar.
P: ¿Con quién se lleva mejor: con el productor o con el director que lleva dentro?
R: La combinación de ambos es la base de la libertad e independencia de mi trabajo. O sea, la marca de la casa.
P: Anuncian nuevos tiempos para el cine español, ¿usted ya ha notado diferencias?
R: Me encantan todas las declaraciones que he leído de la ministra de Cultura y del nuevo director del ICAA. Ya era hora y vaya diferencia... No hay color.
P: ¿Qué vio la última vez que fue al cine?
R: Wilbur se quiere suicidar. La directora, Lone Scherfig, es muy interesante. Ha sabido pasar brillantemente de la comedia al drama.
P: ¿Cuando fue la última vez que salió contento de una sala de cine?
R: Pues ésa.
P: ¿Y enfadado?
R: Soy muy selectivo y además no tengo memoria para los enfados.
P: Si tuviera que quedarse con una de sus películas, ¿cuál sería?
R: A un padre no se le hacen ese tipo de preguntas.
P: Después de 25 años en la profesión... ¿le ha proporcionado el cine alguna certeza?
R: Que el tiempo pasa volando y que hay que aprovecharlo al máximo. Estoy en ello, ¿no?
P: ¿Su carrera hubiera sido posible sin la existencia de Ocaña, ese artista intermitente?
R: Ocaña fue como un cuento de hadas potentísimo... pero me costó cuatro años montar la siguiente película.
P: ¿Hay algunas de sus películas que preferiría no haber hecho?
R: Siempre hay errores en la vida, faltaría más, pero de todo se aprende.
P: ¿Cree que ha alcanzado su mejor momento artístico o todavía está por llegar?
R: Cuando llegue a la edad de Manoel de Oliveira espero que me lo pregunte de nuevo, mientras sigo...
P: Como alguien que ha rodado una trilogía del minimalismo, ¿podría explicar brevemente qué es, qué pretende el minimalismo?
R: Es una forma como otra cualquiera de enseñar el mundo, que es a lo que nos dedicamos todos los cineastas.