Juanma Bajo Ulloa
Me he encontrado con más puertas cerradas que nunca
14 abril, 2005 02:00Juanma Bajo Ulloa, por Gusi Bejer
Juanma Bajo Ulloa (Vitoria, 1976) es de los pocos cineastas que todavía cree en la fuerza del cuento tradicional, y por eso vuelve a las pantallas -tras ocho años ausente desde el gran éxito Airbag- con una fábula sobre las enfermedades de la sociedad de las apariencias y el engañoso mundo del cine. Frágil, que se estrena mañana en las pantallas españolas, es su arriesgada declaración de indepedencia de una industria en la que parece haber perdido la fe.
Respuesta: Habla sobre una sociedad que juzga lo que parecemos y nos presiona de un modo intolerable y sutil para cambiar y tratar de convertirnos en otros que se nos muestran como "mejores". Habla
sobre la angustia, la ansiedad y la infelicidad que esto provoca.
P: Intente definir el espíritu que impulsa su película...
R: Es un cuento sobre el amor y la necesidad del ser humano de ser aceptado, comprendido, querido. Sobre la enfermedad que causa la falta de amor. Sobre las mentiras que construimos y que nos contamos a nosotros mismos para ser apreciados.
P: En una industria tan acomodaticia como la nuestra, se echan de menos películas arriesgadas como Frágil. ¿El riesgo, de un modo u otro, siempre es recompensado?
R: He supuesto eso durante mucho tiempo, pero ahora no podría asegurarlo. Habla usted con alguien que ha perdido su fe.
P: Empieza y termina la historia con la imagen de unas raíces. ¿Cree que con esta película vuelve a ellas?
R: Las raíces simbolizan lo interior, lo que ocultamos a los demás, a nosotros mismos. Son largas,
interminables y a veces retorcidas y terribles, pero son nuestras. No he tratado de volver a un lugar del que no me he ido.
P: Si Alas de mariposa era su ‘Cenicienta’ y La madre muerta su ‘Caperucita roja’, ¿qué es Frágil?
R: Es de nuevo un cuento porque en ellos he conocido la esencia del ser humano. En Frágil se puede intuir un cuento de príncipes y princesas y un ‘Patito feo’ en el que el final no supone tener que convertirse en cisne.
P: Frágil pasa del mito de Penélope a la historia del ‘patito feo’ para después darle la vuelta a todo... ¿Un cuento postmoderno?
R: Sólo un cuento, un cuento envenenado.
P: ¿Cree que los espectadores necesitan que les cuenten más cuentos?
R: Igual que en la televisión, los espectadores van al cine y ven lo que hay. Y cada vez hay menos donde elegir. Un cuento puede ser algo maravilloso, luminoso y fantástico, algo con lo que soñar, y también una mentira increíble. Esa ambigöedad es el alma del ser humano.
P: Por lo que cuenta en la película no parece que le guste mucho lo que rodea a su profesión...
R: Este es un momento en el que no sé muy bien si soy feliz con lo que hago. He ido intuyendo la razón intrínseca de mi necesidad de exhibir mi interior y no estoy seguro de que me guste. En el pasado sentía la obligación de usar mis historias como una terapia, igual que otros escriben, pintan o ponen bombas.
P: Si no hiciera películas, ¿a qué se dedicaría?
R: Supongo que hubiese sido músico, diseñador, dibujante o delincuente habitual.
P: ¿Podemos entender Frágil como su respuesta, su rabia, contra el proyecto abortado de Capitán Trueno?
R: No he rodado nunca por rabia, tal vez con rabia. De hecho Frágil se originó hace unos nueve años, y la nombraba en el libro de Carlos F. Heredero sobre los nuevos cineastas del año 1997.
P: ¿Qué pasó para que no saliera adelante?
R: El Capitán Trueno que yo deseaba hacer no coincidía con la intención de la productora. Ante la disyuntiva de rodar algo en lo que no creía o marcharme, preferí esto último.
P: ¿En qué películas ha pensado para dirigir una historia tan complicada como Frágil?
R: Mi origen no sólo es el cine sino también la música, el cómic o la TV. Para narrar suelo estar más influido por la música que por ninguna otra cosa, y en Frágil fue también así.
P: ¿Cómo salir de los clichés cuando se habla de Hollywood en un formato de cuento?
R: Tal vez no se pueda salir. Tal vez Hollywood sea un cliché. No es exactamente una realidad sino un lugar de ilusión, y también de frustración, y de artificio, un símbolo de la percepción irreal del éxito y la felicidad.
P: ¿Qué tenía Julio Perillán para intepretar al héroe?
R: Es intenso, misterioso, masculino, magnético, desconocido, bilingöe, talentoso y está loco.
P: ¿Qué ha ocurrido en estos ocho años desde Airbag para que ahora sea mejor director de cine?
R: No creo que sea mejor ahora, creo que hay cosas que ahora sé hacer y antes no, y otras que hice antes y estuvieron bien, que sin embargo ahora no me atrevería a hacer.
P: ¿Por qué estrena más de un año después de haber terminado la película?
R: La posproducción ha sido una pesadilla y me he encontrado más puertas cerradas que nunca, y no creo en las casualidades. Pero confiaba en poder estrenar, sobre todo cuando vi que Coto Matamoros o Bofill ya tenían distribución...
P: ¿Cómo se defiende si le dicen que su película tiene trampas (argumentales)?
R: ¿Y qué esperaban? las películas son un puñado de pequeñas mentiras para contar una gran verdad.