El Cultural

Eduardo Vasco

“Los actores de prestigio no caben en la Compañía si no se someten a su disciplina”

22 junio, 2006 02:00

Eduardo Vasco, por Gusi Bejer

Eduardo Vasco (1970) fue nombrado hace dos años director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Entre las innovaciones que ha introducido, destaca haberla reconvertido en compañía de repertorio, como la imaginó Marsillach: "Trabajamos con tres elencos estables en continua formación y que representan dos obras cada uno. En muchas ocasiones coinciden los tres elencos en tres ciudades distintas, así que aprovechamos los recursos al máximo multiplicando la difusión, en sede y en gira". En Almagro estrena el día 29 Don Gil de las calzas verdes, de Tirso, y presenta Amar después de la muerte, de Calderón (13 de julio), y Tragicomedia de Don Duardos, de Gil Vicente (5 de julio).

Pregunta: ¿Por qué es importante que la CNTC estrene en Almagro?
Respuesta: Es una cita indispensable para la Compañía, que se gestó allí, y la actividad de la CNTC fue y es determinante para el desarrollo del Festival. Los estrenos y la presencia allí forma parte de la dinámica de la institución desde el principio. Y, además, no se cumplen veinte años de una institución como ésta todos los días; lo celebramos en abril representando en Buenos Aires, y la celebración continuará en Almagro. Proponemos tres obras muy distintas y, además, el Museo Nacional del Teatro nos dedica una exposición. Va a ser un Festival muy especial para la Compañía.
P: ¿Por qué Don Gil, una obra que ya se estrenó en la CNTC? ¿Su elección no coincide con su criterio de descubrir títulos del repertorio clásico?
R: Coincide plenamente con mi criterio. Creo que hay que descubrir y consolidar. Don Gil es una de nuestras mejores comedias de enredo, se hizo hace ya doce años (que no es poco), y además, fue un título de los que marcaron un momento importante de la Compañía. Al cumplir los veinte años es bueno tener esas cosas en cuenta.
P: ¿Cómo surgió su colaboración con Lorenzo Caprile para el vestuario?
R: De una propuesta de Lorenzo. Trabajamos un tiempo y nos entendimos muy bien, ya que se trata de una persona con fundamento, criterio y gusto. Tiene un mundo mucho más amplio que el trabajo que la gente conoce de él. Sabe muy bien de lo que habla cuando se refiere a figurín de época, y es atrevido. Creo que es un buen bautizo teatral de un profesional excelente.
P: Alguna voz ha criticado que desde su nombramiento usted se haya adjudicado la dirección de uno o dos montajes por temporada.
R: Opiniones hay para todos los gustos, pero conviene saber de lo que se habla. Yo no dirijo un centro de producción, sino una compañía. Se trata de crear unas bases de estilo, conjuntar un elenco, definir un repertorio, etc. Ese tipo de trabajo, los primeros años, debe tener un rumbo firme. Estamos incorporando directores invitados (Helena Pimenta, Ana Zamora, Ernesto Caballero) y seguramente vamos a tender a trabajar con directores asociados. Aquí se limita mucho el trabajo del director, ya que se debe ajustar a un elenco que existe, hacer montajes que puedan girar con facilidad, aceptar el trabajo que hacemos con el verso, etc. Es complicado.
P: ¿Qué le falta a la CNTC?
R: Falta por estrenar repertorio. Falta un espacio que nos permita una vía un poco más experimental. Poner en marcha la Joven Compañía Nacional. Acabar la rehabilitación del Teatro de la Comedia...
P: ¿Ha ganado público?
R: No hemos ganado público: lo hemos multiplicado. Sólo hay que ver nuestro calendario de funciones en las sedes y en la gira. Es un tipo de oferta que el público quiere tener y disfrutar. Tenemos un público de un perfil muy diferente, viajamos mucho, por eso podemos ofrecer obras y autores distintos, propuestas diferentes: más exquisitas, más festivaleras, más populares, más ortodoxas o más atrevidas. Teatro clásico es sinónimo de variedad. No se puede hacer siempre igual.
P: ¿Habría que introducir algún "cebo" para animar a actores de prestigio a participar en la CNTC?
R: Depende de lo que se entienda por prestigio. Si eso supone que estrenan, hacen unas funciones y se van, no me interesa. Si se comprometen y se someten a la disciplina de la Compañía hablamos de otra cosa. No hacemos productos de temporada, somos una compañía de repertorio; hoy te toca un protagonista y mañana un secundario. Nuestro cebo está hecho de rigor y vitalidad. No me interesa el prestigio si no se ha ganado sobre las tablas.
P: Con la deriva nacionalista que sufre este país ¿cree que la Compañía se llamará Nacional por mucho tiempo?
R: Si hay algo que nos vertebra son los clásicos. ¡Pero todos los clásicos! Alfonso X, Berceo, Gil Vicente, Lope, Moratín, Cañizares o Tirso indudablemente, pero Metge, March o Fontanella también son mis clásicos; los de todos. No creo que la lengua sea un obstáculo; la lengua es una ventaja. Creo que la existencia de la CNTC no le pesa a nadie, y me consta que el público aprecia que una institución del Estado trabaje para mantener sobre la escena su patrimonio. En todas partes. Creo en el teatro público. La Compañía es una institución que todos debemos cuidar.