El Cultural

María Gimenez

“Los españoles somos de naturaleza bailones”

7 diciembre, 2006 01:00

María Gimenez, por Gusi Bejer

Después de la calurosa acogida que tuvo con Giselle, la compañía de María Giménez vuelve el día 14 al Teatro Madrid con un programa eminentemente navideño: Cascanueces. Es la tercera producción de Ballet Clásico Arte 369, la formación que la bailarina fundó el pasado año erigiéndose en la única de nuestro país dedicada a la danza clásica. Empresa dura e inestable que exige a esta combativa mujer ser también coreógrafa, productora y profesora.

Pregunta: Estas Navidades vuelve con su compañía a Madrid y con Cascanueces, pero no la vamos a ver bailar ¿Por qué?
Respuesta: No bailo porque los bailarines tienen que aprender a ser ellos mismos y hacerse un nombre y una carrera, y el que yo esté encima del escenario lo evita.
P: Su Giselle funcionó muy bien y también la venta anticipada de este Cascanueces. De seguir así, ¿podrá lograr la independencia económica de su compañía sin las subvenciones que denunció de "miserables"?
R: Una compañía de ballet no puede sobrevivir sin que exista una ley de mecenazgo. El mercado no nos permite alcanzar la independencia económica porque no podemos hacer suficientes funciones, aunque quisiéramos. Es un problema de la distribución de los espectáculos. Solo en Madrid y Barcelona podemos conseguir estar en un teatro durante un tiempo, pero a taquilla y no a caché, lo que es un riesgo. En el resto del país las giras son por los teatros públicos y es complejo entrar en las redes autonómicas.
P: Esta obra siempre se representa en fechas navideñas ¿no condiciona esto las giras?
R: Cascanueces es un cuento de Navidad, pero es un cuento, su esencia es la ilusión que provoca, por lo que vamos a representarla el resto del año como Giselle y Soirée Clásica, las otras piezas que tenemos en repertorio. Mi idea es que se programe en Madrid todas las Navidades, como ocurre en muchas ciudades europeas.
P: Hacía unos veinte años que la versión clásica de Cascanueces no se veía en Madrid y, coincidiendo con la suya, otro teatro ha programado el mismo título interpretado por un ballet ruso ¿Es una caso de contraprogramación?
R: Lo de la contraprogramación habría que preguntárselo al empresario de ese teatro, pues conocía perfectamente mis intenciones, ya que las anuncié hace ocho meses. Me siento cabeza de buque rompiendo hielos y los demás navegando en la estela. Pero bueno, estoy tranquila, la venta anticipada va bien, pero nos hemos gastado mucho en publicidad y la confusión les puede beneficiar.
P: Primero creó una escuela de danza clásica pero ¿por qué decidió dar el salto y fundar una compañía cuando es empresa de difícil éxito en este país?
R: Nunca me hubiera metido en una gran compañía si anteriormente no hubiera dirigido una de pequeño formato, con la que monté Blanco y negro. Pero los alumnos aventajados de mi escuela me preguntaban a dónde ir y yo intentaba conseguirles audiciones en otros países. Me di cuenta que iba a volver a ocurrir lo que nos pasó a los bailarines de mi generación. Por otro lado, quería cubrir un vacío, el de ofrecer al público espectáculos que apenas podía ver.
P: ¿Así que la única que ofrece audiciones de danza clásica en España es usted?
R: Sí, la verdad es que solo he hecho dos convocatorias pero me han sorprendido muchísimo, la primera solicitaron hacerla tres mil bailarines.
P: Con la escasa salida profesional que tiene la danza clásica en nuestro país, no comprendo bien el interés que suscita.
R: Porque los españoles somos de naturaleza bailones. En España hay muchísimo talento, junto con Rusia, es el país que tiene el folklore más rico de Europa.
P: ¿Y se ha hipotecado mucho para mantener la compañía?
R: Muchísimo, hay 40 personas trabajando en ella. Los bancos cuando me ven, cierran sus puertas.
P: ¿Y no le hubiera sido más cómodo seguir de primera bailarina en el extranjero?
R: Pues sí, ganaba mucho dinero y viajaba mucho. Pero soy muy familiar y llevo trabajando desde los quince años. Y quería vivir en mi país.
P: Usted y Tamara Rojo son las únicas voces que oigo denunciar el escaso apoyo institucional a la danza clásica ¿Son las bailarinas más combativas que los bailarines?
R: No es una cuestión de sexo. Angel Corella también está intentando venirse a España y montar algo. Pero hay que estar aquí para saber que las buenas palabras son solo eso, no resultan tan reales. Yo lo he hecho, pero he puesto mi dinero por delante. Les animo a que sean valientes.
P: Insiste en subrayar la confusión que hay en torno a la danza clásica ¿dónde están sus límites?
R: Esos límites están en 18 títulos, pertenecientes a la época del ballet ruso, la de los grandes creadores. Mi intención es hacer con mi compañía esos títulos.
P: Las bailarinas, como otras artistas, casi siempre van arropadas por sus madres...
R: Cuando yo empecé en la compañía de Ullate, mi madre era la que me llevaba a las clases y allí conoció al padre de Víctor, que le ofreció ayudar en la secretaría. Con el tiempo, mi madre se convirtió en la gerente de la compañía de la Comunidad de Madrid que dirige Ullate, y cuando he necesitado que alguien se ocupara de ello en la mía, elegí a la mejor.