Image: María Giménez

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El Cultural

María Giménez

“En el mundo de la danza es fácil vender motos”

13 diciembre, 2007 01:00

Por Gusi Bejer

Ya empieza a ser una tradición que cuando se acercan las Navidades la compañía de María Giménez, Arte 369, reponga en el Teatro de Madrid Cascanueces. Este año la coreógrafa se ha anticipado pues acaba de estrenar, también en el mismo teatro, Don Quijote, de Petipa. Un título más para una compañía con la que pretende divulgar el ballet clásico, labor a la que se entrega con un combativo espíritu de denuncia.

Pregunta: Don Quijote, el héroe de las causas perdidas ¿qué causas perdidas defiende María Giménez?
Respuesta: La danza clásica en este país, que no es poco.
P: Don Quijote sale de todas sus hazañas a mamporros. ¿No teme que le ocurra lo mismo?
R: Bueno, creo que yo he conseguido muchas cosas desde que hace tres años fundé la compañía Arte 369. Ahora las instituciones hablan de la danza clásica, estamos instruyendo al público sobre el repertorio clásico y hemos demostrado que montar una compañía no cuesta tanto dinero como se dice.
P: El Quijote de Petipa es de tres actos y un prólogo. El suyo, de tan solo dos actos. ¿Ha tenido que hacer muchos retoques para adaptarlo a las características de su formación?
R: Sí y no. Es verdad que si hubiera tenido más bailarines de los 26 con los que cuento hubiera hecho otra versión. Pero lo que he eliminado ha sido el primer acto que, desde mi punto de vista, está lleno de estereotipos sobre España, con el torero, la gitana... Y luego, yo he bailado danza española y no quería hacer una cosa que no es. Así, que sí la he versionado.
P: Bailaba en una compañía extranjera y le iba muy bien, ¿Por qué lo dejó?
R: He tenido una carrera atípica, fui maestra a los trece años y siempre me ha gustado mucho la pedagogía. Estuve con Roland Petit en Marsella y cuando le echaron del Ballet National yo también me marché. Tuve una lesión muy importante, que se unió a la enfermedad de mi madre. Volví a Madrid, empecé a tomar clases y la gente que allí iba me preguntaba dónde ir para formarse. Decidí entonces montar mi escuela.
P: Se ha destacado por ser una voz crítica, algunos de sus colegas dicen que muy quejica.
R: Soy molesta porque digo la verdad, remuevo las tranquilas aguas de aquéllos que en este mundillo tienen su dinerito y todo les va muy bien. En una sociedad donde no hay apenas información de danza, y no hay mucha preparación, se venden muchas motos fácilmente.
P: Tras un permanente desencuentro con la anterior dirección del Inaem ¿parece que la nueva dirección es más receptiva ?
R: Pues sí, con los anteriores era imposible hablar. Y con los actuales estoy en conversaciones, estamos ultimando un convenio de colaboración que dará estabilidad a la compañía. No puedo dar muchos detalles porque no está firmado, pero básicamente se nos da una cantidad a cambio de que cumplamos una serie de compromisos.
P: Menos mal, porque he oído que le han retirado la subvención que le venía dando el Ayuntamiento.
R: Sí, nos han cerrado el grifo. Mucha casualidad es que José Antonio Borrego, que dirigía antes el Inaem, esté ahora en el Ayuntamiento.
P: Se oyen opiniones fundadas de que la existencia de una compañía de danza pública debe estar vinculada al Real. ¿Cree que es necesario?
R: Sí, yo lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo. Para una compañía es como tener una casa y una formación de ballet clásico tiene que trabajar con la orquesta. Pero claro, para ello deben unirse muchos intereses.
P: ¿Existe algún modelo extranjero que le merezca la pena emular?
R: Conozco bien Francia e Italia, pero yo confío en un modelo de gestión privada con un fuerte apoyo institucional y una ley de mecenazgo en condiciones.
P: Y los proyectos de ángel Corella y Tamara Rojo. He leído que no le parecen muy bien.
R: Lo que no me parece es que estén negando que existe una compañía de danza clásica en España como la que dirijo.
P: ¿No será un pelea personal, de egos?
R: Nada de eso. Yo les he invitado a que vinieran a bailar en mi compañía. Todavía espero respuesta.
P: Pero no parece que vea con buenos ojos sus proyectos.
R: Nada de eso. Yo creo que es lógico lo que hacen. Cualquier bailarín quiere volver a su país al final de su carrera, y ellos ya no son unos jovencitos, vienen a buscarse su jubilación a un sitio con un clima envidiable. Pero de ahí a que vengan de salvapatrias...
P: ¿Por qué hoy hay tantos espectáculos de danza contemporánea?
R: No soy enemiga de la danza contemporánea. Muchos bailarines de clásico, cuando se les pasa el arroz, se pasan al neoclásico que tiene su técnica también pero da gran importancia a la interpretación dramática de los personajes; otros acaban en el contemporáneo. A diferencia del neoclásico, en el ballet clásico no hay forma de ocultar la técnica.
P: ¿Y cómo ve a su compañía en este momento?
R: Creo que ha crecido muchísimo, tanto los bailarines solistas como los de reparto. Ha sido muy importante para ellos que yo dejara de bailar para concentrarme en la dirección. Ahora les dedico todo mi tiempo.