El Cultural

Mucho más que Iberia

15 mayo, 2009 02:00

Isaac Albéniz.


La biografía de Isaac Albéniz se suele contar como un anecdotario que lo sitúa entre niño prodigio y trotamundos desorganizado. Al propio tiempo, su música se describe como un amable coqueteo con los salones trufado de cierto folclorismo, una pérdida de tiempo en acercarse al teatro y una genial explosión final que, casi de la nada, hace aparecer el milagro de Iberia. Pero ni sus primeras etapas son caprichosas ni las joyas finales nacen por partenogénesis. La línea estética de Albéniz es mucho más coherente de lo que se nos quiere vender. Y Albéniz es más que Iberia.

De la misma edad de Mahler, dos años mayor que Debussy, Albéniz está marcado por la estética del modernismo en la que todos se insertaban. Y aunque su estética es cercana al impresionismo, no tuvo impedimento en ser un venerado profesor de la Schola Cantorum, los antípodas artísticos del debussysmo. Desde ella animaría a Turina a dejarse de ortodoxias cíclicas e investigar en el folclore español. Porque, sin duda, Albéniz es un nacionalista que en toda su primera etapa discurre paralelamente con Sarasate por el nacionalismo romántico para luego dar el salto a la organicidad vanguardista latente en el folclore. Pianista virtuoso, tiene bien aprendida la lección de Chopin y su admirado Liszt, pero conoce bien a su coetáneos y no renuncia a acabar vertiendo en el teclado un lenguaje propio. Si los Cantos de España se mantienen en la línea de las Danzas españolas sarasatianas, la Iberia y sus anexos (Navarra, Azulejos, en incluso La Vega) confieren a lo nacional una radical modernidad que preludia los esfuerzos en esa dirección de Stravinsky, Falla o Bartok.

Mucho se ha insistido en lo que para Debussy significó la Exposición de París de 1889 y su descubrimiento del gamelán javanés. Pero nadie dice que Albéniz no sólo estuvo en dicha Expo sino que incluso tocó varias veces en y durante la misma. No es posible acercarse al significado tímbrico de los agregados armónicos de su obra final sin pensar que a él se le pueda relacionar igual de legítimamente con esas fuentes. Una exposición moderna, la que produce la torre de Eiffel, un deseo de universalidad que acerca al globo entre sus partes lejanas.

Al mismo tiempo, Albéniz no es sólo piano . Dejando aparte sus canciones, algunas excelentes y merecedoras de mayor conocimiento, Albéniz es un gran compositor de ópera que, si no tuviera la desgracia de ser español, sería universalmente conocido en ese aspecto. Se ha achacado su dedicación operística al llamado "pacto de Fausto" con el banquero Money Couuts que le pagaba por usar sus libretos. Nada de eso. Antes, durante y después, Albéniz se acerca al teatro por voluntad propia y consigue resultados muy modernos y valiosos. Bien sé que en el año de su centenario nuestros carísimos coliseos operísticos (de financiación pública) han pasado olímpicamente de Albéniz. Eso no implica que sea un mal operista, sólo que habría que llevar mejor los teatros. Tiene una ópera extraordinaria dentro del verismo que apuntaba en su tiempo, esa Pepita Jiménez que casi no se programa -pese al éxito internacional de su tiempo-, y cuando se hace es curiosamente en versiones de otros (Sorozábal, Soler…), como si el autor fuera un ignorante meritorio. Pero además, y sin citar otros posibles títulos, tiene un magistral Merlín, que sólo para los ignorantes sería una simple secuela wagneriana. Claro que tiene influencia wagneriana. ¿Strauss no? Pero va mucho más allá y hasta se le pueden sacar ribetes nacionalista, y sobre todo es música de primera que en cual- quier país sería exhibida orgullosamente como repertorio y como patrimonio.

Iberia es más todavía que nacionalismo transfigurado. Es capaz de desarrollar una nueva técnica pianística, distinta de la de Debussy, que en el futuro deslumbrará a vanguardistas como Messiaen o Boulez. Más de una vez se ha señalado lo intrincado de sus acordes, algunos con notas que exceden a los diez dedos. ¿Debemos concluir que son defectos técnicos? ¿En un pianista virtuoso que pasó toda su vida tocando el instrumento? ¿Que escribía la obra para tocarla él aunque por su enfermedad la estrenara Blanche Selva? No. Aparte de adelantarse a cierto efectos psicológicos que algunos autores actuales buscan en la complejidad de escritura, Albéniz intentaba un empleo tímbrico de la armonía que excedía los límites del instrumento, pero con una ideación tan pianística que hace que todos los intentos de orquestación de Iberia parezcan pálidos y hasta caricaturescos.

Debemos concluir en que Albéniz es aún un gran desconocido cuya obra es sólo muy parcialmente tocada y apreciada por más que haya influido en tantos autores posteriores, tanto aquí como fuera. Ojalá su centenario sirviera para mover un poco la rutina y la desidia y poder de verdad disfrutar de una obra variada -canciones, teatro y piano- y extraordinariamente valiosa.

Albéniz, en Madrid, Londres y Barcelona

Las sopranos Estefanía Perdomo y Eilana Lappalainen, la mezzo Judith Borràs, el tenor Xavier Moreno y el bajobarítono Dario Russo abordarán una selección de fragmentos de las óperas The Magic Opal, Pepita Jiménez, Henry Clifford y Merlín bajo la tutela del pianista Borja Mariño.

Liceo (Barcelona), 17 de mayo.

n Un plantel de jóvenes pianistas (Alina Artemyeva, Luis Grané López, Madarys Morgan Verdecia, Noelia Fernández Rodiles, Marko Hilpo, Javier Manzana Fas, Alberto Martín Díaz, Juan Andrés Barahona Yépez, Marc Heredia Trechs, Jorge Ortiz) rinde tributo al compositor en la sede de la Fundación que lleva su nombre con una interpretación colectiva de Iberia y Navarra.

Fundación Albéniz (Madrid), 18 de mayo.

n El Instituto Ramón Llul y Gramophone Records han organizado una gala-homenaje londinense en la que participará la Royal Philarmonic Orchestra, liderada por Carlos Checa y con José Menor al piano, para la Rapsodia Española, Concierto Fantástico, Suite Española y Suite Iberia.

Cadogan Hall (Londres), 22 de mayo.

n Dentro del ciclo Albéniz en contexto, el pianista Kotaro Fukuma interpreta Eritaña, Málaga, Triana en la Sala de Cámara madrileña. A continuación, el programa incluye una conferencia sobre los "iberistas".

Auditorio Nacional (Madrid), 23 de mayo.