Image: Felipe Hernández Cava: El cómic español alcanzó su mayoría de edad desde el comienzo

Image: Felipe Hernández Cava: "El cómic español alcanzó su mayoría de edad desde el comienzo"

El Cultural

Felipe Hernández Cava: "El cómic español alcanzó su mayoría de edad desde el comienzo"

El veterano historietista habla en esta entrevista sobre su nuevo trabajo, Las serpientes ciegas, y analiza el estado de su género en el país

27 mayo, 2009 02:00

Algunas viñetas de Las serpientes ciegas, último libro de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí

Tal vez el mejor historietista de este país, y sin duda uno de los más veteranos, Felipe Hernández Cava ha vuelto a conquistar a lectores y público con el aclamado Las serpientes ciegas. En vísperas del Salón del Cómic de Barcelona, que abre sus puertas este viernes, este brillante creador de historias habla sobre su profesión, sus colegas y el estado general de la historieta dentro del panorama nacional.

PREGUNTA.- Es candidato al premio al mejor álbum y al mejor guión del año por Las serpientes ciegas una historia cargada de ideología, intriga y profundidad, pero también de poesía y belleza... ¿Podría explicarnos la raíz del álbum, el proceso de gestación, y la colaboración con el dibujante?

RESPUESTA.- A la vista de las precarias ofertas económicas del mercado español, Bartolomé Seguí quiso probar fortuna en el ámbito francés, concretamente con la editorial Dargaud, y me propuso que elaborase un guión que a él le apetecía que estuviera ambientado en el Nueva York de los años treinta y en la guerra de España. Él y yo habíamos hecho ya algún pequeño trabajo con anterioridad y nos conocemos y admiramos mutuamente. Nos ocupó un año y medio, aproximadamente, llevar a término ese proyecto.

P.- ¿Cuáles fueron los principales problemas a los que se enfrentaron?

R.- Lo más complicado fue encontrar el tono gráfico adecuado, para lo que Seguí tuvo que encontrar un registro visual diferente a todo lo que había hecho hasta entonces, y, al mismo tiempo, una paleta de color que se adecuara al tono sombrío y melancólico de la historia.

P.- ¿Cuál ha sido la respuesta de los lectores y los medios, y a qué lo atribuye?

R.- En Francia ha sido sensacional: los libreros especializados lo seleccionaron para su gran premio, que está a punto de fallarse, y que se dirime entre las 12 mejores obras del año. Y la respuesta del público y de la crítica fue también bastante buena, aunque, un poco despistados sobre nuestros orígenes, trataban de encontrar similitudes con otros autores españoles que les son más familiares, como Miguelanxo Prado o el tándem Díaz Canales-Guarnido. En España, los gallegos de BdBanda fueron los que impulsaron su publicación y, aunque en grado menor que en el país vecino, también la respuesta ha sido bastante satisfactoria. En uno y otro, creo que lo que más se ha valorado ha sido el rigor con que guión y dibujo están abordados desde una perspectiva bastante canónica.

P.- Felipe Hernández Cava es una rara avis en este medio: considerado por muchos como el mejor guinosta de comics de España, el mayor especialista del género también, suele moverse al margen de la profesión... ¿Por qué, y con qué consecuencias?

R.- Lo de mejor guionista de este país es una exageración: digamos que llevo cuarenta años aspirando a estar entre los mejores. Y lo de mayor especialista es otra: yo sólo pretendo hacer partícipe al lector de mis textos del entusiasmo que en mí despiertan determinados trabajos. En cuanto a lo de moverme al margen de la profesión, es una verdad a medias: yo me siento partícipe de esa gran familia de profesionales. Lo que sucede es que mis intereses no se circunscriben sólo a este medio, que, como todos, es bastante endogámico, y también que me niego a formar parte de cualquiera de las capillas en liza que hay en él. Y eso, indudablemente, se acaba pagando con el hecho de vivir un tanto a la intemperie.

P.- Últimamente ha rodado algunos documentales espléndidos, y siempre ha confesado su predilección por el cine, asi que, ¿Qué le hace decantarse todavía por el cómic a estas alturas, considerado por muchos popes de nuestra cultura un género menor?

R.- Últimamente, en colaboración con Jorge Martínez Reverte como productor y Pedro Arjona, mi compañero de El Cubri, como director, pude escribir 5 documentales de los que estoy muy satisfecho (entre los que destacaría Corazones de hielo, sobre las víctimas de ETA, titulado Las voces de Antígona en su versión abreviada). Pero mi debilidad sigue siendo la historieta, a la que nunca consideré un género menor, fundamentalmente por la mayor libertad de que se dispone en ella: sólo se precisa el acuerdo entre el dibujante y el guionista.

P.- ¿Qué nos dice del nivel actual de la historieta en España los cinco álbumes candidatos al premio al mejor del año?
R.- Como cualquier clase de nominación ésta de Barcelona refleja sólo parcialmente el nivel del medio en España en este momento. Baste con decir que uno de los mejores libros publicados en el 2008, ARtfobia II de Guillem Cifré, no está nominado.

P.- ¿ En qué momento alcanzó el cómic español la mayoría de edad?

R.- Para mí, el cómic español fue mayor de edad desde sus inicios y lo ha sido incluso cuando ha estado sometido a una férrea censura por presuponer que sus destinatarios naturales eran los niños. Otra cosa es que determinados sectores sociales descubran esporádicamente, como ahora con el pretexto de la denominación novela gráfica, su valor intrínseco.

P.- ¿Cómo lograron sobrevivir los autores más jóvenes a la fiebre de los superhéroes, o al dinero fácil de algunas revistas oportunistas?

R.- Hay muchos autores, y bastante buenos algunos de ellos, que han visto en el género de superhéroes, o en alguna de las escasas revistas comerciales, como El Jueves, la única manera de vivir como profesionales y de hacer, además, aquello que les gustaba. Los que siempre han tenido más difícil la supervivencia han sido los que optaron por propuestas más heterodoxas para las que, no nos engañemos, seguimos sin tener apenas editores dispuestos a retribuir económicamente como sería de desear esos esfuerzos.

P.- ¿Qué es lo mejor del álbum 36-39. Malos tiempos II, de Carlos Giménez?
R.- Carlos Giménez es uno de nuestros escasos creadores cuyo trabajo de virtuoso está fuera de toda contestación. Su serie de Malos tiempos es una interesante, y nada maniquea, aproximación al horror de nuestra guerra civil, y yo tengo el pálpito de que este 2009 puede ser uno de sus grandes años en cuanto a reconocimientos.

P.- De Jazz Maynard 3: Contra viento y marea, de Raulet y Rogert.

R.- Es una gran serie y ellos son unos narradores natos, de esos de los que necesitamos más.

P.- Y de La Revolución de los pinceles, de Busquets y Mejan?

R.- Esta ucronía es un buen ejemplo de que entre las jóvenes generaciones hay creadores que dan fe de que tienen muy bien aprendidos los resortes de la mejor historieta.

P.- ¿De El manual de mi mente, de Paco Alcázar?

R.- En Paco Alcázar, como en Miguel Brieva, algunos saludamos la renovación gráfica y temática de la sátira española.

P. Y, para acabar pero no en último lugar, ¿Qué hace de Las serpientes ciegas una obra de referencia?

R.- No sé si podemos hablar de obra de referencia. Yo me conformo con pensar que Seguí y yo hemos dado a luz un trabajo casi perfecto sobre la manera de plantear ortodoxamente un cómic adulto.

P.- ¿Qué haría falta para que el cómic español lograse el reconocimiento que merece?

R.- Yo me conformaría con que en los medios de comunicación se abordase con la misma normalidad con la que se hace referencia a la literatura, el teatro, la música, el arte o el cine.

P.- ¿Y para que gentes como El Roto, como CUBRI, o incluso Ibáñez, alcanzasen el reconocimiento del que gozan otros autores en el resto del mundo?

R.- Básicamente, contar con algunos editores más ambiciosos. Pero algunos de los autores mencionados tienen ya su reconocimiento. Ibáñez goza de una popularidad envidiable. Y El Roto es una referencia ética y gráfica para muchísimas personas. Lo de El Cubri es otra historia: quizá fuimos unos adelantados a nuestro tiempo, y eso, y el hecho de que hoy no estemos presentes en ningún medio, nos ha llevado a vivir sólo en la memoria de unos pocos aficionados y estudiosos.

P.- ¿Tienen, tenéis, un relevo solvente?

R.- Creo que hay creadores más que capacitados para mantener vivo y pujante este medio y para cubrir nuestro hueco cuando, dentro de treinta años, un suponer, los veteranos nos cansemos de seguir librando esta batalla. Entre los más geniales, sin duda, es obligado mencionar a Keko.

P.- ¿Qué es lo mejor y lo peor, así, a grandes rasgos, de las nuevas promociones de comiqueros o historietistas españoles?

R.- Lo mejor: su entusiasmo, que cuesta mantener incólume con el panorama editorial que tenemos. Lo peor: la poca ambición de miras de muchos, que dan por sentado que cualquier estilo gráfico es apto para contar cualquier clase de historia, o que se limitan a considerar que sus pequeñas anécdotas han de resultar igual de apasionantes para el resto de la Humanidad.

P.- ¿Sufre la crisis de manera específica el mundo del cómic?

R.- No demasiado, por el momento, a tenor de lo que dicen los editores. Sí para los autores en cuanto que es una buena coartada para seguir manteniendo los mismos precios irrisorios por página que hace varias décadas.

P.- ¿Puede ser la red una posible salida?

R.- La red es un campo abonado para muchas cosas y, sin duda, veremos florecer en ella propuestas parecidas al cómic, pero, al menos para mí, serán otro género.