El Cultural

Calixto Bieito

"Sin arte ni espiritualidad la vida sería muy trivial"

29 mayo, 2009 02:00

Calixto Bieito

Calixto Bieito es el artista invitado al Festival Internacional de las Artes de Salamanca que hoy comienza. Acude con una obra a medio hacer, Don Carlos, un ensayo abierto, experimento que permitirá conocer qué encandila tanto a los actores de este director controvertido, mediático y posiblemente el más "globalizado" de la escena española. En esta entrevista con El Cultural, Bieto avanza algunas ideas sobre las que gira el nuevo espectáculo: una reflexión sobre la libertad de pensamiento.

Da la sensación de que los polémicos estrenos de Calixto Bieito amainan; de que el público se ha acostumbrado a sus espectáculos excesivos en sexo, violencia, exhibicionismo ..., a sus provocativas traslaciones de los clásicos que la afición erudita considera heréticas, mientras son imitadas por jóvenes directores.

Bieito es hoy un respetado director de escena, el más globalizado de los nuestros: dirige el Teatro Romea de Barcelona, propiedad de Focus, pero también recibe numerosos encargos de teatros centroeuropeos; próximamente pondrá una pica en Estados Unidos, en Chicago. Pero no es lo que allí va a hacer, Camino Real de Tenesse Williams, -considerada la peor obra del mejor autor de teatro-, lo que ahora le ocupa, sino los ensayos Don Carlos, de Schiller. Es una coproducción del Romea de Barcelona, el Festival Grec, el Centro Dramático Nacional y el Teatro Nacional de Mannheim, coliseo para el que el autor alemán escribió muchos de sus dramas y en donde se estrenará la obra el próximo 19 de junio. Con un elenco de lujo capitaneado por Carlos Hipólito y con Rafa Castejón, Rubén Ochandiano, Angels Baixas, Mingo Rafols y Violeta Pérez, el ensayo abierto al público que ofrecerá el día 6, en Salamanca, permitirá conocer por qué gusta tanto Bieito a los actores, a pesar de las situaciones tan ridículas que, en ocasiones, les lleva a protagonizar.

-¿Qué idea tiene del ensayo que va a hacer en Salamanca?
-Soy el artista invitado de este Festival que considero uno de los más originales de España porque acoge espectáculos de gran nivel y muy vanguardistas. Como no tenía ninguna obra en cartel, el director me propuso hacer un ensayo con público. Se trata de mostrar las entrañas del espectáculo. No sé cuánto va a durar ni hasta qué punto voy a desnudarme con los actores frente al público.

-Hoy es un director muy solicitado, ¿ha cambiado mucho su forma de dirigir?
-Ha evolucionado. Viajo mucho y tengo proyectos cada vez más alejados de aquí. Pero creo que estoy en un momento muy tranquilo, reposado, me hago mayor.

-Supongo que habrá aprendido alemán, porque trabaja más allí que aquí ¿no?
-Sí, trabajo mucho allí. Acabo de estrenar la ópera Armide en Berlín, y hace poco hice Lulú en Basilea, en Suiza. Y sí, empiezo a entender algo de alemán, lo he estado estudiando, pero allí me comunico en inglés, que es ya mi tercera lengua. Me gusta mucho pasar temporadas en Basilea, es un enclave entre Alemania y Francia, cerca de la Alsacia, en el que tengo la sensación de estar en el corazón de Europa.

-¿Cuántos espectáculos dirige al año?
-Vengo a hacer cuatro más o menos. Me gusta mucho ensayar y, por otro lado, no me considero un director tan trascendental, que pueda permitirme dedicar seis meses o un año a un espectáculo. Quizá cuando haga la Tetralogía de Wagner.


Sin tradición en España
-Y a la hora de trabajar con una compañía española, alemana o inglesa ¿hay diferencias?
-Son materiales diferentes. Y la diferencia es la tradición y el concepto de compañía. Los alemanes tienen una tradición interpretativa muy expresionista, son teatros con compañías de repertorio y eso se nota. Hoy interpretan un obra y mañana otra distinta. La tradición inglesa también es muy poderosa, muy vinculada al texto. Y en España la tradición simplemente no existe, constantemente nos estamos preguntando cómo recitar el verso, algo impensable en una compañía inglesa.

-¿Establece más complicidad con los actores alemanes o con los españoles?
-Los actores españoles tienen tanto o más talento que los alemanes. Y la complicidad depende de las personas. Yo a un actor siempre le pido complicidad profesional, quiero crear con él un espacio de disciplina e imaginación y si lo conseguimos, es muy gratificante.

Bieito cuenta en su página web, sólo en catalán, que nació en Miranda del Ebro en 1963, de madre andaluza y padre gallego y que a los quince años, tras estudiar en los jesuitas, la familia se fue a vivir a Barcelona. Estudió Filología Hispánica y entró en al Institut del Teatre. Inició después un periplo por talleres que, solo por la nómina de quiénes los impartían, induce a pensar que lo diseñó echando mano del último capítulo de la historia del teatro del siglo XX: Grotowski, Bergman, Brook, Strehler...Su primer éxito se lo debe a una zarzuela, La verbena de la Paloma, que encandiló al entonces director del Festival de Edimburgo, Brian MCaster, y que le invitó a estrenar allí, con actores ingleses, La vida es sueño. A partir de entonces, todo parece haberle ido sobre ruedas, eso sí, cortejando cada estreno con una mediática polémica. Desde entonces ha alternado teatro y ópera.

-Fuera dirige mucha ópera, pero aquí no tanta. ¿En qué se distingue dirigir una ópera a una obra de teatro?
-Mi trabajo es muy similar, no distingo. Además, las nuevas generaciones de cantantes son intérpretes extraordinarios. Yo estoy constantemente contaminando mis trabajos teatrales y operísticos. Y dirijo menos óperas aquí porque hay muchos menos teatros líricos que en Alemania. Pero vengo a hacer una ópera cada dos años en el Liceo.

-Y los dueños del Romea no le ponen límites a que usted ande de la Ceca a la Meca trabajando para otros.
-Yo tengo un compromiso para dirigir artísticamente el Romea. No dirijo obras en otros teatros de Barcelona como el Lliure o el Teatre Nacional de Cataluña (TNC) porque sería extraño, pero sí lo hago en teatros de otras ciudades. Por otro lado, yo he llevado a la compañía del Romea al Barbican de Londres, al Festival de Edimburgo, a Oslo. Me encanta que los actores de mi país tengan aventuras en el extranjero. Estoy muy orgulloso de que se haya representado en catalán Peer Gynt en Londres.

-Ya dirigió la ópera Don Carlo, de Verdi, basada en la obra de Schiller. ¿Hará algo parecido?
-La ópera, que estrené en Basilea, estaba basada en mis recuerdos de los últimos 25 años de la historia de España. Ahora voy a hacer otra cosa distinta. El texto de Schiller está cargado de ideología, trata de la libertad de pensamiento y de religión. Quiero establecer puentes entre la época de Felipe II, en la que se ambienta la obra, y el momento actual de nuestro país. Ver en qué se traduce hoy la libertad de pensamiento.


Economía y religión
-¿Y ha llegado a alguna conclusión?
-En realidad estoy en medio del proceso, pero me pregunto sobre la tolerancia y la censura hoy en día, o mejor dicho, la autocensura. Y sobre la sociedad uniformada en la que vivimos. Al hilo de esto estoy releyendo Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Hoy no tenemos Inquisición, como en la época de Felipe II, pero está claro que la economía, y especialmente ahora que hay recesión, coarta bastante la libertad de las personas. Y hoy vivimos también bajo la amenaza del terrorismo, que también nos limita y, lo que me da más miedo, fomenta el fanatismo político y religioso.

-El Marqués de Poza es el alter ego de Schiller en la obra, desprecia al déspota Felipe II. ¿Qué guarda usted en común con Schiller?
-Los dos somos escorpiones (ríe), pero sobre todo su idealismo y también el interés que tenía por la Historia, a mí también me gusta mucho. Schiller tardó bastante tiempo en escribir esta obra y, poco a poco, fue dándole más peso a su antagonista, Felipe II. El autor era un firme defensor de los ideales liberales y revolucionarios.

-A Schiller le atemorizó bastante la Revolución Francesa.
-La Revolución Francesa trajo consigo a Robespierre. Es lo que ocurre con las utopías, que muchas han llevado a la guillotina, al totalitarismo.

-Hannah Arendt sostenía que la única revolución que se mantuvo fiel al ideal inspirador de la libertad fue la americana. Todas las demás se olvidaron de él y acabaron en tiranías. ¿Fracasaron las ideas con las que sustituyeron el ideal de libertad?
-No fallan los ideales, fallan las personas que los ponen en práctica. Y aunque fallen, es necesario seguir teniendo utopías. No soy nada pesimista, uno puede creer que todo es negativo, pero yo tengo necesidad de creer en cosas, y creo que sin arte, sin espiritualidad, la vida sería muy trivial.


Tirria por el teatro madrileño
-¿Por qué casi nunca dirige obras de autores de hoy?
-Bueno, he hecho Plataforma, de Houellebecq. Pero para hacer a un autor contemporáneo tendría que estar bastante de acuerdo con él. Suelo hacer teatro de repertorio, autores a los que, además, puedo reinventar. Sin embargo, en el Romea programo bastante teatro contemporáneo y soy de los que más puentes ha tendido al teatro madrileño.

-¿Es que cree que en Barcelona no se representa suficientemente el teatro procedente de Madrid?
-Siempre he tenido en el Romea producciones madrileñas. Y creo que en el Lliure y en el TNC también lo hacen. Como le digo, soy muy positivo, creo que si un producto cultural funciona, llegará. Yo me siento bien con la situación actual, no veo que le tengamos tirria al teatro madrileño.

Enganchar a los jóvenes al Festival

De ser una plataforma de exhibición de espectáculos teatrales internacionales, la V edición del Festival Internacional de las Artes de Castilla y León ha multiplicado las secciones dedicadas a la música, la performance, el cine y la poesía. Sin embargo, el teatro en espacios cerrados (el Liceo, Caja Duero y Centro de Artes Escénicas y Musicales ) sigue siendo el que convoca los grandes nombres internacionales. “La programación teatral sigue siendo el plato fuerte, pero este año hemos tenido una reducción considerable del presupuesto, disponemos de un millón y medio de euros, la mitad que el pasado año”, explica Guy Martini, director del evento. Hay también dos razones que explican el crecimiento de las secciones parateatrales: Martini fue confirmado en su cargo por la autoridad política (es decir, la consejera de Cultura de la Junta de Castilla-León) inmediatamente después del cierre de la pasada edición, lo que le ha permitido trabajar con calma y pensar bien lo que quería hacer. La segunda razón es que las grandes producciones europeas no siempre llenan los teatros, su oferta resulta a veces excesiva para un público no acostumbrado a digerir platos tan elitistas. Si ocurre en Madrid con el Festival de Otoño, y donde hay una afición más numerosa, cómo no va a pasar en Salamanca. Martini no se pronuncia al respecto, pero sí considera que “este Festival no está concebido sólo para el público salmantino, aspira a ser una plataforma nacional que sea interlocutor de otros Festivales internacinales. Sin embargo, es importante que tenga raíces y el apoyo de la población”. Por ello, este año se ha concentrado con mantener encuentros con colectivos, instituciones y asociaciones de la ciudad. “Me interesa crear un nuevo público. Hay tener en cuenta que el 40 por ciento de los espectadores del Festival son estudiantes de la Universidad a los que queremos vincular a través de esta programación que estamos potenciando pero, a la vez, intentando animarles al teatro”.

Por ejemplo, Cum Sonic, dedicado a la música electrónica, se mueve este año al bar “Cum laude” (para reposo de los vecinos de la Casa de las Conchas) y acoge, además del II Campeonato de Beatbox, a un buen número de djs y vjs; su prolongación en After Sonic por diversos pubs de la ciudad deleitará a los más trasnochadores ; los Conciertos en la Plaza Mayor tienen este año a Macaco como plato fuerte. Igualmente, se ha creado la Red Café-Música, que contempla actuaciones de grupos de jazz, folk, funk, swing, rock... en los cafés El Corrillo e Irish Rover y entre los que figuran Adanowsky (hijo de Jodorowsky) y Remate. Talleres literarios, lecturas poéticas, conciertos en los que la imagen interactúa con la música o el sonido... componen la variada programación de Conchas Silenciosas, en La Casa de las Conchas. Y para rematar, un nuevo espacio que se ha incorporado, el emblemático La Cueva de Salamanca, cuya programación pretenden ser un resumen del Festival: ciclos de cine en honor a Alejandro Jodorowsky (por aquello de la vinculación del lugar al esoterismo), de música, cuentacuentos, teatro familiar, circo. En Arte Urbano se acogen a artistas del graffitti y del break-dance, mientras que La ciudad a imagen del Festival es una propuesta al grupo a Sociedad Psicogeográfica de Salamanca (SPS), formado por Guinaldo, Antonio Méndez, y Emilio Papel, para que intervenga en seis escenarios urbanos de la ciudad con sus instalaciones y performances. El programa se completa con conferencias, mesas redondas y debates.