El Cultural

Más luz para la ópera

Sánchez-Verdú estrena su Aura lírica en Madrid

29 mayo, 2009 02:00

Un momento de Luci Mie Traditrici, de Sciarrino

Cinco óperas y un estreno absoluto para la séptima edición del Festival óperadhoy que comienza mañana. José María Sánchez-Verdú, Salvatore Sciarrino, Wolfgang Mitterer, David del Puerto y Elena Mendoza convertirán los Teatros del Canal a varios escenarios madrileños en puntos neurálgicos de la música contemporánea.

La séptima edición del festival Operadhoy, que se celebrará del 30 de mayo al 21 de junio en Madrid, viene bien dotada y supone sin duda un avance respecto a ediciones anteriores. A través de este apéndice de Músicadhoy, su director, Xavier Göell, pretende introducirnos, con buen criterio, en el ámbito de la ópera actual por medio de una ajustada selección de títulos de cámara, de pequeño formato y diversa elaboración. Son cinco obras las que figuran en el cartellone. Una de ellas es estreno absoluto y viene rubricada por José María Sánchez-Verdú, un inquieto y sutilísimo creador, que circula habitualmente por parajes muy personales y marca propuestas que se alejan radicalmente de aquellas que dieron siempre forma al teatro cantado. La obra, titulada Aura, basada en el relato homónimo del escritor mexicano Carlos Fuentes, es un encargo realizado por el propio festival en cooperación con la Red Europea de Artes Escénicas.

El compositor leyó la narración de Fuentes hace mucho tiempo y la guardó en su memoria. La conexión posterior con el literato vino a través de Goytisolo, autor del ensayo Las virtudes del pájaro amarillo, sobre el que estaba trabajando para su ópera El viaje a Simorgh. Curiosamente, Goytisolo tenía también un ensayo similar. Se producía así una doble interconexión en un proceso creativo a tres bandas. Todo hace esperar que la rara sensibilidad del músico algecireño pueda penetrar en la fascinante prosa del escritor norteamericano; y lo haga a través de esa imaginería sonora de tan refinada tímbrica, de tan lumínicos contornos. Se cuenta para el estreno de mañana, en el Teatro de la Zarzuela, con intérpretes muy adecuados (los Neue Vocalsolisten y los solistas Sarah-Maria Sun, Angelika Luz y Andreas Fischer) y el Ictus Ensemble de Bruselas en el foso.


Claustrofóbico Sciarrino. Los días 5 y 6 de junio sube al mismo escenario una sorprendente ópera de Salvatore Sciarrino (Palermo, 1947), Luci mie traditrici, inspirada en el drama Il tradimento per l’honore de Giacinto Andrea Cicognini. Es una partitura de 1994, en la que el compositor, con el cauto, rarificado, económico y sutil lenguaje que lo caracteriza, nos muestra, muy discretamente, una narración claustrofóbica, construida alrededor de la vida del genial y vesánico madrigalista Gesualdo da Venosa. Se desprende de la composición un inquietante y penetrante lirismo, obtenido por procedimientos que quizá puedan parecer alambicados y que vienen dados por el manejo de un lenguaje despojado, que otorga la máxima delicadeza, transparencia y fragilidad al espectro sonoro. Música profundamente antirromántica, se ha destacado muchas veces. Obra esencial, con solamente cuatro protagonistas, cuyas sintéticas intervenciones establecen singulares tensiones. En Madrid se verá la producción del Festival de Salzburgo del año pasado, con dirección musical de Sylvain Cambreling, que se pondrá frente al Klangforum de Viena.

De la Zarzuela a los Teatros del Canal, donde se representa, el 12 de junio, Massacre del austriaco Wolfgang Mitterer (Linz, 1958), obra de 2003, que se ofrece en una versión de la Casa de Música de Oporto. El Remix Ensemble de la ciudad portuguesa, dirigido por Peter Rundel, iluminará la escena organizada por Ludovic Lagarde. Cinco cantantes (de Elizabeth Calleo, Valérie Philippin, Nora Petrenko, Jean-Paul Bonnevall y Lionel Peintre) para seis personajes extraídos de La massacre de Paris de Christopher Marlowe, cuyo enérgico lenguaje ha atraído siempre al compositor, que emplea, por ejemplo, un contratenor para incorporar al débil Enrique III y una soprano para encarnar al rey de Navarra. Citas de Bach, de música religiosa, amplios giros melódicos se dan la mano en un tejido muy hábilmente trabado que describe la matanza de hugonotes de 1572.

David del Puerto (Madrid, 1964) volverá a presentar en su ciudad la ópera Sol de invierno, basada en la última escena de Espectros de Ibsen. La obra se conoció a finales de los noventa en el Auditorio Nacional y luego, en el año 2000, se puso en Oporto. El autor la considera como una reflexión acerca del terrible drama de la eutanasia. "Se puede hablar de una paradoja musical en Sol de invierno -dice el músico-: en vez de dramatismo a través de grandes dosis de sonido, opté por algo más contenido: steeldrums, vibráfonos, marimbas". El resultado es un ceñido y conciso drama, que sigue las pautas que hace diez años defendía el compositor, cuyo lenguaje ha evolucionado posteriormente y se ha hecho menos previsible. La producción es del Teatro Nacional So Joo de Oporto y cuenta con la participación del Drumming Grupo de Percussao de la ciudad portuguesa que dirige Miguel Bernat. En la misma sesión se representarám Lesguetteurs de Sons de Georges Aperghis y ADKOM de Edmund Campion. La dirección de escena es cosa de Aontonio Pires. Susana Teixeira y Luis Rodrigues son la mezzo y el barítono protagonistas.


Público mediante. El pequeño y ceñido ciclo se cierra el 20 y 21 de junio con Niebla, en la que la sevillana Elena Mendoza (1973) hace su particular reducción de la obra de Unamuno. Ha decidido disponer para ello de un actor, Oliver Nitsche, una soprano, Katia Guedes, una mezzo, Uta Buchheiser, y un barítono, Guillermo Anzorena, todos ellos participantes en el estreno mundial de 2007 en el Festspielhaus de Hellerau. Ahora se presenta revisada y en una nueva producción de Operadhoy y el Konzerthaus de Berlín. El libreto, en alemán, y la dirección escénica, corren a cargo de Matthias Rebstock, y la dirección musical es de Titus Engel. La obra se gestó actuando conjuntamente todos los creadores implicados, en lugar de por separado y escalonadamente."En Niebla -nos dice Mendoza- Unamuno hace filosofía mediante la literatura, y literatura mediante la filosofía. Para él, el arte es el canal idóneo para la especulación metafísica. Una concepción que compartimos: el arte como medio de indagar en el otro lado de las cosas, de cuestionar la realidad visible. Nuestra Niebla musicoteatral es totalmente distinta de la de Unamuno, y, sin embargo, comparte las mismas figuras, el mismo lenguaje, la misma trama y el mismo trasfondo filosófico". En la obra de la sevillana el público está en medio, con la orquesta situada por delante y por detrás. No hay duda de que es una manera de darle otro sesgo a un género decimonónico, algo en lo que compositores de tan amplia formación germana como Mendoza están siempre deseando hacer.