El cine español como género
1. Muchas veces, hablando con directores o actores, una de sus principales quejas es que cuando se habla de "cine español" en realidad la gente está metiendo en el mismo saco a un montón de películas y realizadores que muchas veces tienen muy poco que ver entre sí. Son los defensores de una visión universalista del asunto y suelen ser los más jóvenes, para muchos de los cuales es un lastre estrenar una película de una nacionalidad de origen tan poco atractiva para su propio público. Porque uno no tiene la culpa de ser español y a pesar de todo cargará con ese prejuicio.
Pero este fin de semana se ha producido un fenómeno insólito. Celda 211, de Daniel Monzón, con la estrella del año, Luis Tosar, ha desbancado a otra producción nacional, Ágora, del primer puesto del ránking. Y el 27 de noviembre, otra nacional, Planet 51, una película de animación que ha costado 51 millones de euros y también se estrena en Estados Unidos como un acontecimiento, alcanzará, no lo duden, el primer puesto. A poco que cumplan lo nuevo de Fernando Trueba (El baile de la victoria) o la parodia Spanish Movie, de Muchachada Nui, el cine español puede terminar el año con unos números medianamente dignos, incluso cercanos al 20 por ciento.
El otro día apuntaba una fórmula que funciona. Talento español y empaque de Hollywood. Ha demostrado su poder con ágora. Lo hará, no lo duden con esa Planet 51 que imita a la perfección las formas del Hollywood más comercial. Con lo cual volvemos a lo del "cine español". Efectivamente, engloba a películas muy dispares. Sin embargo, la gente sí entiende perfectamente que el "cine español" es, sobre todo, un género. Un género asociado a una España antigua y tristona, con personajes solemnes y luchadores, un "mensaje" social que anula cualquier dramaturgia y unas situaciones patéticas cuando no sórdidas.
El nuevo y verdadero cine de "género" español, y me refiero al de terror, al drama carcelario o a la superproducción épica sí funciona porque la gente no le tiene manía al cine español como gentilicio sino como arquetipo en sí mismo. Hay quien insiste en seguir haciendo películas según ese patrón, pero mucho me temo que tienen cada vez más los días contados.
2. Aunque sigue sin ser Ágora todo lo que reluce. Trash, del debutante Carles Torres con Oscar Jaenada como protagonista, también ha pasado sin pena ni gloria como otros fracasos apuntados: After, Yo también o Castillos de cartón. Y es una pena. Sin ser ni mucho menos perfecta, la película trata de realizar un retrato urbano "a la francesa" con personajes torturados víctimas de sus propias pasiones. Torres no ha rodado una obra maestra, pero sí un filme que hubiera merecido mucha más atención de la que se le ha prestado.
Pero este fin de semana se ha producido un fenómeno insólito. Celda 211, de Daniel Monzón, con la estrella del año, Luis Tosar, ha desbancado a otra producción nacional, Ágora, del primer puesto del ránking. Y el 27 de noviembre, otra nacional, Planet 51, una película de animación que ha costado 51 millones de euros y también se estrena en Estados Unidos como un acontecimiento, alcanzará, no lo duden, el primer puesto. A poco que cumplan lo nuevo de Fernando Trueba (El baile de la victoria) o la parodia Spanish Movie, de Muchachada Nui, el cine español puede terminar el año con unos números medianamente dignos, incluso cercanos al 20 por ciento.
El otro día apuntaba una fórmula que funciona. Talento español y empaque de Hollywood. Ha demostrado su poder con ágora. Lo hará, no lo duden con esa Planet 51 que imita a la perfección las formas del Hollywood más comercial. Con lo cual volvemos a lo del "cine español". Efectivamente, engloba a películas muy dispares. Sin embargo, la gente sí entiende perfectamente que el "cine español" es, sobre todo, un género. Un género asociado a una España antigua y tristona, con personajes solemnes y luchadores, un "mensaje" social que anula cualquier dramaturgia y unas situaciones patéticas cuando no sórdidas.
El nuevo y verdadero cine de "género" español, y me refiero al de terror, al drama carcelario o a la superproducción épica sí funciona porque la gente no le tiene manía al cine español como gentilicio sino como arquetipo en sí mismo. Hay quien insiste en seguir haciendo películas según ese patrón, pero mucho me temo que tienen cada vez más los días contados.
2. Aunque sigue sin ser Ágora todo lo que reluce. Trash, del debutante Carles Torres con Oscar Jaenada como protagonista, también ha pasado sin pena ni gloria como otros fracasos apuntados: After, Yo también o Castillos de cartón. Y es una pena. Sin ser ni mucho menos perfecta, la película trata de realizar un retrato urbano "a la francesa" con personajes torturados víctimas de sus propias pasiones. Torres no ha rodado una obra maestra, pero sí un filme que hubiera merecido mucha más atención de la que se le ha prestado.