Angel Facio
"He sido más fiel a mis autores que a mis mujeres"
2 abril, 2010 02:00Caricatura de Angel Facio, por Gusi Bejer
Dos años después de dirigir una divertidísima Los cuernos de Don Friolera, Ángel Facio sigue empeñado en hablar de la autoridad. En esta ocasión lo hace de la mano de Jean Genet, de quien el antiguo Goliardo estrena El Balcón, el próximo día 6, en las Naves del Español de Madrid.
Respuesta: De la vacuidad de las imágenes del poder. Las imágenes del poder estarán vacías pero algunas siguen imponiendo mucho… El hábito no hace al monje, pero sí hace al poder. La cáscara es lo único necesario. Vistes adecuadamente a un maniquí y ya tienes un obispo, un juez o un general.
P: ¿Hay alguna receta para hacer a Genet o El balcón sin pasarse de frenada?
R: Sin pasarse de frenada no. Aunque quizá estemos hablando de frenos diferentes. Coger a Genet sólo por el lado homosexual es una barbaridad. No hay que hacerlo como si fuera el paladín de la Internacional Rosa. Es un poeta de primera.
P: ¿Hay coincidencias entre Valle y Genet?
R: Dos marginales de nacimiento. Dos eximios orfebres del lenguaje. Dos visionarios cosmogónicos.
P: ¿Existen en la actualidad personalidades de este tipo, o los autores están ya domesticados?
R: Los pocos posibles trabajan para el índice de audiencia.
P: ¿Es la televisión el único escenario que importa hoy?
R: Es el único que importa. Ves a actores que no saben ni hablar y, ¡coño! se creen una estrellita. Piensan que están por encima de todos porque salen por televisión. Esto es lo que vende hoy. El índice de audiencia marca la calidad del producto.
P: ¿Qué es peor, el género ínfimo de antaño o los programas de corazón de hogaño?
R: Los de hogaño. Antes había textos para pasar el rato, pero todo el mundo era capaz de diferenciarlos de los de calidad y sabía a quién estaban dirigidos, a pesar de que había un gran analfabetismo. Hoy no hay analfabetos, por eso es peor.
P: No habrá crisis de espectadores pero ¿qué le pasa al teatro hoy?
R: El teatro es fundamentalmente ocio, como el whisky o una buena comida. El problema llega cuando le ponemos la etiqueta de cultura que trae consigo el aburrimiento. ¿Por qué? Porque si es cultura la gente va por obligación, prestigio o lo que sea, pero no a emocionarse, conmoverse o pasar el rato. Y con miedo a no estar a la altura, a no entender lo que ve.
P: De lo que soñaba hace 40 años para el teatro nacional, ¿qué se ha cumplido y qué no?
R: Nada. Además, hemos perdido el público. Ojo, no hablo de espectadores, ‘paganinis' incluidos. Me refiero a ese colectivo entusiasta que aún conserva la lidia, por ejemplo. Ya no se patea, se silba o se lanzan butacas contra un espectáculo infumable. Los sopores se premian invariablemente con bravos. Situación irreparable.
P: ¿Espera ver cumplido alguna vez lo incumplido?
R: ¿La sociedad sin clases? ¿Todos los políticos pasados por la piedra? No, y lo malo es que me temo que empiezo a perder las esperanzas.
P: Su compañía llevaba escrito en la trasera de su furgoneta "No pida Paso, pida teatro". ¿Qué piensa cuando ve en la cartelera madrileña una obra de Don Alfonso?
R: La pintaron Forges y Summers. Yo no suelo leer las carteleras para no llevarme disgustos. Y obviamente, no he ido a ver la supuesta obra. Duermo francamente bien en casita. Y prefiero un buen canuto a Don Alfonso. Los buenos caldos mejoran con el tiempo. Los malos se pudren.
P: Y del resto del teatro que se hacía en los años 60 y 70, ¿hay algún autor por recuperar?
R: Autores, creo que no. Otra cosa sí: espíritu del riesgo y la aventura, sentido de la tribu, la ‘pastuqui' en un segundo plano, ignorar la hora de acostarse o de levantarse, rendir con la parienta... en resumen, libertad con amplias dosis de libertinaje.
P: Dice que llevaba desde 1974 intentando hacer la obra de Genet, como también le ocurrió con Valle, ¿Se está resarciendo de lo que no pudo hacer?
R: Pues sí. Yo he sido más fiel a mis autores que a mis mujeres. Y además soy un manchego de ideas fijas.
P: ¿Tiene más proyectos antiguos en el cajón?
R: Un ‘puñao' y, sobre todo, un Macbeth, un Hamlet, y una Henríada en dos entregas. Creo que con el tiempo que me queda sólo algún Shakespeare podrá llegar a ver la luz.