Sebastián Silva
"La nana cuenta la necesidad de sentirse amadas de estas mujeres"
17 abril, 2010 02:00El director chileno Sebastián Silva. Foto: EFE
El director chileno estrena este fin de semana su segunda película, basada en la niñera de su infancia
Sebastián Silva (Santiago de Chile, 1979) es un "fresita" (pijo en Suramérica) y no sólo no lo oculta, ha hecho de ello su fuente de inspiración. La nana, su segunda película como director, sucede en su propia casa familiar y está inspirada en sus experiencias junto a la empleada doméstica que lo cuidó de niño. Con seis discos a sus espaldas como músico y tras una película inédita en España, La vida me mata, el artista ha logrado un gran éxito internacional con La nana, premiada en Sundance y en una docena de festivales, de Cartagena a Miami. Se trata de una película sencilla y efectiva en la que destaca la interpretación de esa nana a la que da vida Catalina Saavedra. Una mujer cobarde y recelosa que vive encerrada con una familia a la que adora pero siendo incapaz de aceptar que nadie entre en ese microcosmos en el que ha establecido un reino sólido pero patético.
PREGUNTA.- ¿Por qué cree que la película ha funcionado tan bien en todas partes?
RESPUESTA.- Para empezar yo he sido el primer sorprendido. Hemos presentado la película en lugares tan distintos como Polonia o Taiwán y en ambos se me han acercado personas para decirme que se habían visto identificadas. Yo creo que la clave reside en que cuenta una historia universal, habla de emociones que trascienden fronteras.
P.- La película casi tiene dos partes. Al principio, parece que avanza hacia una película de terror. Después, hay una historia de redención.
R.- Mientras rodaba no me di cuenta de ese aspecto terrorífico de una manera tan clara. Ha sido después, a través de los comentarios de la gente, que he ido descubriendo esa dimensión. Entiendo que la gente pueda pensar que esa nana en un momento dado se volverá loca y se pondrá a matar a la familia o algo por el estilo, pero yo conocía muy bien el personaje y en quién está basado, mi propia nana, y sabía que era incapaz de una cosa así.
P.- Ese cambio está relacionado con la propia nana, una mujer espantosa por un lado, y entrañablemente necesitada de afecto por el otro.
R.- Claro, cuando uno no la conoce puede pensar que es una mujer mala. Yo recuerdo que de pequeño tuve muchas veces esa impresión. Pero después me di cuenta de que es una víctima de sus propias circunstancias. Eso lo he querido explicar a través del personaje de Camila. Al principio la odia, porque le pide mucho más de lo que puede ser. La nana, en realidad, sólo necesita sentirse amada como cualquier otra persona.
P.- Su relación enfermiza con las otras nanas es el eje del filme.
R.- Siempre pensé que esta historia tiene algo de fábula clásica. La protagonista recibe tres visitas que intentan domesticarla. La primera, por la buenas, sale mal. La segunda, por las malas, también. Hasta que llega el hada buena que sabe darle la compasión y afecto que necesita. La escena en el baño, de una brutal intimidad, ofrece la clave del filme. Una mujer con el corazón encogido que, gracias al afecto, logra abrirse a los demás.
P.- Hay una reflexión sobre la lucha de clases.
R.- La relación entre el empleado y el empleador es siempre intrigante y complicada. Esa indefinición se acentúa en un caso como éste, en el que la empleada vive en la misma casa y convive con la familia. Surge una posición muy extraña, porque hace la misma vida que la familia y al mismo tiempo no pertenece a ella. Es una situación, en cualquier caso, muy similar en toda Suramérica y cada vez menos frecuente en Occidente. Creo que ha llegado la hora de que nos replanteemos cómo funciona el servicio doméstico.
P.- El final es deliberadamente ambiguo...
R.- Hay opiniones para todos los gustos... Ella sufre una catarsis, pero no está tan claro si eso le conducirá hacia otro sitio.
P.- ¿Qué opinó su nana tras ver la película?
R.- Ni dijo nada y ni dejó de trabajar para mi familia. Se vio muy identificada, desde luego.