Pablo Remón y 'Barbados', el arte de la repetición
- El Centro de Cultura Contemporánea Condeduque nos brinda una segunda oportunidad para poder ver esta otra versión “más adulta” de Barbados que Remón realizó en 2022.
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A juzgar por sus últimas obras, hay algo en la repetición, en la búsqueda de las diferentes variables narrativas, que obsesiona a Pablo Remón (Madrid, 1977). De gira aún con la aclamada Vania x Vania, donde se aproximaba a la obra de Chéjov desde dos planteamientos opuestamente distintos, el dramaturgo y director escénico hizo una revisión de su obra Barbados, etcétera hacedos años: Barbados en 2022. Una propuesta “más enfocada” y menos fragmentaria que la de entonces.
“Aquello no fue algo premeditado –cuenta a El Cultural–. Tiempo después me pareció que sería interesante retomar la misma obra, pero desde otro sitio y poniendo énfasis en otro lado. Y Vania, en realidad, era un poco lo mismo, pero simultáneamente. No hay una manera única y correcta de enfocarla. Me da la sensación de que es la misma idea de no dar nada por concluido, se pueden volver a mirar desde otro sitio”.
Bajo su dirección, en un teatro en ruinas, con los focos semiencendidos, algunos humeando, Fernanda Orazi y Emilio Tomé vuelven a encarnar, años después, a una pareja que se cuenta y se recuerda a sí misma. Una historia que surgió en 2017 por la inquietud del dramaturgo de querer probar un determinado tipo de escritura.
“La primera idea siempre fue hacer una obra protagonizada por unos actores que narraran una historia a la vez que en determinados momentos la interpretaban. Era casi una cuestión formal. De hecho, la obra surgió de pequeños fragmentos y acercamientos a ese tipo de escritura que fui haciendo a lo largo de los años, que tenía mucho que ver con el juego, la improvisación, la propia manera de dirigirla y de interpretarla”.
Con la intención de representarla cada cierto tiempo, en principio cada cinco años, aunque Remón no se sujeta a fechas, para este segundo round, el director se enfrentó al texto original sin ninguna cortapisa.
“No sabía si resultaría algo muy parecido o completamente distinto, sin ninguna frase de la obra inicial. Poco a poco, se fue convirtiendo en una cosa híbrida. Es decir, el Barbados original tenía tres partes y en este de 2022 había una solo, como una continuidad, pero había fragmentos de la obra original que todavía resonaban ahí, aunque ahora con otro sentido”, señala.
Eran, como su Vania, dos maneras de plantear una misma historia a partir, eso sí, de los cambios que aportaba el paso del tiempo y la memoria. “Las dos Barbados están hablando del relato, de la idea de narrar algo y en paralelo de la pareja en sí. Es la historia de cómo esa pareja ha llegado hasta ese momento y cómo muchas veces se sostiene por la narración del pasado. Cuando esa narración coincide hay pareja y cuando no lo hace, no la hay”.
“Barbados es la historia de cómo una pareja se sostiene gracias a la narración del pasado”, Pablo Remón
“Es decir, la historia de dónde estamos es la historia de cómo hemos llegado a estar. Y esa narración, y de eso va la obra, a veces difiere, otras coincide, pero al final es un relato y, por tanto, es algo construido y con gran parte de ficción”.
Después de todo, ni la historia ni los personajes son los mismos. Tampoco el espacio diseñado por Monica Boromello lo es. La obra, que se estrenó en 2022, regresa como una segunda oportunidad para los espectadores, quién sabe si para la pareja también, al Centro de Cultura Contemporánea Condeduque de Madrid, donde podrá verse del 26 de diciembre al 5 de enero.
Una experiencia que va más allá del propio espectáculo para quienes quieran contrastar una versión con la otra. “No tiene nada que ver con la primera –aclara Remón–. Es una obra diferente. Hay gente que ya ha visto las dos. Pero han pasado varios años entre ambas, y lo normal es que tengan un recuerdo un poco sesgado, sin muchos detalles. Se parecen en el sentido de que había dos actores y que el tipo de texto era similar, pero la escenografía, la luz, un poco el tono de la obra es muy distinto. Lo que a su vez lo hace interesante porque permite revisitar un recuerdo y en este caso una obra, que también es como un lugar y un espacio”.
Entre las diferencias, no obstante, el dramaturgo señala que “la primera tenía ese lado más fragmentario, más juguetón quizá y esta es probablemente más tensa. Sigue teniendo partes divertidas y se produce un acercamiento a la palabra y a la interpretación muy claros, pero la sensación es que es mucho más adulta”.
Tampoco los intérpretes son exactamente los mismos. “Otra cosa que me interesaba mucho de volver a mirar la obra era la idea de representarla con los mismos actores y ver cómo había pasado el tiempo por ellos también. Cómo los años de alguna forma estaban hablando del paso del tiempo sobre la pareja también. Y esas dos cosas confluyen un poco”.
Al frente, los maravillosos Orazi y Tomé le vuelven a tomar el pulso a sus personajes. “Me permití volver a hacerla por ellos. Yo sabía que iban a responder bien. De hecho, fue una obra que, ya en su momento, fuimos descubriendo juntos, mucho más que otras, por el tipo de propuesta que es y por cómo está escrita. Después, cuando nos volvimos a encontrar, aunque hicimos cosas en medio juntos, cada uno ha traído a escena su propia evolución”.
Tanto ellos como el propio Remón y el equipo técnico han tenido que “plantearse cómo volver a hacer una obra desde otro lugar. Con la idea de si se puede ir reconstruyendo ese teatro, esa narración o lo que es lo mismo: esa pareja”.
Por suerte, casi promete el director, tendremos Barbados para un tiempo. “Es una obra que entre todo mi trabajo me resulta muy especial, porque está un poco al margen de otros títulos y tiene vida propia. También es la que más sorpresas me ha dado al verla representada y por eso siempre he tenido el deseo de volver a mirarla. Al final es la historia de una pareja que según va cambiando transforma la obra y a veces tengo curiosidad por saber dónde irán los dos”.