Image: Manuel Gutiérrez Aragón

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El Cultural

Manuel Gutiérrez Aragón

"La correspodencia entre Dalí y Lorca es como una discusión a la cara"

7 octubre, 2010 02:00

Manuel Gutiérrez Aragón. Foto: José Cuéllar.

Hoy presenta en la Residencia de Estudiantes su documental 'Coloquio en la Residencia'

Manuel Gutiérrez Aragón, a pesar de su decisión firme de abandonar el cine, ha vuelto a ponerse detrás de la cámara. Lo ha hecho para rodar Coloquio en la Residencia, un ejercicio de minimalismo cinematográfico de poco más de media hora de duración en el que recrea la ciclótimica relación entre Lorca y Dalí. El cineasta y escritor se ha empapado de la correspondencia entre ambos iconos de la generación del 27. "Me enamoré de sus cartas, del debate intelectual que mantenían a través de ellas", explica. El cruce de opiniones es tan vivo que parece como si estuvieran discutiendo cara a cara. Por eso no le ha resultado difícil construir los diálogos de la película, que recorre los siete años (entre 1922 y 1929) en que ambos vivieron absorbidos por el influjo mutuo de sus respectivos talentos. Hasta que la publicación del Romancero gitano y los celos los desligó definitivamente.

Pregunta.- ¿Qué facetas menos conocidas ha descubierto en esta exploración de la relación entre Lorca y Dalí a través de su correspondencia?
Respuesta.- Lo que más me ha llamado la atención ha sido el radicalismo de Dalí. Era desde luego mucho más vanguardista y rompedor que Lorca o el propio Buñuel. En sus cartas ya se aprecia también un punto de desfachatez. Lorca era mucho más tradicional, más apegado a los cánones de la poesía española clásica. Más buena persona que Dalí. En esa época no era precisamente el Lorca de Poeta en Nueva York. Ambos venían de provincias, pero en absoluto eran provincianos. En sus opiniones demuestran su gran bagaje cultural y su amplia formación.

P.- Buñuel irrumpe de vez en cuando en esa comunión. Creía que Lorca lastraba la creatividad de Dalí...
R.- Había bastantes celos intelectuales por parte de Buñuel. Éste competía con Lorca para impresionar a Dalí. Los dos lo querían para sí, cada uno a uno su manera, porque era el más genial. Algunas de sus afirmaciones son modernísimas, como cuando defendía de la acusación de que era demasiado frívolo. Él respondía que la frivolidad no era más que objetividad. Es de una tremenda modernidad.

P.- ¿Qué juicio literario hace de este epistolario cruzado entre ambos?
R.- Bueno, las cartas de Dalí son muy radicales. Las de Lorca, en cambio, son maravillosas, pura poesía en prosa. Para mí ha sido fácil convertirlas en diálogos, porque son muy vivas, parecen un diálogo cara a cara. Hay un debate intelectual muy apasionado y de mucha agudeza. Los dos discuten sobre cuestiones creativas y artísticas. Es lo que más me ha interesado, por la relación entre Lorca y Dalí normalmente se ha estudiado de manera morbosa, aireando aspectos íntimos.

P.- ¿Y en las cartas se encuentra explícitamente el motivo de su ruptura?
R.- La publicación del Romacero gitano provocó entre ambos un fuerte enfrentamiento, porque Dalí consideraba este libro la representación opuesta de los valores artísticos que él defendía. Lo veía una exaltación de las emociones y muy influenciado por la tradición poética de Juan Ramón Jiménez. La respuesta genial de Lorca a estos reproches fue la publicación posterior de Poeta en Nueva York. En 1929 se acaba la correspondencia entre ambos. Este fue el motivo de la ruptura intelectual, pero hay que sumarle también los celos que le tenía a Lorca, porque en esa época era el único que tenía éxito.

P.- Dalí desprecia a Buñuel por ocuparse del cine, a su juicio, de toda las artes la más menor. ¿Cómo encaja un juicio así?
R.- Hay que relativizarlo, porque al final Dalí acabó colaborando con Buñuel en cine. Rodaron juntos El perro andaluz. Cada vez que veo la película me doy cuenta más claramente de que las imágenes más potentes salieron de la cabeza de Dalí.

P.- ¿Qué valoración haría de la Residencia de Estudiantes en el marco de la historia cultural de España?
R.- Es fundamental la labor de conservación y rescate de la memoria de la generación de 27, porque sus miembros protagonizaron la edad de plata de nuestra historia en el ámbito de las artes. Y es muy importante también la acogida que presta a becarios de diversas disciplinas, que deben dar continuidad al sentido crítico y único de aquella generación.

P.- ¿No decía que había dejado el cine, que lo suyo ahora era la literatura?
R.- Sí, yo me he retirado. Este documental ha sido un ejercicio de minimalismo, de toreo en corto. Es un trabajo muy puro, con los actores y la voz, rodado en plano medio. Sigo escribiendo todos los días. Estoy trabajando en una novela que titularé El desconcierto. Tiene como protagonista a un hombre que fue guerrillero en Latinoamérica y que luego aplica en los negocios los mismos métodos que en la lucha guerrilerra. Creo que la tendré terminada el año que viene.

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