Image: Manuel de Lope

Image: Manuel de Lope

El Cultural

Manuel de Lope

"Si desaparecieran los habitantes de Madrid, el Retiro tomaría la ciudad"

20 enero, 2011 01:00

Manuel de Lope. Foto: Carlos García.

Manuel de Lope (Burgos, 1949) se acordó de Pollock cuando estaba escribiendo su último libro, Azul sobre azul, una sucesión de textos que relatan anécdotas, impresiones, encuentros, reflexiones... En suma: una amalgama intelectual que remite a las salpicaduras de pintura del revolucionario artista estadounidense. Es "la emancipación de la forma", explica el escritor. Así, libre de ataduras, ha escrito lo que le ha venido en gana según el día. En el resultado se hibridan los géneros de las memorias, el relato de viajes, la crítica artístico-literaria, el diario...

Pregunta.- ¿Azul sobre azul?
Respuesta.- El título lo tomo del código que emplea el ejército norteamericano cuando por accidente dispara sobre sus propios soldados: blue on blue. Lo leí durante la guerra de Irak en un comunicado de prensa, cuando su aviación bombardeó por error a su infantería: lo que aquí llamamos el fuego amigo. Creo que viene de su Guerra de Independencia, del uniforme azul del ejército yankee. Utilizo este código porque este libro habla sobre mí mismo, el material del que sale son mis propias vivencias. En una novela, en cambio, cuenta una historia más ajena al autor.

P.- ¿Entonces es su libro más confesional?
R.- No me gusta esa palabra. Confesarse parece implicar una culpabilidad, o un desgarro, que yo no tengo. Sin ser un diario, el libro recoge el transcurso de mis días, con mis perspectivas, opiniones, encuentros, anécdotas... Pero no confesiones.

P.- ¿Lo de hacer un dripping literario es algo que se planea o que surge sin darse cuenta?
R.- Hay una conciencia de la elección de una técnica que permite la emancipación de la forma. Es una idea que me sugirieron los drippings de Pollock. El relato exige ciertas reglas establecidas que yo no cumplo en Azul sobre azul. Los botes de pintura de Pollock son para mí mis circunstancias de cada día. Aunque detrás de esa apariencia de azar hay unas estructuras que sustentan la obra.

P.- ¿Cuáles son esas estructuras en su caso?
R.- Son polos de interés, como las gamas cromáticas en Pollock. Yo diría que mi caso son tres. El primero sería la naturaleza y la gente del campo que conozco, desde hace 30 o 40 años. Me di cuenta que hablaba de ellos recurrentemente. Otro sería las conversaciones anónimas que escucho al azar, en un autobús, en un bar... Y por último, mis lecturas. Es una obviedad es un escritor, pero siento que entiendo mejor la realidad que me rodea tras pasar por ciertos libros.

P.- ¿No es la escritura de este libro análoga a la de un blog en el que uno escribe lo que le viene en gana?
R.- Creo que hay una gran diferencia. La escritura de este libro me parece más íntima. En un blog, que se publica inmediatamente tras escribirlo, tendría la sensación de que detrás de mi hombro hay varias personas mirando lo que escribo. Aunque la verdad es que tampoco conozco muy bien este mundo.

P.- Reivindica la memoria de los sentidos, "la más profunda y la única que permite restablecer las circunstancias remotas".
R.- Es el gran descubrimiento proustiano, con su famosa magdalena. Los objetos son depositarios de la memoria, es algo indiscutible.

P.- ¿Escribir Azul sobre azul significa haber cumplido por su parte con el género memorialístico?
R.- Yo tomo notas desde hace muchos años. Siempre llevo conmigo cuadernos, libretas, papeles... Pero es ahora la primera vez que lo publico, después de seleccionar dentro de ese amasijo de impresiones. He hecho un trabajo escrupuloso de ordenación porque sin ella sería como si a Pollock, en lugar de salpicar con sus pinceles, se le hubieran caídos los botes de pintura.

P.- Es curioso el detenimiento con que observa la flora y fauna de Madrid, algo que pasa casi desapercibido a la mayoría de sus habitantes.
R.- Si en Madrid desaparecieran sus habitantes, el Retiro poco a poco se iría apoderando de la ciudad. En mi terraza he visto al menos diez especies de aves, aparte de los gorriones y las palomas. Es una cuestión de mirada. Mi abuelo era médico rural y yo pasaba mucho tiempo con él en el pueblo. Como todos los médicos de esa época, tenía un gran conocimiento de botánica y es algo que me inculcó. En Madrid sobre todo destacan sus cedros. Es un tipo de árbol al que parece irle muy bien el clima de la ciudad. Los hay enormes en el Retiro y frente al Museo del Prado.

Ver otros Buenos Días