Image: Daniel Sánchez Arévalo

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El Cultural

Daniel Sánchez Arévalo

"La inmadurez masculina se intensifica cuando hay mujeres por medio"

3 febrero, 2011 01:00

Daniel Sánchez Arévalo. Foto: Antonio M. Xoubanova

Mañana estrena 'Primos', su tercer largometraje

Daniel Sánchez Arévalo acabó exhausto tras terminar Gordos, una película en la que estuvo embarcado tres años y en la que se vació como cineasta: "Quisé plasmar demasiadas preocupaciones". A ese agotamiento profesional se le sumó una crisis sentimental. El diagnóstico era grave: "Me sentía asfixiado y necesitaba parar". Pero el director madrileño, que tanto éxitos cosechó con su primer largo, AzulOscuroCasiNegro (tres goyas en 2007), pensó que había una opción que le podía ayudar mucho más que enrocarse sobre sí mismo: rodar una comedia "ligera, luminosa y optimista". Entonces empezó a escribir Primos, la historia de Diego (Quim Gutiérrez), un joven al que su novia deja plantado en el altar y decide curarse la herida regresando al pueblo donde veraneaba en su adolescencia. Para ese viaje se hace acompañar de dos de sus primos: Julián (Raúl Arévalo), un chuleta por fuera pero sentimental por dentro, y José Miguel (Adrián Lastra), un hipocondríaco asediado por un sinfín de miedos. A Sánchez Arévalo la terapia le ha funcionado: "La verdad es que ahora me siento mucho mejor". Bendita comedia.

Pregunta.- Primos nace de una crisis profesional y personal. ¿Por qué decidió que lo mejor en un momento así era echarse en los brazos de la comedia?
Respuesta.- Sentía la necesidad de parar y curarme las heridas. Pero me di cuenta que una manera de parar con lo que estaba haciendo hasta entonces era iniciar un proyecto diferente. Pensé que la comedia me podía ir bien. También sentía una sensación asfixia; necesitaba aire, luz y ligereza. Y estos elementos son los que decidí incorporar en la película. Y también en mi vida. En realidad, yo hice huida hacia delante paralela a la del protagonista: empecé a pensar menos y a actuar más.

P.- ¿Entonces le resultó eficaz utilizar la ficción como terapia?
R.- Bueno, yo me siento mucho mejor que cuando me embarqué en este proyecto, hace poco más de un año. Aunque la terapia no está completa todavía. Sólo se terminará si la película después de estrenarse llega al público y compruebo que he sido capaz de transmitir optimismo y hacer olvidar a la gente por una rato sus pequeños-grandes dramas.

P.- Dice que es su película más personal. ¿Es porque su personalidad está desparramada en cada uno de los tres protagonistas?
R.- La verdad es que me identifico muchísimo con los tres, en distintas etapas de mi vida. Me parecía curioso y divertido jugar a que una comedia desenfadada fuera mi película más personal. Era una manera de reírme de mí mismo y de mis fantasmas.

P.- Ese deseo de dar un bandazo venía también de lo exhausto que le dejó Gordos, ¿no?
R.- Es que Gordos nos llevó tres años desde que nació la idea hasta que acabamos de rematar la película. El rodaje se prolongó casi por un año. Hubo mucha tensión, por el hecho de que los actores tenían que ganar y perder peso. Fue todo muy excesivo porque la historia trataba precisamente sobre excesos.

P.- ¿De ese rodaje ha aprendido que hay que acotar más lo que se quiere contar?
R.- En las primeras películas generalmente se tiene una gran ansiedad por contar todo tu mundo, por si no vuelves a tener la oportunidad de rodar. En Gordos quise volcar todas mis preocupaciones y me salió una película muy abigarrada en ese sentido. Con la madurez te das cuenta que es mejor centrarse en unos temas concretos e ir en una sola dirección. Ahora me he relajado mucho más, me quito mejor la presión.

P.- Pero reconoce que las semanas previas al rodaje de Primos se sentía muy inseguro...
R.- Es otra parte de la lección. Te das cuenta de que los miedos no desaparecen nunca, incluso se intensifican a pesar de la experiencia. Es que al rodar una película asumes una gran responsabilidad. Con la experiencia pierdes inocencia y eres mucho más consciente de todas las complicaciones que acarrea un rodaje, incluso en películas supuestamente más sencillas. Pero no es algo malo, porque ese miedo te activa y te mantiene despierto.

P.- Desde un plano teórico, se puede decir que Primos plantea que toda buena comedia debe tener un sustrato dramático de fondo.
R.- Es fundamental esa base dramática para que la comedia funcione. En Primos la historia arranca con un chaval plantado en el altar, un hecho muy dramático. Luego la clave está en el ejercicio de estilo y en el talento para sacar el humor de ahí. Para mí la comedia es más difícil porque el drama saldría sólo de esta situación, pero el humor hay que buscarlo, sin forzarlo: el chiste por el chiste nunca me ha gustado. Y el fondo dramático tiene que estar siempre para que el público pueda identificarse con los personajes.

P.- La película es en cierto modo un retrato de la inmadurez masculina ante los compromisos que supone emparejarse. Pero un retrato condescendiente.
R.- Más que condescendencia, lo que hay es ternura. La película puede verse como un tratado de la estupidez y de la inmadurez masculina, dos defectos que brotan con más intensidad cuando hay mujeres alrededor. Yo lo que intento no es juzgarlos sino entenderlos. Y hay que dejar claro que no es "una película de tíos", como ya he leído por ahí, porque también hay cuatro personajes femeninos que me he preocupado mucho de que no fueran meras comparsas de ellos.

P.- A Raúl Arévalo le escribiste el personaje a medida. "Un chuleta por fuera y frágil por dentro", le pidió.
R.- Sí desde el principio tuve claro que Quim Gutiérrez y Raúl estarían en la película. Cuando estaba pensando la historia le llamé y le pregunté qué tipo de personaje le apetecía hacer, algo que no hubiera hecho antes y que supusiera un nuevo reto para él. Y cuando escribí el monólogo inicial tuve claro que sólo quería que lo interpretara Quim.

P.- Y a Antonio de la Torre no se lo puede quitar de encima, porque en principio no había personaje para él, pero luego se subió al carro en el último momento.
R.- Su personaje, el Bachi, era un cincuentón, mucho más acabado... Le comenté que no encajaba bien en él y le dio mucha pena porque le apetecía mucho hacer un papel así. Un día me llamó por la tarde, completamente borracho, y me estuvo dando el coñazo durante varios minutos. Yo me enfadé con él. Le dije que cómo podía ir borracho a esas horas. De repente, se puso sobrio y me preguntó: "¿Lo he hecho bien?" Me la había colado, a mí, que le conozco desde hace años. Así que decidí darle el papel.

P.- Y para los Goya, ¿tiene preferencia por alguna de las cuatro películas nominadas?
R.- Creo que las cuatro están muy bien elegidas. Son todas muy buenas, pero yo personalmente me quedo con También la lluvia y con Buried. Y la que me parece una joya, y lamento que no tenga más nominaciones, es Buon apetit.

P.- ¿De las convulsiones de la última semanas en la Academia qué opinión tiene?
R.- No creo que estos tiempos convulsos tengan que ser necesariamente negativos. Espero que simplemente provoquen una mayor actividad: más debate, intercambio de puntos de vista... Está claro que afrontamos un problema, porque la manera de consumir cine está cambiando, pero la demanda de ficción no ha caído y tenemos que saber adaptarnos a esa situación. Hay que pensar cómo llegar al público de forma rápida, directa, con calidad y con precios asequibles.

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