El Cultural

Carta de amor a Nueva Orleans

18 febrero, 2011 01:00
Treme regresa en abril. Después de una extraordinaria primera temporada, la serie de David Simon sobre la Nueva Orleans post-Katrina, que quizá no es superior a The Wire (pero al menos ha despertado el legítimo debate comparativo), tendrá su merecida continuación. Treme se parece mucho a The Wire pero al mismo tiempo es muy distinta. Las similitudes son evidentes. De nuevo, Simon traza un mosaico social de una comunidad abandonada (mayoritariamente de población negra), activa un conglomerado combativo y de resistencia política para denunciar la tácita eliminación de excedentes humanos que ha generado el sistema capitalista en Estados Unidos. Aquello que no produce, se aniquila a través de la pasividad y el olvido. Si en Homicide y The Wire era la ciudad de Baltimore y sus focos de droga, en Treme es Nueva Orleans. Quizá el huracán que con mayor fuerza golpeó a la población fue la infamia de un gobierno que ordenó la evacuación y no dispuso los medios, que ha seguido desatendiendo la "cuna del jazz" incluso después de la catástrofe. El escalofriante documental Trouble the Water (2008) aseguraba que, entre fallecidos y exiliados, la comunidad negra de la ciudad había descendido un 66% desde el Katrina. Se trata de la última diáspora americana.

La frase de David Simon ya es un clásico: "Fuck the average reader". Que le jodan al lector medio o, en su caso, al espectador. Él no diseña ni escribe sus series pensando en la respuesta de audiencias (que en el caso de The Wire superó cualquier expectativa que pudiera tener la HBO), sino en que la ecuación conciencia política, verdad documental y profundidad narrativa pueda resolverse sin eliminar la crucial variable televisiva del entretenimiento. En la primera temporada de Treme -diez capítulos-, el cabreado profesor Creighton Bernette (John Goodman), que cuelga en Youtube encendidos mensajes de denuncia y frustración ante el olvido institucional que sufre su ciudad tras el desastre, dice: "A los medios les gusta una narrativa simple que ellos y su público puedan asimilar en su pequeño cerebro". Frases como ésta, en boca de un personaje-dispositivo (pero cargado de humanidad) que actúa como conciencia de la serie, proceden directamente de David Simon, si bien la creación del personaje Bernette se inspire en el blogero de Nueva Orleans Ashley Morris, que gritaba a los burócratas aquello de "Fuck you, you fucking fucks!".

En todo caso, Treme, a diferencia de The Wire, encuentra el modo de no hablar directamente en términos políticos sobre la situación, y prefiere centrarse en la voluntad y la resistencia de sus personajes, en sus pasiones y su cultura. Ahí es donde la música en una ciudad de músicos juega un papel determinante. Uno de los mayores atractivos de la serie, aquello que la hace tan diferente a todo lo que hemos visto antes en televisión, es el modo en que la música, el jazz, se graba y se filma (la mayoría de los personajes son músicos), de tal manera que la serie viene a redefinir cierto conceptos del musical o, más bien, del musical televisivo. La función del musical clásico consistía en conducir la dramaturgia a través de números musicales, y algo así es lo que encontramos en Treme, que encuentra en la música su vehículo sentimental, su verdadera razón de existencia. Nunca en una serie de televisión habíamos visto cómo un personaje acaba expresando sus sentimientos mejor a través de la música que en un monólogo hablado y explicativo. Es el caso de Antoine Batiste (el impresionante actor Wendell Pierce, el detective Bunk de The Wire), que dice todo lo que tiene que decir sobre sí mismo con un solo de trombón, o también el dicharachero DJ Davis McAlary (Steve Zahn), ofreciendo otro de los instantes más emotivos de la serie con la grabación del tema Shame, shame, shame. El 'soundtrack' de cada capítulo es el alma de la serie, con músicos invitados y apariciones estelares como Elvis Costello, Allen Toussaint, Dr. John, Kermit Ruffins, etc.

Como a la ciudad de Nueva Orleáns, no se debe entrar en esta serie como un turista, sino con el espíritu, la paciencia y el tiempo para habitarla, empaparse de ella, caer seducido por sus sonidos, sus habitantes, sus ambientes y sus pequeños detalles. David Simon ha puesto en palabras mejor que nadie el verdadero propósito de la serie: "Nueva Orleans es una ciudad que todavía crea. Incluso en su estado, herida de muerte, incluso después del permanente shock ante la indiferencia nacional, continua siendo una ciudad que construye cosas. Lo que construye son momentos. Extraordinarios momentos en los que el arte y la vida ordinaria confluyen". En verdad, la verdadera emoción de la serie está contenida en esos pequeños momentos que definen la rutina de sus personajes, sus capacidades de resistencia y de esperanza en una ciudad fantasma. En este sentido, Treme avanza abriéndose paso entre sentimientos encontrados. Por un lado, es tremendamente pesimista (sobre todo en la claudicación expresada a través de Creighton Bernette); por otro, es tanta la pasión y el amor por la ciudad que transmite la serie, que Treme dedica más tiempo a mostrar el lado luminoso que el lado oscuro de Nueva Orleans. De ahí que la mayoría de los personajes -desde el jefe indio del Mardi Grassi Albert Lambreaux a la chef gastronómica Janette Desautel- actúen como conciencia protectora de una cultura gravemente herida.

Es ahí donde Treme marca sus mayores distancias respecto a The Wire. Después de cinco temporadas diagnosticando las fallas y la corrupción del sistema institucional de Baltimore (y de Estados Unidos), The Wire no dejaba espacio para el optimismo. El fracaso era notorio. El único punto de fuga era el personaje Bubble, que consigue desintoxicarse y emprender una vida mejor. Es como si David Simon creyera en el individuo, pero no en la comunidad, cuyo funcionamiento siempre acaba devorado y vampirizado por los intereses particulares de unos pocos. En una semi-anarquía como la que vive Nueva Orleans durante su reconstrucción, Treme se alimenta sin embargo de pasión y de esperanza. En su regreso en abril, es probable que la serie tome un importante giro. Mi apuesta particular es que, si la primera temporada ha transcurrido en la Nueva Orleans post-Katrina, apenas tres meses después de la catástrofe, la segunda temporada viajará en el tiempo a la Nueva Orleans pre-Katrina, a las semanas o días previos a la tragedia. Regresar a las vidas pasadas de unos personajes con los que ya nos hemos familiarizado, y de los que aún sabemos muy poco en realidad (apenas cómo se las apañan para sobrevivir), será algo realmente novedoso en términos de narrativa televisiva. Con el brutal contraste entre una temporada y otra, entre unas y otras formas de vida, entre unas y otras músicas, el espectador podrá sentir de veras la línea fronteriza de devastación que ha significado el Katrina para los habitantes de Nueva Orleans. Puede que con el tiempo veamos Treme como la mejor serie jamás filmada.

Algunas películas en torno al huracán Katrina y Nueva Orleans:

When The Leeves Broke: A Requiem in Four Acts (Spike Lee, 2006)
Katrina Diary (Justin Pearce, 2006)
New Orleans Music in Exile (Robert Mugge, 2006)
Wade in the Water (Gabriel Byssbaum y Elizabeth Word, 2007)
Trouble the Water (Carl Deal y Tia Lessin, 2008)
Walking on Dead Fish (Franklin Martin, 2008)
Faubourg Treme: The Untold Story of Black New Orleans (Dawn Logsdon, 2008)
El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2009)
Teniente corrupto (Werner Herzog, 2009)
Mine (Geralun Pezanoski, 2009)