Macho, triunfo cantado
1. ¿Alguien se ha leído alguna vez el programa de los candidatos a las elecciones? Sí, son esos folletos inmensos que de vez en cuando aparecen en algún mitin y que nadie recoge. Muchas veces, de hecho, resulta prácticamente imposible encontrarlos porque las elecciones modernas se basan más en la percepción que en la concreción, en el feeling de los votantes mucho más que en su apoyo a propuestas o políticas concretas. Lo mismo sucede con la Academia de Cine, que acaba de elegir nuevo presidente no tanto por lo que uno u otro han dicho que harían, que no ha sido gran cosa, sino por quiénes son. Y en este sentido, la elección ha sido diáfana y justa. Bigas Luna es un señor muy simpático con algunas buenas películas, pero Macho lleva dando el callo por el cine español como distribuidor, productor y exhibidor desde que el mundo es mundo, al menos para la inmensa mayoría de los académicos.
Macho es un señor seriote, de barba rala y mirada penetrante que nunca ha destacado por ser el colmo de la sociabilidad. Se le respeta y se le quiere por su trabajo callado, continuo e indiscutible como defensor sin fisuras del cine nacional. Es el único, literalmente, que desde sus cines Renoir ha mantenido películas nacionales en cartelera aun a costa de perder dinero si pensaba que lo merecían confiando (muchas veces de forma quijotesca) en que el boca-oreja funcione. Y eso, en el mundo del cine español, donde un sistema de exhibición caníbal que tritura las películas a la semana si no arrasan, donde apenas queda ya ni un segundo para que determinados títulos más "difíciles" acaben calando en los espectadores es un mérito y un lujo. Cualquier jefe de ventas de cualquier distribuidora sabe perfectamente que es casi más complicado conseguir que los cines apuesten por su producto que cualquier otra cosa. Por eso, Macho ha ganado.
Quienes lo conocen en las distancias cortas se preguntarán cómo se moverá Macho, discreto por naturaleza, para hacer políticas desde la Academia. Su tradicional apuesta e incluso amor por el cine español será con toda seguridad acicate para que se dedique a sonreír y dar abrazos, labor que forma parte de un cargo tan político como el que hoy mismo ocupa por primera vez. Aunque esa discreción puede ser, al final, su salvación. Han sobrado en tan digna institución últimamente bocinazos y astracanadas, empezando por la del propio Alex de la Iglesia, que gestionó peor que mal su desacuerdo con Angeles González-Sinde y terminó creando lo contrario para lo que había sido elegido, un clima de irritación y crispación innecesario y tristemente conflictivo. Llegará el día de analizar largamente, con tiempo y sosiego, los motivos de un escándalo evitable y desagradable. Confiemos, ahora, de momento, en que arranca una nueva etapa mejor que la anterior.
2. Por cierto, por si alguien me había echado de menos, este es el primer post de la nueva etapa del Incomodador. He estado en Sudáfrica varios meses y aquí estoy de nuevo para que ustedes estén a favor o en contra de mis opiniones. Pero por favor, no me insulten. Que ya cansa. Si algo ha sido horrible observar desde país tan lejano ha sido la agresividad y dureza de algunos en contra del cine y el arte español en general. Internet es una democracia y está bien que así sea. Pero sólo los idiotas son incapaces de distinguir entre una persona y sus ideas. Que alguien no opine como nos gustaría no lo convierte en un imbécil de forma automática. Movámonos, pues, en el terreno de la argumentación y el diálogo. No en el de la descalificación personal o el odio autodestructivo por nuestros compatriotas.