Justo Navarro

Hoy sale a la venta la última novela del autor granadino, 'El espía'

La leyenda de Ezra Pound seguirá inmersa en la polémica por los siglos de los siglos. Es inevitable. No hace falta azuzar mucho el debate en torno a su figura para que salten las chispas, igual que ocurre con Louis -Ferdinand de Cèline o Knut Hansum. Pero Justo Navarro le ha dado a la controversia una nueva vuelta de tuerca en El espía (Anagrama), su última novela. El autor granadino plantea una hipótesis: en realidad, en las arengas radiofónicas antisemitas y de exaltación fascista que pronunciaba en Radio Roma Pound pasaba mensajes cifrados a los aliados. ¿Un agente doble? "Es posible", afirma Navarro. "Hubo policías mussolinianos que sospecharon de sus discursos y él siempre dijo que había sido un luchador por la paz".



Pregunta.- En la novela se define el mundo del espionaje como "una desolación de espejos", un concepto de T.S Eliot.

Respuesta.- Sí, porque el mundo del espionaje es por naturaleza confuso. Es muy difícil conocer la realidad, como sucede con los espejos que multiplican las imágenes sin que detrás de ellas haya cuerpos de verdad. Lo de la "desolación de espejos" era una expresión que empleaba mucho James J. Angleton, que fue discípulo de Ezra Pound y acabó siendo uno de los cerebros de la CIA. Él decía que "el contraespionaje es el uso de la realidad y la fabulación con fines prácticos para producir efectos reales". Es muy parecido a lo que hace la literatura.



P.- ¿Qué veracidad histórica tiene la teoría de la que parte la historia: que Ezra Pound era un agente doble y que en realidad combatía el fascismo?

R.- Hubo funcionarios fascistas italianos, encargados de la seguridad, que sospecharon que en sus arengas radiofónicas mandaba mensajes cifrados al bando angloamericano. Y es posible porque él siempre dijo que lo que más le preocupaba era la paz y que siempre colaboró para acabar con la guerra. Lo que está claro es que sus repulsivos discursos antisemitas le hicieron un flaco favor al eje, porque criminalizó a este bando, que quedaba moralmente descalificado.



P.- En su inmersión en la vida de Ezra Pound ¿qué más detalles le han sorprendido?

R.- Bueno, la primera sorpresa fue que la policía secreta de Mussolini sospechara de él. Es algo inimaginable si se leen sus discursos de exaltación fascista. Luego he ido tirando del hilo y he encontrado otras cosas muy llamativas, como que el mismísimo congreso estadounidense le concediera un premio poético cuando ya estaba considerado "un criminal de guerra".



P.- ¿Qué vio en Mussolini que tanto le fascinó? Aunque, bueno, según su hipótesis habría que poner duda esa fascinación...

R.- No, no, su fascinación por el Duce era auténtica. En esto no hay dobleces. Pound veía en él un héroe, a la altura de los padres fundadores de los Estados Unidos. Mussolini para él era un condottiero magnífico. Es curioso que fuera tan romántico en política cuando en literatura siempre se declaró un antiromántico. Su caso, la verdad, no era tan extraño como nos parece ahora. En esa época en Estados Unidos el antisemitismo era muy común, igual que la admiración por el auge del fascismo.



P.- ¿Cree que la historia de la literatura ha sido justa con este autor?

R.- Creo que sí. Tiene muchos admiradores y su obra está muy vigente. De hecho recuerda mucho a la realidad contemporánea. Él trabajaba mucho con recortes que sacaba de aquí y allá y creaba collages y tapices de palabras. Es muy similar a esa multiplicidad de pantallas ante las que vivimos, de ordenador, del móvil...



P.- Dice de su obra el crítico Ricardo Senabre que es difícil que seduzca al público, por su carga intelectual y porque no se somete a formas convencionales...

R.- Bueno, esa es la obligación de todo escritor: inventar nuevos caminos y no caer en la literatura zombie, llena de clichés. Un ejemplo es lo que he hecho en el último capítulo de El espía, en la que el narrador irrumpe en la trama.



P.- Es algo a lo que no se resiste. Lo suele hacer a través de heterónimos, de iniciales, zambullirse usted mismo en la historia...

R.- Es una tradición y la tradición para los escritores es muy importante. Se trata en realidad de un guiño a las novelas de caballerías. Aquí la historia de Pound aparece como el manuscrito de un autor que traduce un tal J.N. Es una estructura típica de la literatura caballeresca, que en general arranca a través de manuscritos descubiertos, como ocurre el propio Quijote.

Ver otros Buenos Días