Juan Carlos Corazza.

El director argentino presenta este fin de semana en el Festival de Otoño 'Comedia y Sueño', de Lorca

Juan Carlos Corazza trae a Madrid (al Festival de Otoño) su investigación de Comedia sin título, la obra inconclusa de Lorca (escribió sólo un acto: la ejecución del poeta al comienzo de la guerra truncó su desarrollo). El director argentino la titula Comedia y Sueño y prolonga, según su intuición, la reflexión metateatral lorquiana, veteándola con pasajes de El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Este maestro de intérpretes argentino, fundador del Estudio Corazza de Actores, en el que se han formado, entre otros, Javier Bardem y Elena Anaya, intenta descubrir con su versión de la obra los límites entre la realidad y el arte. Aunque, reconoce de entrada, no le interesa "entregar conclusiones", sino "sostener las preguntas".

Pregunta.- A Lorca le gustaba especialmente El sueño de una noche de verano de Shakespeare, ¿no?
Respuesta.- Lorca, como Shakespeare, tienen muy presente el teatro dentro del teatro, reflexionan constantemente sobre este arte. En La comedia sin título los personajes son actores, tramoyistas, un director, técnicos..., que quieren interpretar El sueño de una noche de verano. En los dos también están los sueños y su misterio. "Los sueños existen y vuelan entre nosotros", se dice en esta obra.

P.- Es un texto inconcluso, sólo hay un acto. Con un material tan corto de partida , ¿el director debe ser como un detective de las intenciones del autor?
R.- Ese acto son unas pinceladas llenas de inspiración que dan pie a investigar y a abrir un proceso creativo, que es lo que me interesa hacer. El teatro tiene que ser el resultado de una búsqueda y de una pasión y de un placer por descubrir lo que hay por debajo de las palabras. Es algo que necesita ponerle mucho entusiasmo.

P.- Afirma que en Shakespeare y en Lorca podemos aprender todavía que el teatro es una vía de compasión.
R.- Me interesa el teatro que revela conflictos con su crueldad y su dureza pero también que tenga luz, amor y compasión. Tanto Lorca como Shakespeare entran en la mente de sus personajes sin juzgarlos, revelando sus virtudes y sus miserias, pero nunca con una actitud destructiva. Sus miradas siempre van hacia lo luminoso, aun cuando aborden tragedias. Aunque partan de la oscuridad, acaban trascendiéndola.

P.- ¿Qué credibilidad le concede a la teoría de que Comedia sin título es en realidad el quinto acto de El público?
R.- Yo creo que es una historia concreta y específica en sí misma, no puedo aventurarme. El acto que hay es el comienzo de una trama independiente de El público, aunque sí hay un sintonía entre ambas obras, en la estética y en su reflexión sobre la realidad y la ficción y el sentido del teatro en un mundo con tanto sufrimiento.

P.- ¿Y adónde quiere llegar Lorca con este juego metateatral?
R.- Más que dar una respuesta, que se podrían muchísima, lo más interesante es quedarse con la pregunta y no aventurarse a dar una conclusión. En Comedia sin título hay muchas preguntas útiles, de las que ayudan a avanzar, a comprender a observar con más profundidad. También se cuestiona el sentido de la poesía en mitad de una realidad cruel y temible. Lorca se hace esta pregunta con poesía, sin dejarla de lado.

P.- ¿Es el teatro una piedra de toque imprescindible para cualquier actor, aunque sólo se dedique al cine?
R.- No creo que se pueda evolucionar mucho sin hacer teatro. Aunque no se represente públicamente, hay que estudiar y trabajar con los grandes autores teatrales. Es igual que para un músico de rock o de boleros: si sabe tocar a Mozart, aunque luego no lo toque en conciertos, mucho mejor para él. Interpretar a Chejov, a Shakespeare, a Lorca..., te da criterio y te ayuda a actuar mejor.

P.- Un ejemplo de esto que dice sería su alumno más famoso: Javier Bardem.
R.- Desde que conozco a Bardem, hace 21 años, está en contacto con el teatro. Ha interpretado a los autores más complejos en el marco de estudios y escuelas. Es un apasionado de las tablas, muy generoso y comprometido con el aprendizaje del arte de interpretar.

P.- ¿Un actor debe entrenar cada día, como un futbolista?
R.- Creo que sí. La formación enriquece y beneficia al actor. Suele ser un placer porque no están sometidos a las prisas y las presiones de trabajos concretos. En el estudio el actor recupera la libertad de actuar y la subjetividad. Además, un actor cambia a lo largo de los años: cambia su cuerpo, su voz, su pensamiento, su mirada de la vida... Es importante que pueda pararse para asimilar esos cambios y ver qué caminos debe seguir.