Pilar Jurado

Hoy presenta en el Teatro Coliseum de Madrid su disco ‘Una voz de cine'.

La misma Pilar Jurado (Madrid, 1968) que en 2005 pinchaba en su mesa de dj arias de Händel, Puccini y Rachmaninoff se convertía hace unos meses en la primera mujer en estrenar una ópera en el Teatro Real. Lo hacía al abrigo de Gerard Mortier y en calidad de compositora, libretista y cantante de La página en blanco. Aunque reconoce que ella iba para ingeniera mecánica ("soy capaz de memorizar cuarenta dígitos de un tirón"), una vez licenciada en el Conservatorio y curtida en las mejores salas y festivales de España montó su propio sello discográfico, TransÓpera, en el que ejerce también de productora. Ahora la soprano (por decir algo) vuelve a demostrar que no le tiene miedo ni al guepardo del videoclip de su último álbum, Una voz de cine, en el que versiona las arias y melodías de las bandas sonoras más famosas del siglo XX, desde El mago de Oz y Sonrisas y lagrimas hasta West Side Story y Cinema Paradiso, que es un homenaje a los dos Morricones, el padre (que fue su maestro) y el hijo (que es también su amigo). Vestida como una estrella del Hollywood dorado de los años 30, lo presenta esta tarde en el Teatro Coliseum de Madrid y, ya en diciembre, lo pasea por el Teatro Arteria Paralel de Barcelona (día 13) y el Teatro Campos Elíseos de Bilbao (20).



Pregunta.- ¿Cómo salta, en cuestión de semanas, de las bambalinas a la gran pantalla?

Respuesta.- Creo que no ha habido tal salto, sino que siempre he estado en los dos sitios. Quiero decir que me dedico en cuerpo y alma a la ópera pero que desde niña he mantenido un vínculo muy estrecho con el universo musical de las películas. Una voz de cine verá la luz después La página en blanco, pero le aseguro que lleva muchos más años fraguándose en la sombra. En la sombra de los recuerdos de infancia, cuando mis padres me escuchaban tararear canciones que yo misma inventaba con sólo tres años. Luego, cuando empecé a estudiar con Antón García Abril, siempre me decía que sonaba muy cinematográfica.



P.- Por el camino se ha encontrado con Fernando Trueba. ¿La veremos algún día en los créditos de alguna película?

R.- Quienes me conocen saben que nodescarto nada a priori (Risas). Me refiero a que componer para cine entra en mi campo de acción y que me veo perfectamente capacitada para ello. Por eso confío en que, algún día, llegue mi momento... Fernando y yo tenemos un proyecto entre manos. Pero no puedo adelantar nada. Sólo le diré que será mucho más sorprendente que una banda sonora.



P.- En Una voz de cine le da tanto a la lírica como al jazz, al blues o al tango. ¿Cuál es el punto de cocción de este disco?

R.- He empleado mi voz de una manera muy peculiar. Midiendo a veces y desmelenándome por momentos. Para hacer este tipo de repertorio tenía que buscar un color diferente al de la lírica estricta y demostrar todo el potencial camaleónico de mis cuerdas vocales. Hay partes, como la Habanera de Carmen, en las que hago la parte más clásica. Nada que ver con la manera de cantar de Libertango, donde utilizo más de tres octavas y abro completamente la emisión.



P.- Al final uno no sabe si el que suena es Piazzolla o Berio...

R.- La música contemporánea bebe mucho de estos efectos. Por eso siempre digo que la técnica vocal está encorsetada. Muchas sopranos piensan que las posibilidades de su instrumento empiezan y terminan en su garganta, cuando lo cierto es que en la emisión interviene el cuerpo entero. Influye desde fisiología hasta la forma de moverte en el escenario.



P.- Aún así, muchos hablarán de un crossover más.

R.- Serán los menos entendidos, digo yo,porque cualquiera que sea capaz de percibir el cuidado que hemos puesto en los detalles entenderá que es un proyecto honesto y muy trabajado. Me voy con el Japón... ¿Por qué me iba a exponer de esa manera con unrepertorio que no mereciera la pena?



P.- El disco viene acompañado de un glosario de piropos en el que escriben Rosa Torres-Pardo, Iñaki Gabilondo, José María Iñigo, Andrea Morricone, Josep Carreras...

R.- Da gusto tener amigos que te quieran tanto. Eso demuestra que no te estás equivocando, o al menos no demasiado. Con Una voz de cine me apetecía abrir un paréntesis en la intelectualidad de mi rutina y dedicarme por unas semanas a la parte más lúdica de la música. Pasármelo bien con mis amigos. Además de los textos y las fotos, una parte importante de este disco son los directos. Yo debería pagar por subir a un escenario. Pero no lo diga por ahí.



P.- ¿Cómo explica el tono descarnado de alguna que otra crítica sobre La página en blanco?

R.- Creo que hubo una desincronización entre la puesta en escena y la historia. Los directores de escena desvelaron información del final e introdujeron unos pájaros que no terminaban de entenderse. Hay cosas que no se perdonan y algunas críticas parecían escritas antes de que se levantara el telón. Pero quienes me atacaron lo hicieron por el flanco del libreto. No recuerdo ni una sola crítica negativa a la partitura, cosa que me tranquiliza. El siguiente reto es conseguir que la ópera no quede en un estreno importante pero fugaz. El Teatro Bellas Artes de México ha mostrado mucho interés y pronto viajaré a Nueva York para estudiar otras posibilidades.



P.- En 2012 se cumplen 20 años de su primer premio en composición y de su debut como soprano en Antigua fe de Luis de Pablo. ¿Cómo piensa celebrarlo?

R.- Tomás Marco va a escribir una nueva versión de mi biografía. Además, tengo varios estrenos como compositora y algunas actuaciones. Y, quizá lo más importante, me gustaría volver a subirme a un podio para grabar varias de mis obras.

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