Alberto San Juan

Este jueves estrena con su compañía Animalario 'El montaplatos', de Harold Pinter, en las Naves del Español de Matadero Madrid.

Dos asesinos a sueldo esperan en un sótano instrucciones de la organización para la que trabajan, mientras reciben continuamente absurdos encargos de comida. Este es el escenario del que se sirve El montaplatos para indagar en las tensas relaciones de poder y sumisión que atenazan al ser humano. Alberto San Juan (Madrid, 1968) continúa su inmersión en el teatro del Nobel Harold Pinter, tras protagonizar Traición hace escasos meses, pero en esta ocasión lo hace junto a sus compañeros de Animalario -con Willy Toledo dándole la réplica y bajo la batuta de Andrés Lima-, que vuelven a las Naves del Español un año después de su obra anterior, Penumbra.



Pregunta.- Esta es la segunda obra de Pinter que protagoniza en pocos meses. ¿Cómo definiría el teatro de este autor?

Respuesta.- Es muy difícil definirlo, pero puedo decir que es buen teatro que trata de las relaciones humanas. En este caso, son dos personajes encerrados en una habitación con un conflicto, y ésa es precisamente la base del teatro: dos personajes en un espacio con un conflicto.



P.- ¿Qué comparten Traición y El montaplatos?

R.- Ambas exploran relaciones: El montaplatos, la del individuo con el poder, y Traición, la falta de verdad entre los seres humanos y con uno mismo.



P.- Usted firma la traducción y la adaptación de la obra. ¿Qué cosas ha tenido que cambiar y qué dificultades ha encontrado?

R.- Pinter es un escritor que trabaja con un lenguaje aparentemente coloquial pero en realidad muy elaborado que recoge la forma de hablar de la calle y luego la reconstruye a su antojo. Por eso resulta difícil traducirlo. Hay que trasladar el lenguaje 'cockney' de la manera más fiel posible pero adaptándola a las particularidades del habla coloquial española. Además, todo sucede en Inglaterra, toman el té, hablan de cricket... y obviamente ha habido que cambiar todo eso.



P.- ¿Cuál es la relación de su personaje con el de Willy Toledo?

R.- Yo soy su superior en el trabajo, pero por encima de ambos está la organización para la que trabajamos. De modo que, por una parte, hay una relación entre nosotros y el poder que nos somete, y por otra parte, la relación personal nuestra, que tiene un reflejo de aquélla porque entre nosotros también luchamos por el poder.



P.- Últimamente le vemos más en teatro que en cine.

R.- Lo que pasa es que el teatro que hago lo genero yo, pero en cine trabajo cuando me llaman, soy un asalariado. Y últimamente se hace poco cine.



P.- ¿Sigue escribiendo teatro, además de hacer adaptaciones?

R.- Hace tiempo que no.



P.- ¿Y piensa volver a hacerlo?

R.- Pues no lo sé...



P.- ¿Qué representa la "marca" Animalario?

R.- Un grupo de trabajo independiente de creadores: actores, escenógrafos, iluminadores, figurinistas... que llevamos 15 años juntos.



P.- ¿Qué han conseguido en todo este tiempo?

R.- Hacer teatro, que ya es mucho.



P.- ¿Cuáles son las aspiraciones éticas y estéticas del grupo?

R.- Lo nuestro es un camino para indagar acerca de las relaciones humanas, para expresarnos. Lo concebimos como un servicio público, como la sanidad o la educación, porque pretendemos aportar algo, fomentar una sociedad mejor.



P.- Hablando de servicios públicos, ¿cómo cree que va a afectar el cambio de Gobierno a las artes escénicas y a la cultura en general?

R.- No tengo ni idea, pero tanto el anterior como éste están destruyendo lo público a base de privatizar infraestructuras creadas con el dinero de todos. Por tanto, no veo una ruptura, ambos son neoliberales y niegan la existencia de una alternativa.



P.- ¿Qué podemos extrapolar de El montaplatos al tiempo que vivimos?

R.- Yo veo una conexión directa. Vivimos en un tiempo en el que el poder asalta a la ciudadanía, la saquea y la humilla, postrándola, y si alguien se atreve a alzar su voz es excluido, apartado, excarcelado o incluso torturado, igual que pasa en la obra.