Julia Gutiérrez-Caba, por Gusi Bejer

Hermana, hija, nieta y bisnieta de actores y viuda del director de escena Manuel Collado, Julia Gutiérrez Caba se sorprende si la consideran leyenda: "Ese papel no me corresponde, es como si hablara de otra persona", dice. El lunes recibirá un merecidísimo Premio Max de Honor a su dilatada carrera.

Pregunta: La última vez que pisó escenario fue en 2001, con Madame Raquin. ¿Se ha retirado?

Respuesta: Lo que sucede es que el teatro requiere una gran dedicación, una continuidad: los ensayos, la disciplina diaria... He hecho cine y series de televisión [Águila Roja], pero compaginar la televisión con el teatro te crea muchos problemas. Procuro evitarlo.



P: ¿No ha tenido propuestas teatrales de interés?

R: El teatro me ha reclamado más que el cine o la televisión, pero debo decir que, de todas las ofertas, sólo una o dos se han llevado a buen fin. Por algo ha debido de ser.



P: Lo cual confirmaría su buen olfato en la materia.

R: ¡Qué va! Este oficio tiene el aliciente de que podemos esperarnos cualquier cosa. Si supiéramos lo que será un éxito, nunca habría fracasos.



P: La saga Gutiérrez Caba es de las más veteranas del teatro español. Usted y su hermano Emilio son la cuarta generación y se temía que la familia acabara aquí. Pero la nieta de Irene, Irene Escolar (actualmente, en la obra De ratones y hombres) ha tomado el relevo.

R: Sí. A veces me han preguntado qué pasará cuando desaparezca la familia: Nada, quedaremos en el recuerdo como tantas otras cosas. ¿Qué va a pasar? Hay muchos otros actores. El mundo seguirá existiendo.



P: ¿Cómo viven el éxito de su sobrina-nieta Irene?

R: Con mucha normalidad. No nos deslumbra. Por una razón, en nuestra casa éramos pocos pero todos hemos vivido del teatro, es nuestro oficio, y los fracasos y los éxitos los hemos vivido con total naturalidad.



P: ¿Cuál es la virtud que debe tener un actor?

R: Como en todas las carreras, alguna cualidad aprovechable. Un actor no destaca de pronto, necesita tiempo, la suerte es muy importante, el aprendizaje, pero tiene que tener unas condiciones, una sensibilidad especial para el arte.



P: ¿Le da consejos a Irene?

R: Ella no necesita de mis consejos. Tiene muchas cualidades: sabe escoger muy bien sus trabajos así como a sus directores, afortunadamente puede hacerlo. Es muy decidida y segura. Lo que a ella le gusta es que mi hermano Emilio y yo le contemos anécdotas.



P: ¿Qué tipo de anécdotas?

R: Le hablamos de los orígenes del teatro, de la parte más dura del oficio, cómo era en la época de mis abuelos y bisabuelos. Cómo mis padres nos criaron y pudieron salir adelante viviendo de esto. El teatro ha cambiado mucho, tanto como la vida, y yo creo que para bien. Es bueno saber de dónde vienen las cosas.



P: A mí me encantaría saber cómo era Catalina Bárcena, con la que usted debutó.

R: Durante la guerra se fue a América y volvió después, en los años 40. Su compañía contrató a mis padres y a mi hermana. Mi madre, siempre que podía, nos llevaba con ella y así comencé como meritoria, a pesar de que yo creía que no servía para esto. Catalina tenía una vena muy artística y humorística.



P: También dirigía, ¿no?

R: No era directora, pero trajo un repertorio que había creado con su pareja Gregorio Martínez Sierra. Así que ella dirigía siguiendo el recuerdo de cómo lo hacía Gregorio. Era una mujer dulce y fuerte. Había sido una de las pocas actrices que había trabajado en Hollywood, que era algo inalcanzable. Estaba acostumbrada a un teatro de arte, muy documentado, intelectual.



P: Luego se fue al Infanta Isabel, con Isabel Garcés, cuando los teatros tenían compañías titulares...

R: Allí estuve mucho tiempo, hasta que escalé poco a poco algún papelillo. Conocí entonces a José Luis Alonso.



P: En el recuerdo queda su labor en A Electra le sienta tan bien el luto.

R: Se hizo en el María Guerrero, con José Luis Alonso. Era larga, de tres horas, y había un gran elenco: Alfredo Alcón, Nuria Espert... Marcó un antes y un después en mi carrera. Hasta entonces yo sólo había hecho comedia. Había estrenado seis obras de Mihura, con ese humor tan divertido y novedoso para nosotros, los jóvenes, pero que entendíamos tan bien.