Image: Javier Villán

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El Cultural

Javier Villán

"La tauromaquia es una filosofía de vida"

10 mayo, 2012 02:00

Javier Villán (abajo), en la Plaza de las Ventas. Foto: Sergio Enríquez-Nistal.

Este viernes presenta en Las Ventas su libro 'Tauromaquias. Lenguaje, liturgias y toreros'

El español tiene en la tauromaquia una de sus grandes aliadas. La lengua de Cervantes ha recibido de ella impagables transfusiones de palabras y expresiones. Ese bagaje, de una potencia poética y filosófica brutal, tiene carta de naturaleza en el habla cotidiana de todos los hispanohablantes. Lidiar, poner la puntilla, dar una larga cambiada, pinchar en hueso, faena, poner en suerte, puyazo... Son algunos ejemplos a vuela pluma. Javier Villán (Torre de los Molinos, Palencia, 1943), poeta y cronista taurino de El Mundo (amén de crítico teatral de este periódico y de El Cultural), tras años y años calentando el cemento de las plazas españolas, francesas y americanas, ha elaborado su propio glosario personal y sentimental en su último libro, Tauromaquias. Lenguaje, liturgias y toreros (La Esfera de los Libros). Un diccionario ("muy libre y caprichoso") que además remata con un "bestiario sentimental" de los toreros que más profunda huella han dejado en su memoria.

Pregunta.-¿No le daba vértigo intentar elaborar un glosario de un mundo lingüísticamente tan rico, casi inabarcable?
Respuesta.- El vértigo, de hecho, continúa. El vértigo y el abismo. Durante décadas de cronista taurino he acumulado tantísimo material: lecturas, conversaciones... Sentía la necesidad de darle forma a todo ese acervo pero sabía que era un proyecto que implicaba muchos riesgos. Aunque me quité un poco la presión conviniendo con Ymelda Navajo que el libro no debía ser un diccionario con vocación exhaustiva. Lo que he hecho es escribir mi educación taurina sentimental, con toda su carga de subjetividad.

P.-También deja claro que no pretende hacerle sombra al Cossío.
R.- Claro, el Cossío son doce tomos, en el que ha trabajado un equipo muy amplio. El mío es caprichoso y arbitrario, que nadie se engañe. Aunque es cierto que tiene una parte técnica y otra histórica. Y luego está la que podríamos llamar sentimental.

P.- ¿Por qué cala tan bien el léxico taurino en la vida cotidiana?
R.- Es una circunstancia que prueba el hondo calado de los toros en la vida española. Muchos lo quieren poner en entredicho pero la lengua, el uso que hacen de ella los hablantes, es una evidencia más de ese vínculo histórico tan antiguo. Además se debe a que la tauromaquia no es sólo un espectáculo, va mucho más allá: es una filosofía de vida.

P.-¿Hay alguna palabra o expresión que le guste especialmente?
R.- Pues es curioso, me gusta mucho 'estaquillador', que es algo muy simplón: el palo con el que se sostiene la muleta. No sé, me gusta... También me gusta mucho 'alamar' y 'cairel', que son los adornos del traje. Aunque lo que más me interesan son los conceptos, a los que dedico breves ensayos de dos, tres, cuatro páginas sobre el dolor que produce las cornadas, del miedo frente al toro, el papel de la mujer...

P.-¿Cuál es su papel?
R.- Me he centrado en la mujer sufriente y ansiosa, la que reza y pone velas a la virgen mientras su marido, su novio o su hijo se juega la vida frente al toro. También analizo la capacidad de seducción de los toreros, cuánto hay de mito y cuanto de soledad en ella.

P.- El Cultural le entrega hoy de nuevo el Premio Paquiro a José Tomás. Usted es miembro del jurado. ¿Cómo valora que se le entregue por tercera vez?
R.- Creo que no hay duda que el acontecimiento taurino del año fue su reaparición en Valencia tras la brutal cogida de Aguascalientes. Y eso es lo que premia el Paquiro: "el acontecimiento taurino del año". Fue un acontecimiento taurino, por supuesto, pero también social y económico, con una fuerte repercusión internacional. Eso lo reconozco. Pero luego su temporada no estuvo a la altura de su enorme talento ni de su trayectoria. Es normal después de un incidente tan grave. Lo que valoro en este caso de José Tomás es que los 50.000 euros del premio los dona a una causa benéfica.

P.- También arranca hoy la feria de San Isidro. Los carteles decepcionaron en su momento. ¿Con qué ánimo la encara?
R.- Bueno, habrá que hablar cuando acabe. Desde luego, los carteles son manifiestamente mejorables y la organización también. Pero no quiero jugar a ser profeta. Este San Isidro es un test fundamental del estado de la fiesta. Veo que muchos estamentos de este mundo, incluidos los toreros, viven todavía instalados en una grandeza que no se compadece bien con la situación económica del país. Creo que no son del todo conscientes de la gravedad del momento y sus pretensiones económicas lo demuestran. Pero ya digo, no quiero jugar a ser profeta. Hablamos cuando acabe.

P.-¿Y lo de la carpa instalada en los aledaños del coso con el fin de que sea un foco pedagógico y de difusión de la tauromaquia le parece una iniciativa acertada?
R.- Sí, todo lo que contribuya a su difusión me parece muy bien. Aunque creo que el análisis (y la intervención) pendiente y que es más urgente hay que llevarla a cabo dentro de la propia feria. Hay que identificar sus tumores y extirparlos cuanto antes si queremos que sobreviva.

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