Carlos Ruiz Zafón. Foto: Antonio Moreno

El escritor conversa hoy con Sergio Vila-Sanjuán en la Biblioteca Nacional sobre el papel que juegan en su narrativa las librerías de viejo y los autores malditos | Además, este sábado firma ejemplares en la Feria

Con sus ojillos orientales, perilla a lo Fu Manchú, y una actitud de distancia casi mística acentuada por el éxito, Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964) puede presumir de ser el escritor español vivo con más lectores en el mundo. Sus cifras mueven al asombro y (por qué no confesarlo) a la envidia. Desde la publicación de La sombra del viento, de todos sus libros (El juego del ángel, El prisionero del cielo) se han vendido 25 millones de ejemplares en 50 países, y ahora sus seguidores esperan que acabe de una vez su tetralogía y remate la aventura en El Cementerio de los libros olvidados. De eso hablará esta tarde en la Biblioteca Nacional, porque hoy, a las siete, se suma a la fiesta que celebra el tercer centenario de la BNE con Una visita al cementerio de los libros olvidados, en conversación con Sergio Vila-Sanjuán, en la que hablará sobre el papel que en su narrativa “juegan las librerías de viejo, la bibliofilia, los autores malditos, el amor a la narrativa popular del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX”. Además, el próximo sábado, por la mañana, firmará ejemplares de sus libros en la Feria de Madrid. Pero no se engañen: si esperan encontrar en elcultural.es a un Zafón amable y coqueto, abandonen toda esperanza: aunque amansado, sus palabras destilan tanta ironía y escepticismo como siempre. -Se ha sumado a la fiesta que celebra el III centenario de la BNE: ¿por amistad, por vocación, por devoción? -Por amable invitación, que agradezco. - La segunda pregunta es obligada: ¿puede adelantarnos algo de El cementerio de los libros olvidados, último libro de la tetralogía que inició con La sombra del viento? -Confío en que la cuarta sea la mejor y la más impactante de todas las entregas, pero eso lo tendrá que decir el lector. Mi idea es que el cuarto libro del ciclo sea el gran final donde todos los hilos convergen y donde el laberinto de historias se recomponga del todo. Puedo adelantar que será una novela grande y compleja, emotiva y que combinará los diferentes estilos y atmósferas de las tres primeras. Y bastante más. -¿Cuánto tendrán que esperar los lectores para leerlo? -Yo calculo que aproximadamente un año y medio o dos . Dependerá del trabajo y de las dificultades que vaya planteando. Si todo va bien creo que habrá libro en algún momento de finales del 2013 o quizás del 2014 como muy tarde. -¿Cómo sobrelleva la presión de medios, editores y fans? -No siento que se trate de presión sino interés y curiosidad por el trabajo y por lo que uno hace, lo cual es ya mucho para cualquier escritor. La presión normalmente yo diría que viene de uno mismo y de intentar solucionar los retos que se plantea. Los editores en todo el mundo esperan pacientemente y luego miman los libros del mejor modo que saben. Los lectores me muestran una generosidad y un interés que seguramente no merezco y los medios siempre están ahí para interesarse y comentar el trabajo. No de puede pedir más, la verdad. No tengo queja. -¿Son distintos unos y otros en España y en Estados Unidos? ¿Qué los diferencia y qué les une? -Por supuesto, son diferentes porque se trata de sociedades diferentes a su vez. Quizás los lectores sean los que más se parecen en todos los países, porque les une el interés por la literatura, el lenguaje y la narrativa. Los editores yo diría que se alinean por bloques. La edición en Europa, en general, tiene un perfil determinado y en los Estados Unidos la industria tiene otra manera de trabajar. Algo parecido ocurre con los medios. En mi experiencia los medios de comunicación, sobre todo la prensa escrita, es radicalmente diferente en España de la mayoría de países que yo conozco. No tanto la radio o la televisión. No sabría explicarle el porqué. Imagino que los factores e intereses en juego determinan un poco el producto final, como es natural. -¿Cuál es su secreto para no perder la cordura (como escritor y como persona)? - Supongo que el mismo secreto que tenemos todos, sea cual sea nuestra profesión: intentar mantener uno o dos pies en el suelo la mayor parte del tiempo y tratar de enfrentarse a cada día con la mente lo más despejada posible y teniendo claro lo que uno quiere, lo que son las cosas y lo que no son. -El sábado por la mañana estará firmando en la Feria del Libro, ¿qué le hace unirse a esta fiesta libresca? -Siempre es agradable el encontrarse con los lectores y poder saludarles, porque son ellos quienes dan sentido a todo esto que hacemos. La invitación a a unirse a una fiesta donde se celebran los libros, la literatura y la lectura es privilegio, y más en los tiempos que corren. -¿Tiene ya pensada una dedicatoria fija o piensa improvisar según el lector y el libro que le presente? -Imagino que improvisaré. La verdad es que no voy preparado a estas cosas, porque lo bonito es el encuentro sincero, por breve que sea, con el lector. -¿Qué le escribiría, por ejemplo, a un lector del Cultural (o de los culturales)? -Que disfrutase del placer y la belleza de la literatura, a su manera y a su tiempo. -¿Y al ministro de cultura? -Imagino que el señor ministro tiene en estos momentos numerosos quebraderos de cabeza y no quisiera contribuir a empeorarlos. Le desearía suerte, fuerza y empeño, porque la papeleta que tiene es complicada y está en el interés de todos que triunfe en su labor. -¿Y a su editor? -Tengo la fortuna de tener al editor más inteligente, discreto y sutil de toda la industria, Emili Rosales, y él sabe que no necesita dedicatoria alguna para que le agradezca su apoyo y amistad de muchos años. -¿Qué autor (actual o no) le gustaría que le dedicase un libro? -No soy particularmente fetichista para estas cosas, pero si me prestase usted una máquina del tiempo quizás intentaría que Charles Dickens me firmase uno de sus libros. -¿Qué título (el género da igual) y por qué? -Bleak House, tal vez, o Grandes Esperanzas. Porque son dos de las más grandes novelas jamás escritas y porque a lo mejor, si le estrechaba la mano, se me pegaba algo. -¿A quién no le dedicaría jamás ninguno de sus libros? -No sé. No veo por qué no iba a dedicar un libro a cualquiera que lo pidiese con amabilidad y buenas maneras. -¿Cómo se ve desde la distancia la crisis española y la prima de riesgo, el paro? -Con enorme inquietud y preocupación. -¿Cree que nuestros intelectuales están a la altura? -Dudo que esté en mano de los llamados "nuestros intelectuales" el sacar al país del túnel en el que se encuentra. Y quizás eso no sea una mala cosa si uno lo piensa bien. Creo que los que tenemos que estar a la altura somos todos los ciudadanos, del primero al último. Y unos más que otros, porque las responsabilidades no son equiparables. -¿Cómo convencería a un desengañado de que, a pesar de las apariencias España va bien, aunque sólo sea en lo cultural? -Veo difícil convencer a nadie en este momento de que España vaya bien, pero sí creo que no hay que caer en el derrotismo y el fatalismo, porque España, pese a sus muchos y gravísimos problemas, es un país con un potencial enorme si las cosas se hiciesen bien, con sentido común, honestidad y honradez.