Image: César Antonio Molina

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El Cultural

César Antonio Molina

"El escritor debe darle batalla al tiempo"

1 junio, 2012 02:00

César Antonio Molina. Foto: Santi Cogolludo.

Acaba de publicar 'Donde la eternidad envejece'

César Antonio Molina (La Coruña, 1952) es uno de los hombres fuertes de la cultura en España. Ha dirigido el Círculo de Bellas Artes, el Instituto Cervantes, el Ministerio de Cultura y en octubre inaugura en Matadero Madrid Casa del Lector, de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Muchos cargos y mucho tiempo que hay que dedicar a dirigir la circulación. Pero aun así encuentra huecos para seguir completando su obra, poética y narrativa. En esta segunda vertiente se adscriben sus Memorias de ficción. Ahora publica su quinta entrega, Donde la eternidad envejece (Destino), un volumen de más de 500 páginas por las que recorre cientos de hitos de la cultura que han desafiado al tiempo, que han nacido para perdurar para siempre: el ejército de terracota de Xi'an en China, la esfinge de Egipto, la legendaria ciudad de Shangri-La, la biblioteca de Celso en la antigua Pérgamo, los estudios de Cinecittá...

Pregunta.- En este quinto volumen de sus Memorias de ficción le ha dado por perseguir la eternidad. Nada menos...
Respuesta.- Lo que busco en todos estos viajes son las construcciones de la cultura levantadas para desafiar al tiempo. En el libro están la Esfinge de Egipto, o los Colosos de Memnón, pero también películas como La rodilla de Claire, de Eric Rohmer, y ese momento de eternidad maravilloso en que el protagonista se pregunta, al ver esa rodilla tan sensual, si alguna vez tendrá la oportunidad de tocarla. También están lugares legendarios que nunca han existido, como Ávalon, Shangri-La...

P.-¿Y qué le enseña la eternidad al hombre que se encara con ella?
R.- Le enseña la temporalidad de su existencia y cómo desde el origen de los tiempos lo seres humanos intentamos perdurar y no extinguirnos cuando abandonamos este mundo. De ese afán surge la religión, la filosofía, la literatura...

P.-¿Usted escribe para ser eterno?
R.- Creo que sí, aun a sabiendas de que la muerte me acabará alcanzando. Es como Héctor que sale a luchar contra Aquiles sabiendo que va a morir. Hay que salir a dar la batalla al tiempo.

P.-Hay mucha peregrinación a los cementerios de sus grandes maestros...
R.- El lugar donde uno decide reposar eternamente es muy importante. Hoy he leído que Carlos Fuentes será enterrado en Montparnasse. Marlene Dietrich, que pasó casi toda la vida en Francia, se enterró en Berlín. En la soledad su cementerio, junto a su tumba, uno puede sentirse su único novio, que comparte su soledad con ella. Yo he compartido esa soledad Cortázar, Truffaut, Virgilio, Chateaubriand, Stendhal, Machado, Juan Ramón Jiménez...

P.-Dice que en los cementerios no siente miedo a la muerte sino a la nada...
R.- Sí, al vacío. ¿Cómo se puede vivir sin memoria, sin pensamiento, sin creación? Eso es lo que me asusta. Los creyentes idealizan el concepto del alma y su intangibilidad. Pero ese sentimiento aéreo a mí no me tranquiliza.

P.-¿Y usted ya ha elegido su lugar para el descanso eterno?
R.- Yo nací muy cerca del cementerio de San Amaro, junto a la ría y muy cerca de su desembocadura en el mar. Es un cementerio con muy buenas vistas, de las que me gustaría disfrutar desde el panteón de mi familia.

P.-Cuenta que una noche durmió en la habitación del Hotel Vesubio de Nápoles, donde murió Enrico Carusso. ¿Le escucho cantar en sueños?
R.- Eso sí que hubiera sido una sensación maravillosa de eternidad. Es un hotel muy especial, que ha salido en muchas películas, y donde los aliados establecieron su cuartel general cuando expulsaron a los nazis.

P.-Otra vez vuelve a Cinecittá. Esta vez a la Via Veneto que hizo levantar para La dolce vita. ¿Esos estudios representan la eternidad del cine?
R.- Yo siempre he pensado que sería una maravilla haber conservado los magníficos decorados de películas como Ben-Hur y Cleopatra. Pero los materiales de unos decorados se van reutilizando para otros. La utopía de volver a civilizaciones antiguas así se diluye. Fellini mandó construir la Via Veneto en uno de sus estudios. Él decía que prefería mucho más la copia que el original. Le gustaban muchos los decorados y trabajar dentro del estudio. Cuando murió, estuvo incluso de cuerpo presente en aquel estudio en el que tantas veces había rodado.

P.-¿La cultura y sus fetiches en este terreno son siempre los que le marcan las rutas de sus viajes?
R.- Yo creo mucho en el azar. Y sé que los lugares son generosos con quien los quiere y los valora. El azar me ha hecho muchos regalos en mis viajes, pero creo que en cierto modo los lugares saben distinguir entre quien los merece y quien no.

P.-¿Cómo ve la decisión del gobierno actual de amalgamar la cultura con el deporte y la educación?
R.- Cada partido entiende la cultura de una manera. Yo siempre he sido partidario de que tuviera entidad única. España se conoce sobre todo por Picasso, Velázquez, Cervantes... y por su lengua, que hablan casi 500 millones de personas. Un ministerio de cultura es esencial para salvaguardar y proyectar ese patrimonio inigualable, pero cada gobierno está en su derecho de organizarse como considere mejor.

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