Vik Muniz frente a una de sus obras en el CAC Málaga

Ayer inauguró su mayor exposición hasta la fecha en Europa en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga

Siempre quise ser alguien, pero debería haber sido más específica se lee en el perfil de facebook de Vik Muniz (Sâo Paulo, 1961). Es de la estadounidense Lily Tomlin, una de las actrices más conocidas en los 80 y la autora de una de sus frases favoritas, escribe. Dice mucho del carácter de este artista: simpático, versátil, hábil y con mucho sentido del humor. Como la actriz, también "el rey del gesto agradable". Ha sido camarero, mecánico, expendedor de gasolina, restaurador de pinturas baratas, publicista... Pero hoy es uno de los artistas brasileños que se pasea estos días por el CAC de Málaga, donde acaba de inaugurar su exposición más grande en Europa. Más de cien obras que recogen su trabajo de los últimos veinte años, todo fotografías, realizadas con materiales de lo más diverso. Las hay muy conocidas, como las que versionan a grandes clásicos de la historia del arte: La Doble Mona Lisa, después de Warhol (1999) de jalea y matequilla o el Pollock de chocolate de 1997. Pero también nuevas, como algunas de las imágenes construidas con papel que vimos en la exposición Pictures of paper en su galería madrileña, Elba Benítez, en 2009. En la galería le veremos, también, en un par de meses.



P.- Háblenos de esta exposición. ¿Supone un momento importante es su carrera?

R.- El origen de esta exposición empieza en otra muestra muy importante para mí, realizada cuatro años atrás en Río de Janeiro. Fue la primera gran exposición que hice en mi país, Brasil, y se llamaba, simplemente, Vik. Es como me llaman los que me conocen. Y quería exactamente eso, darme a conocer y hacer una exposición accesible para toda la familia. Fue una exposición que atrajo gran cantidad de público, de todo tipo. Un superexito, con más de un millón de visitas. Esta del CAC está más actualizada y se enfoca en mi obra fotográfica. Aunque nunca abandono por completo la escultura, siempre procuro volver a la fotografía. La fotografía siempre está ahí.



P.- ¿Cree que sigue sin entenderse el arte contemporáneo?

R.- La gente tiene un problema con el arte contemporáneo, se siente fuera de este mundo. A veces se piensa que no es accesible, pero en arte no debería hablar extremos. Ni todo es blanco ni todo es negro. Ni todo debe ser popular ni todo elitista. En esa división hay una gran gama de grises. Es posible hacer arte inteligente, popular y accesible.



P.- ¿Cómo?

R.- Observando lo que te rodea y transmitiéndolo. El arte tiene la función de provocar desvíos. Solemos perder la sensibilidad con la rutina, la vida nos automatiza. El arte, precisamente, quiebra convenciones de significados, propone otros caminos. Hay quien piensa que es un privilegio, pero no, es un derecho. Además, hay un acceso directo y gratuito en las galerías. No se paga por ver arte allí.



P.- La primera obra que encontramo en una exposición siempre es especial. Marca el itinerario de la visita. En este caso es Mapamundi. ¿Qué significados encierra?

R.- Está realizada con basura tecnológica. Es un tema importante en mi trabajo, la idea del ordenador obsoleto... cómo tratamos con imágenes los contextos virtuales. Vivimos en una revolución tecnológica donde somos elementos de transición. Yo, por ejemplo, soy un ejemplo de generación que siempre ha leído el periódico en papel. Hoy, esa misma información la encuentras en la red pero las connotaciones no son las mismas. En la red leo la noticia. En papel estoy viendo el documento. La responsabilidad es diferente, ya que es fácil borrar un contenido web en un segundo, pero lo publicado en papel queda para siempre. En toda mi obra existe esa misma tensión entre la idea y el material, una negociación constante en todo el proceso. Mi preocupación como artista es que el espectador tenga curiosidad por entrar en ese proceso.



P.- Y sus nuevos trabajos, ¿siguen explorando esa idea de "basura intelectual"?

R.- Sí. Son trabajos con fotografías, revistas, periódicos... Pertenecen a la serie Pictures of magazine, que formará parte de mi próxima exposición en la galería Elba Benítez. Vivo fascinado por el papel hoy, un material que está en constante cambio, en los libros, en los medios...



P.- Ha trabajado con infinidad de materiales y escalas. ¿Con qué material no ha trabajado y le gustaría trabajar?

R.- Con personas, con gente. Me gustaría hacer dibujos con gente, pero la logística es muy compleja...



P.- Y, ¿en qué mapamundi geográfico vive y trabaja?

R.- Mitad Río de Janeiro, mitad Nueva York. Río está en pleno cambio y Nueva York es universo visual, con una audiencia mucho más plural.



P.- Un estudio del universo visual es, de hecho, uno de los motores de su trabajo. ¿Qué debemos aprender, todavía hoy, de la construcción de imágenes?

R.- Que el proceso de creación de una imagen existe tanto en nuestra mente como fuera. Y que es importante la idea de reconocimiento. Estar aprendiendo siempre algo nuevo. Se trata de reencontrarse de nuevo con una imagen familiar muchas veces vista antes. Trabajo con iconos y arquetipos que tienen a priori una relación que intento desestabilizar. Es como si tuvieras una llave que no entra bien en la cerradura. Lo que propongo es una negociación, incitar una reflexión sobre la imagen. Un cortocircuito. En inglés existe un término, doubletake: mirar algo de nuevo con una mirada más crítica, inteligente.



P.- ¿Doubletake sería la palabra que resume todo su trabajo?

R.- Prefiero otras tres: La ambigüedad enriquece.



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