Image: Jacobo Castellano

Image: Jacobo Castellano

El Cultural

Jacobo Castellano

"Los niños rompen los juguetes para buscar su alma; yo hago lo mismo"

13 septiembre, 2012 02:00

El artista plástico Jacobo Castellano. Foto: Carlos Alba.

El artista jienense inaugura hoy 'Dos de pino', su tercera exposición en la galería madrileña Fúcares.

Jacobo Castellano (Jaén, 1976) contagia vitalidad. Al otro lado del teléfono ríe sin parar cuando trata de explicar su tercera exposición en la galería madrileña Fúcares: "Es difícil decirlo con palabras, no sé, no sé...". Pero sí que sabe, por mucho que su lenguaje natural no sea verbal sino plástico. En Dos de pino vuelve a emplear materiales pobres, de desecho: zapatos viejos, latón, madera, tela... para dar rienda suelta a una "pulsión" que le lleva a explorar temas como la infancia, lo cotidiano, la memoria, el sarcasmo o la violencia.

Pregunta.- ¿Cuál es el hilo conductor de esta nueva exposición?
Respuesta.- He intentado que mi tercera exposición en Fúcares sea menos grave, menos seria, menos pesada -en el mejor sentido de la palabra- que las anteriores. He introducido el sarcasmo, la ironía, algo más de juego. Aunque me he quedado corto, necesito reírme más de mí mismo...

P.- También está presente lo grotesco y lo esperpéntico. El crítico Juan Francisco Rueda incluso le relaciona con Buñuel y Berlanga.
R.- Muchas situaciones políticas y sociales que vivimos hoy no se las habría imaginado ni Berlanga... Es cierto que aparece lo grotesco, sin habérmelo propuesto, en una suerte de retrato de esos personajes que nos gobiernan.

P.- Al decir eso me viene a la mente la obra que da título a la exposición, en la que aparecen dos reyes en un ataúd.
R.- Son dos tallas de los Reyes Católicos que encontré en un basurero. Tras tenerlas dos meses de un sitio para otro en mi taller, las puse contra la pared y parecían dos personajes castigados. Entonces los metí en unos pequeños ataúdes empotrados contra la pared. Pero no es una crítica a la monarquía, lo que yo hago no va por ahí, sino más bien un canto al castigo.



Dos de pino, 2012.


P.- ¿Hasta qué punto le condiciona la realidad y la situación actual?
R.- El artista plástico es un ciudadano más. Por eso, aunque no trato temas sociales o políticos de forma explícita, sí subyace en mi obra algo de ironía y sarcasmo ante lo que vivimos hoy.

P.- ¿Cree que el arte debe implicarse socialmente?
R.- No sé si debe o no, pero es imposible salirse de la ciudad, el país, la realidad en la que uno vive.

P.- ¿Diría que su lenguaje es accesible o hay que ser un espectador preparado para descodificar el mensaje?
R.- Intento que mi obra llegue a todo el mundo que se acerce a ella con la mente abierta para leer lo que subyace. Para ello empleo objetos coditidianos como vasos o el polvo que habita nuestras casas. Todos los materiales son de fácil reconocimiento.

P.- ¿Por qué esa predilección por materiales sencillos y de aspecto envejecido?
R.- Buena parte de mi trabajo con estos materiales viene de los últimos siete u ocho años. Durante ese tiempo trabajé en una casa donde me crié. Cuando volví a ella años después, me encontré objetos personales de mi familia abandonados. Sentí entonces una pulsión por acercarme al objeto casero, abandonado, lleno de podredumbre. Esta exposición no versa en torno a esa casa que habité, pero hay muchos aspectos de mi obra que parten de aquello. También tiene que ver con la economía, no puedo afrontar una producción con materiales muy caros.

P.- La infancia y la memoria tienen mucho peso en su obra.
R.- Sí, tiene que ver con lo que descubrí en aquella casa, el amor que desarrollé por los objetos cercanos y olvidados. Cuando uno juega con ellos, juega con la historia y la biografía que hay detrás de ellos.

P.- Pero esta visión de la infancia no es complaciente, sino, como decíamos, un tanto grotesca, como su obra Pelele.
R.- Es un guiño al cuadro de Goya en el que aparece un pelele manteado por unas mujeres. Siempre trato la infancia y utilizo juguetes a menudo en mis obras. Dice Baudelaire en su texto Moral del juguete que el niño los rompe para buscar el alma que hay en ellos. Un amigo me recomendó el texto y pensé que me venía como anillo al dedo para explicar lo que yo hago. Concretamente, mi obra Malos tiempos, un caballo de juguete partido por la mitad, responde a la pregunta: "¿Qué hay aquí dentro? Necesito que este objeto me cuente algo".



Dos de pino, 2012.


Ver otros Buenos Días