El contraplano de Homeland
Desde hace varios años, prácticamente durante toda la era post-11S, la
teleficción norteamericana ha ido adquiriendo conciencia de su papel en el
escenario político de su país. Debido a la morosidad, la confidencialidad y el
cálculo político con el que el Gobierno y los "medios oficiales" han ido facilitando
información sobre las actividades militares y la política antiterrorista, el
audiovisual se ha visto forzado a imaginar esos relatos que han quedado fuera
de plano, a rellenar los huecos de la realidad, tratando así de dar respuesta (por
muy fabulada que sea) a las numerosas hipótesis y especulaciones generadas,
pero sobre todo fabricando la puesta en escena de aquello que, en nombre de la
confidencialidad política, se ha hurtado al ciudadano.
Un momento clave y paradigmático de ese "contraplano" casi siempre ausente
en el relato de los hechos es el que se produjo en mayo de 2011, con la captura
y el asesinato de Osama Bin Laden. Todos recordamos la imagen de Barack
Obama y el gabinete presidencial contemplando, supuestamente en una
pantalla televisiva, la ejecución extrajudicial de Bin Laden, llamada "Operación
Gerónimo". El gesto estremecido de Hilary Clinton frente a aquellas imágenes
a las que el resto de los mortales no hemos tenido acceso (solo la veintena
de personas que, según se puede intuir por la foto, estaban en el cuarto de
operaciones en ese momento) dio lugar a diversas interpretaciones. ¿No se
mostraban las imáganes por la horripilancia, crueldad, dureza de su naturaleza?
¿Qué tenía el Gobierno que ocultar? ¿Cuáles eran las verdaderas razones? Pero
sobre todo, ¿cuál es el contraplano?
Barack Obama y su gabinete presidencial contemplando el supuesto asesinato de Bin Laden. (2/5/2011)
En el episodio Beirut is Back de Homeland [S02E02] -una serie que aún sigue deparando estimulantes sorpresas-, asistimos a uno de los más espectaculares "contraplanos" de la teleficción en lo que se refiere a espionaje militar norteamericano. La escenficación en Beirut del intento de asesinato de Abu Nazir, el ficticio sucesor de Bin Laden al frente de la Yihad islámica, proyecta a su modo esa "película de venganza" que el gabinete de Washington tuvo el "privilegio" de contemplar. De este modo, Homeland viene a colmar el deseo de ese relato hurtado al mundo, el asesinato de Bin Laden, que prometía ser el testimonio visual más intenso y morboso de los últimos años (como ocurrió con el vídeo filtrado del ahorcamiento de Sadam Hussein), pero que por diversos motivos aún no acalarados nunca se compartió.