Paloma Pedrero

La dramaturga estrena En el túnel un pájaro en el Centro Dramático Nacional

Paloma Pedrero (Madrid, 1957) acaba de estrenar uno de sus textos en el Centro Dramático Nacional. Se trata de En el túnel un pájaro, que escribió hace algo más de diez años y que se había representado en La Habana de la mano del mismo director que ahora lo sube a las tablas del Teatro Valle Inclán del CDN, Pancho García, "un cómplice artístico" para la escritora y directora. Protagonizada por Alexander Díaz, Miriam Learra, Rachel Pastor y el propio García, tiene a la eutanasia como tema central y a la dignidad humana como leitmotiv. Hablamos con la dramaturga a la salida de un ensayo, otro, de una lectura dramatizada que realizará el próximo lunes en la Fundación Autor de la pieza Vocabulario de Paco Romeu.



Pregunta.- En el túnel un pájaro es una historia de eutanasia, de los últimos días de un escritor que quiere morir dignamente pero, ¿qué quiere contar usted?

Respuesta.- Yo hablo de la dignidad y de cómo la muerte se puede convertir en un hecho artístico. De aprender a morir dignamente. El texto tiene algo más de diez años y no ha envejecido en absoluto… Los temas existenciales son eternos.



P.- ¿Cómo se enfrenta usted personalmente a la muerte, teniendo en cuenta que hace poco más de una año vivió una dura experiencia?

R.- Cuando escribí la obra no sabía nada del tema, lo hice de manera inconsciente. Pero hace 15 meses estuve cinco semanas en reanimación y le puedo decir que es una experiencia muy fuerte. Creo que después de haber vivido todo aquello, de haber tenido un cáncer, entiendo mejor mi propia obra. Nos han enseñado mal lo que significa la muerte, tenemos que desmitificar el horror, no queremos morir porque nos gusta la vida pero hay que aceptar que la muerte es parte de la vida y si lo logras puedes tener una muerte serena.



P.- De nuevo vemos, como en otras de sus piezas, un personaje marginal y necesitado de ayuda, ¿por qué se inclina hacia este tipo de personajes en sus textos? ¿Cree que el teatro debe servir para algo debe remover algo?

R.- Siempre. El teatro tiene la obligación de profundizar mucho en el tema que elijamos. No puede quedarse en la superficie de las cosas y más cuando son temas tabú, cosas que todos pensamos y sentimos pero que no queremos hablar.



P.- ¿Qué hay de la función social del teatro?

R.- Esa es, precisamente, la función social del teatro. En el teatro debe haber comunión entre los que planteamos los temas y los que vienen a dialogar con ellos. Eso sí, los que planteamos el tema debemos tener mucha valentía y humor. El sentido del teatro es la necesidad de comunicar, de hablar a los otros e intentar entendernos con el resto del mundo, sin eso el teatro es algo vacío y sin sentido. La estética tiene que nacer de la ética, si no hay un fondo social todo se queda en un chiste.



P.- Es una de nuestras autoras teatrales más prolíficas, con más de 30 título en su haber. Ha tenido épocas en las que ha escrito casi un título por año ¿sigue escribiendo?

R.- Estoy en un momento más tranquilo, desde que tuve el cáncer y salí de todo aquello necesito hacer un trabajo más social, más hacia fuera, por lo que estoy más volcada en la dirección. Son procesos, el cuerpo me pide ahora buscar a los otros, comunicarme. En diciembre comienzo un Laboratorio de autores en la Fundación Autor.



P.- A pesar de este estreno en el CDN, siempre ha estado más relacionada con el teatro alternativo ¿cómo es eso?

R.- Es la primera vez que estreno en el Centro Dramático Nacional y no es una producción del CDN si no una compañía a la que invitan que ha elegido mi obra. Ernesto Caballero quiere reivindicar a los autores vivos. No sé por qué, estreno en más centros institucionales extranjeros que en España. Las compañías me hacen por amor, sin grandes recursos, y yo también tengo mi propia compañía, Teatro del Alma, que estrenamos donde podemos, me gustan especialmente los pequeños teatros, las salas alternativas, y sigo luchando por estrenar en España. No soy una autora que tenga buena relación con el poder. En 30 años de trabajo y con más de 30 obras publicadas no me han dado nunca el premio de literatura dramática. Eso sí, me siento contenta y abrigada por el teatro, por artistas y actores, pero no por el poder. Pero, claro, la independencia tiene un precio.



P.- ¿Cómo ve a la nueva generación de dramaturgos?

R.- Les veo preocupados por el presente lo cual me encanta. Hay que dejar el pasado y las obras históricas, la guerra civil y el nacismo… Nos hemos repetido mucho con eso. Los autores tienen necesidad de hablar de lo que pasa, de la crisis, del cambio de paradigma, están muy movilizados por una situación crítica. Y el teatro también es un buen lugar para hacerse preguntas siempre que sea desde la verdad y desde la originalidad el autor. Hay que conocer mucho y olvidarlo todo y luego ser tu propio modelo.



P.- Y al teatro, ¿cómo lo encuentra de salud?

R.- Es un gran momento para el teatro. Al haber menos presupuesto y menos subvenciones va a salir lo bueno porque la morralla no va a tener espacio. La crisis es un buen barrido, una lluvia que quita el lodo y hace que salgan las mejores flores.



Ver otros Buenos Días